En Cuenca, los prejuicios contra los grafiteros y su arte siguen latentes
Al grafiti, en la actualidad, se le considera un arte urbano. Utiliza la pintura en spray generalmente, para dar mensajes mediante dibujos o textos; con frecuencia está plasmado en muros y paredes.
Esta forma de comunicación tomó fuerza con la cultura hip hop, que surgió a inicios de la década de los setenta en EE.UU. Al comienzo, la idea fue marcar territorio mediante pseudónimos o con los tags (etiqueta o firma), esto pronto evolucionó, ya no solo se veían apodos, sino dibujos complejos con nombres de crews (grupos de gafiteros), músicos, o mensajes de protesta.
En nuestro país esta corriente inició su apogeo a inicios de los años 80. Los primeros mensajes se vieron en Quito, frases como: “La sociedad construye abismos/ hay niños en las calles vendiéndolos”, no tardaron mucho en extenderse y llegar a Cuenca, donde “al igual que en todas partes y al igual que todas las artes, parece haber llegado para quedarse y evolucionar de una manera propia”, comenta José Coronel, estudiante de artes de la UDA.
Todos estos movimientos: el rockero, que apareció antes de La Revolución de las Flores, o el punk que nació después del hip hop, son impulsados por jóvenes marginados, que al no tener espacios de expresión, han buscado alternativas, una de ellas ha evolucionado hasta convertirse en un “arte de la calle”.
Uno de los problemas que enfrenta este círculo en nuestra sociedad es el prejuicio, pues grafiteros cuencanos aseguran que aún es difícil proponer sus obras ante la sociedad, porque se las relaciona con el vandalismo.
Afirman que lo que hacen requiere mucho esfuerzo y que este termina siendo un arte caro, pues tienen que autofinanciarse para conseguir los materiales y hacer obras gratuitas, que muchas veces no son valoradas.
Hay personas que les dejan que pinten sus casas, otras que les dan los materiales: pintura, spray, rodillo, que es lo básico, pero muy pocas pagan económicamente su trabajo.
Entre los expertos tienen claro que no todo lo que se raya en una pared merece ser llamado arte. Uno de los problemas que ha enfrentado la fachada de la urbe cuencana, según las autoridades, ha sido la invasión de tags o firmas, símbolos, frases, que muchos ciudadanos consideran antiestéticos.
Una buena pintura sirve para reclamar por algo injusto, plasmar ideas o crear preguntas; esto es lo que le gusta a Xavier Vintimilla ‘Ener’, artista urbano, quien comenta: “El grafiti se ha vuelto muy subjetivo, es imposible interpretarlo de una misma manera por dos personas y es lo que busco, no dar respuestas sino crear preguntas, algo como místico. Hay otros que dan un mensaje social directo y algunos solo quieren dibujar su imaginación pero en todos los estilos hay buenas pinturas”. Apunta.