Cuando los jóvenes no tienen un móvil en sus manos entran en ‘pánico’
Estudiantes consideran que ‘dependen’ del celular
A eso de las 6:05 suena el despertador y un estudiante universitario se levanta. La alarma ya no es el grito del padre o de la madre o quizás un viejo reloj de sonido histérico, sino el tono que proviene de su teléfono inteligente, que está colocado al lado de su almohada con unos 50 mensajes de WhatsApp esperando, 8 notificaciones con resultados de partidos de fútbol y un mensaje en Facebook.
Este puede ser un resumen del inicio de cada mañana de varios ecuatorianos. Actualmente este país posee 16,9 millones de líneas móviles, cifra que supera en 1,5 millones al total de la población.
Según estudios, el 51,3% de la población de 5 años en adelante tiene por lo menos un celular activado. En 2011 ese porcentaje era del 46,6%. Por edades, el grupo con mayor uso de teléfono celular activado es la población que se encuentra entre 25 y 34 años con el 76,5%, seguido de los de 35 a 44 años con el 76%. El nivel de crecimiento de este producto es tan alto como la dependencia que genera en nosotros. Se ha vuelto casi tan necesario como la vestimenta.
A las 6:55 nuestro estudiante cuencano va camino a la universidad y se percata de que algo falta. Regresa a su casa corriendo en estado de angustia y lo encuentra justo donde lo dejó, sobre su almohada. Allí está su celular.
Esta dependencia hacia el celular está tan arraigada en muchas personas que los psicólogos en la actualidad la consideran como una adicción. Se la conoce como nomofobia, la cual, según los expertos, es el miedo irracional a salir de casa sin el teléfono móvil. El término es una abreviatura de la expresión inglesa no-mobile-phone phobia.
Una adicción que se está haciendo fuerte entre los jóvenes. Especialmente en las personas que están entre los 18 y 24 años, es decir, estudiantes universitarios.
Los teléfonos cambiaron el ritmo de vida de los estudiantes
Las clases en las universidades no son las mismas desde que los teléfonos inteligentes ingresaron al mercado. La atención al profesor es casi nula ya que el celular motiva a la distracción. “Los alumnos son propensos a diversas distracciones y en la actualidad sin el consentimiento del uso de estos teléfonos los docentes deben lidiar para obtener la atención de los alumnos”, señala Rebeca Moscoso, vicerrectora del colegio Manuela Garaicoa. Pero no solamente el profesor lucha por la atención de los jóvenes, también sus familiares y hasta compañeros de clase, que se ven muchas veces excluidos por el constante uso del aparato móvil.
Es tal la necesidad de llevar el celular a la mano que cuando este no se tiene consigo la persona se siente insegura, incluso ‘desnuda’. Estudios realizados por el Centro Especializado en Trastornos de Ansiedad revelan que el 53% de los usuarios de teléfonos móviles tienden a sentir ansiedad cuando pierden su teléfono móvil, se les agota la batería, el saldo, o no tienen cobertura de red.
En la hora del almuerzo (14:00) nuestro joven cuencano almuerza con sus hermanos, todos con el celular en la mano. Uno de ellos sigue un partido de fútbol en directo, el ñaño observa videos ‘chistosos’ en Twitter y la hermana consulta la foto que han subido sus amigas a Instagram. Todos están ‘conectados’.
Las personas que tienen este padecimiento o adicción consideran a sus smartphones como la posesión más valiosa de sus vidas y si no los tienen, no se siente acompañados. Los síntomas de la nomofobia incluyen sentimientos de pánico o desesperación cuando no está el celular a la mano; quienes la padecen no son capaces de concentrarse en las conversaciones o el trabajo por estar pendientes del aparato y constantemente chequean sus teléfonos para ver si tienen alguna notificación. Algunas personas pueden pensar que su teléfono está sonando cuando no lo está.
Ya a eso de las 23:00, y con celular en mano, después de revisar el WhatsApp, ver las fotos de Instagram, leer las noticias de Twitter, reírse con las actualizaciones, el joven universitario cuencano se dispone a dormir con la información, el entretenimiento y la distracción que recibió de su teléfono inteligente.
“A ratos maldigo el momento en que aparecieron estos teléfonos, pero al mismo tiempo en emergencias son de ayuda”, dijo Antonio Benalcázar, un padre de familia que tiene 2 hijos y que, según él, no son la excepción al tema. El hombre señala que los jóvenes son tan ‘hábiles’ que incluso chatean mientras manejan su carro por las calles. (F)