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El uso de las huactanas es Un legado de identidad que mantienen pocas mujeres

La alfarería de la región austral de Ecuador, una actividad que sucumbe en el tiempo

Las comunidades  de Jatumpamba, Pacchapamba y Olleros, pertenecientes a San Miguel de Porotos, provincia del Cañar, mantienen esta labor tradicional.
Las comunidades de Jatumpamba, Pacchapamba y Olleros, pertenecientes a San Miguel de Porotos, provincia del Cañar, mantienen esta labor tradicional.
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Hacia los 4.000 a.C-500 a.C., en el Período Formativo, las culturas precolombinas habrían comenzado a desarrollar piezas cerámicas con decoraciones geométricas o esculturas fito, zoo y antropomorfas (elementos morfológicos), que daban cuenta de un desarrollo cultural notable. Las culturas Narrío (2.500 a.C.) y posteriormente Cazhaloma y Tacalzhapa continuaron con esta tradición empleando para su elaboración las herramientas conocidas como huactanas.

Esta técnica ancestral se mantiene en un pequeño sector del país en la provincia del Cañar, cantón Azogues, parroquia San Miguel de Porotos, que inició en la vida republicana como anejo del Cantón Paute, en 1846, cuando la provincia del Cañar formaba parte de la jurisdicción territorial del Azuay. En el año 1848 se convirtió en vice-parroquia y 2 años más tarde, en 1850, fue declarada parroquia eclesiástica con su anejo, San Cristóbal. Posteriormente, el 8 de septiembre de 1852, pasó a ser parroquia civil. Tiene un área aproximada 80 km² y se localiza a unos 10 km, en dirección sureste desde el centro de la ciudad de Azogues.

Las comunidades Jatumpamba, Pacchapamba y Olleros, pertenecientes a San Miguel de Porotos, mantienen esta labor tradicional, siendo la comuna de Jatumpamba la más reconocida. Su nombre deriva de los vocablos qichuas hatum, que significa grande, y pampa, planicie o llanura, es decir, ‘Llanura Grande’.

La alfarería ha sido uno de los referentes de este poblado, precisamente, Lena Sjöman, antropóloga que trabajó junto con el Cidap (Centro Interamericano de Artesanías y Artes Populares) a finales de la década de los 80 y principios de los 90 en este sector, menciona: “Esta tradición es muy antigua, debido a que para la realización de esta actividad se emplean las ‘huactanas’ que son objetos cerámicos cocidos, uno cóncavo y otro convexo respectivamente, que utilizan para el golpeado, que manifiesta una técnica Cañari. Estos golpeadores son herramientas que distinguen la alfarería de Jatumpamba, estos consisten en dos ‘martillos’ de arcilla cocida”. El convexo se emplea para golpear y moldear la arcilla desde adentro de la olla, el cóncavo sirve para moldearla desde afuera.

La investigadora Lena Sjöman registró en 1987 a 100 mujeres alfareras, actualmente solamente 9 mantienen la actividad, que se remonta a una técnica que tiene más de mil años (período de Integración Regional 500 d.C-1532 d.C). La elaboración de ollas y vasijas inicia con la extracción del material y su traslado; posteriormente se lo deja secar y nuevamente se lo humedece por al menos 15 días. El desgrasante o atemperante que se emplea para darle consistencia a la arcilla es la arena, sea esta de consistencia fina, media o gruesa, extraída de varias minas del sector y mezclada en porciones similares.

Este proceso se realiza pisoteando el material con los pies descalzos, así se localizan las piedras y se eliminan las burbujas de aire que están aprisionadas en la mezcla, compactándola de forma idónea, este procedimiento dura alrededor de 1 a 2 horas.

Para la fabricación de la cerámica no se emplean tornos, más bien se mantiene la tradición de ir y venir de forma circular sobre una botija grande dispuesta boca abajo, que sirve de soporte para dicho fin; esta actividad se conoce como shiminchir, término quichua que significa sacar la boca; terminando este proceso con incisiones a modo de decoración. Después de reposar la actividad sigue con los golpeadores para darles forma, compactando las paredes de la pieza. La última etapa antes de la quema es el quinado, término que proviene de la palabra quichua quina, que significa rojo, es decir, se pinta la parte del pecho de la cerámica de color rojo a modo de decoración, este material también se extrae de zonas aledañas al sector. La quema se realiza al aire libre, lo que brinda a las piezas una oxigenación y aireación ideal a temperaturas que sobrepasan los 450 °C, dando como resultado una cocción de tipo oxido férrico.

La mayoría de las mujeres alfareras salían a mashcarir (intercambiar o realizar trueque) a sectores como Déleg, Gualaceo, Paute, Cuenca, Girón, Cañar y otras, cargando sus ollas a pie, se intercambiaban por maíz, cebada, papa, frutas o animales menores, pocas veces se las vendía debido a que los precios eran muy bajos.

Las alfareras de Jatumpamba, Pacchapamba y Olleros, producen ollas, cántaros para fermentar la chicha, tinajas para guardar granos, chingos, torteros y shilas. Actualmente se elaboran floreros, alcancías u objetos con fines decorativos, evidenciando un gran ingenio por parte de estas artesanas. Al igual que otros trabajos artesanales del austro del Ecuador la elaboración cerámica con técnica Cañari tiende a desaparecer, son pocas las alfareras que mantienen esta práctica en este sector, en su mayoría se trata de personas de avanzada edad (entre 50 y 70 años) lo que da cuenta de la progresiva pérdida de este conocimiento. (F)

Cañar tiene gran riqueza cultural

El mayor auge fue en el periodo de integración

Aunque las cualidades plásticas de la arcilla ya eran conocidas en el Paleolítico, la transformación de su estructura física, mediante el calor, no parece manifestarse hasta el Neolítico (6.000 a.C en el viejo continente y 4.000 a.C. en el Nuevo Mundo). La alfarería se desarrolla como un tipo de especialización de trabajo, hoy considerada como una manifestación cultural ancestral, según el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural, que aún se mantiene en el sur del país. La cultura Cañari que tuvo su auge en el Período de Integración, históricamente tuvo una relevante importancia dentro de la producción cerámica a escala regional, su vínculo con este pasado se mantiene en la memoria de ciertos sectores rurales de esta provincia.

Cañar ha sido considerada como la cuna de los bravos cañaris, grupo cultural que tuvo gran influencia no solo en el actual territorio de esta provincia, sino que se asentó en un amplio espacio que comprende las provincias de Azuay, Loja, Morona Santiago y parte de la Costa. Sitios arqueológicos como Cerro Narrío, Huairapungo, Culebrillas, Cojitambo e Ingapirca dan cuenta de una inmensa riqueza cultural presente aun en algunos sectores de esta jurisdicción. (O)

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