Para Kevin, la noche previa al vuelo en un avión de las Fuerzas Armadas, no tuvo nada de tranquilidad. Pensaba cómo sería estar en las alturas, se puso nervioso a ratos y hasta desayunó solo un poco de café.

El niño, de apenas 9 años, jamás había estado en un avión. Ese día se despertó muy temprano para ir a la escuela Jorge Valencia de Morascalle y desde allí, en un bus, llegar hasta el aeropuerto de Cuenca, donde miembros de las Fuerzas Amadas y el avión que les habían ofrecido los esperaban a él y a más de 500 niños.

En la sala de embarque, la mirada de Kevin era idéntica a la de los demás niños que llegaron de la provincia del Cañar y de varias escuelas fuera del cantón Cuenca. “Sí estoy nerviosa”, dijo Maribel, una niña de 10 años que lucía una hermosa pollera, en su rostro había una mezcla de susto y alegría.

Llegó el momento de ir al avión de las Fuerzas Armadas. Todos corrían con la ayuda del personal del aeropuerto. Los rostros se tornaban más pálidos que cuando estaban en la sala de espera. Cuando el avión despegó, llegó el primer grito de todos. “¡Parece la rueda moscovita!”, dijo alguien que estaba al fondo del avión, mientras el resto busca la ventana para ver qué había abajo.

“Mira allá las casas”, decía Carlos, un niño de la parroquia Tarqui que jamás soñó estar en un vuelo de avión. “Mi papá se fue en avión y no ha regresado”, contó a uno de sus compañeros. Nadie sabe que más pasó por su cabeza ese momento.

El personal técnico del avión ayudó a los niños a soltarse los cinturones de seguridad, pronto se olvidaron de todo y comenzaron a ver la ciudad desde lo alto. “Está lindo”, expresó Cristian quien vino desde Cañar para estar en el vuelo que ofreció las fuerzas armadas a los niños de escasos recursos económicos de Azuay y Cañar.

El capitán Diego Muñoz, al mando de la nave, sobrevoló la ciudad por más de 15 minutos en un avión que está destinado al traslado de personal del ejército. Según el departamento de relaciones públicas de esta institución, entre 2 mil y 3 mil niños de escasos recursos económicos sobrevuelan anualmente las diferentes ciudades del país, “esto como una contribución que hace el Ejército a los niños que jamás tuvieron la oportunidad de subirse a una aeronave”.

María Eugenia Naranjo, directora de Comunicación, dijo que la elección de los menores se hace mediante coordinación con el Ministerio de Educación, en el caso de Cuenca, también con el ECU911 Austro que han apoyado en estas actividades.

Los familiares que acompañaron a los menores hasta el aeropuerto  pidieron que este servicio, que a la vez se convierte en distracción para los niños del país, se mantenga  “muchas veces ellos no tienen la suerte de subir a un avión”. (F)