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En Cuenca 2.434 personas tienen discapacidad visual, total o parcial

Adrián Manzano se ha convertido en periodista deportivo, pese a sus problemas en la vista.
Adrián Manzano se ha convertido en periodista deportivo, pese a sus problemas en la vista.
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Adrián perdió la vista cuando aún era niño. Su madre siempre luchó por su educación y por verlo triunfar. Hoy, el joven se ha convertido en un periodista de radio, reconocido por sus mismos entrevistados.

En el registro nacional de discapacidades del Ministerio de Salud consta que en la provincia del Azuay hay 3.429 personas con discapacidad visual y solo en Cuenca existen 2.434 ciudadanos en esta condición.

En septiembre de 1965 se fundó la Sociedad de No Videntes del Azuay (Sonva), ubicada en el sector del Vergel en la calle de Las Herrerías. Esta asociación surgió la necesidad  de mejorar la calidad de vida de las personas no videntes o con baja visión. En la actualidad y a través de cursos de educación especial, música, biblioteca braille, rehabilitación, recuperación pedagógica, entre otros servicios, este se ha consolidado.

Alcívar Vega es su actual líder y docente de la institución, ha sido presidente por varios períodos, ejerce su profesión de psicólogo educativo y pedagogo, también cuenta con una maestría y como pasatiempo se dedica al canto.

Un periodista de radio

Para Adrián Manzano, su bastón es su mejor compañero. Él trabaja en una radio local en la sección de deportes y, como él mismo comenta, su sueño siempre fue ser parte de un medio de comunicación. Realiza entrevistas y reportajes deportivos desde hace más de un año.

A temprana edad (6 años), tras un accidente perdió completamente la vista, él comenta que lo poco que recuerda es que le gustaba hacer dibujos y pintar cuando era niño. No recuerda mucho los colores, sin embargo, dice que el amarillo le gustaba mucho.

Desde niño su madre ha sido su pilar fundamental. “Mi mamá es la persona que más me apoya para que surja en la profesión que a mí me encanta” comenta.

Este joven de 25 años ha logrado mucho pese a todos los obstáculos impuestos por la vida. Su trabajo le ha permitido estar cerca de grandes deportistas como Rolando Saquipay y Jefferson Pérez, referentes de la marcha mundial, quienes también le han reconocido por su desempeño y perseverancia.

Adrián sabe de las habilidades que ha desarrollado a lo largo de los años. Cada vez se siente como una persona más independiente, aunque para movilizarse dependa de su bastón, de los audios en los buses y un mapa imaginario de Cuenca le permite recorrer  varios sectores de la ciudad.

“La mayor parte de las personas considera que los no videntes somos inútiles, que no servimos para nada y que debemos pasar en la casa”, señala el joven y agrega que a veces las personas se tropiezan con el bastón y se molestan con él. “Me han gritado cosas como si eres ciego para qué sales y eso para mí es una completa humillación”, indica.

A pesar de los comentarios groseros y negativos, Adrián ha participado en cursos de capacitación en otras ciudades y sueña con viajar al extranjero ya que según él ha investigado el trato a las personas no videntes en otras ciudades del mundo.

Es amante de la informática y de la lectura. Sabe leer y escribir perfectamente en braille y ha desarrollado mucho el tacto y el oído.

Pero no solo Adrián es un triunfador, también están Pedro Encalada y María Belén. Él nació sin visión y ahora es estudiante de Sonva. A pesar de tener 63 años dice que sigue aprendiendo. “Yo solo quiero pedir que la gente respete un poco más al prójimo. Aquí en Cuenca las personas insultan”, indica.

Belén, en cambio, es una joven que asiste 3 tardes a la semana a Sonva, vive con sus padres y sus hermanos menores quienes la apoyan incondicionalmente. Trabaja ya 5 años y medio en el Liceo Cristiano de Cuenca como ayudante de secretaría y como mensajera.

Como su mejor experiencia, Belén comenta que a los 15 años viajó a la ciudad de Loja y a pesar de haber sido su único viaje fue una experiencia única ya que desfiló como madrina de una institución.

La alegría de ese día aún no se borra de su rostro. “Quisiera revivir esa experiencia” dice, y agrega que aquella vez usó un vestido largo. Su principal pasatiempo es la música, le gusta cantar, tiene muchas habilidades, aunque ella no lo ve como una profesión seria, sino más bien como algo para distraerse.

Ha sido invitada a participar en varios eventos fuera de la ciudad pero no ha tenido la oportunidad de viajar, ya que no tiene quién la acompañe por las distancias.
Para ella y sus compañeros lo más difícil ha sido la inclusión social, ya que no existen lugares especializados para personas con discapacidad visual y esto hace que se dificulte su aprendizaje.

“Yo quisiera ver algún día, clarito, como ustedes, los paisajes, las luces, el día, las ventanas, los carros, todo lo que Dios ha creado, pero clarito”, señala con nostalgia.

Ella se maneja sola. Sube y baja gradas, va en bus, cruza la calle, camina por las veredas y se orienta por sí misma. Belén afirma que las primeras veces se perdía pero que poco a poco fue aprendiendo a seguir el camino y ubicarse hasta llegar a su destino.

“Me he dado cuenta de una cosa: y es que el mundo de los videntes es uno y el mundo de los no videntes es otro”, señala. (I)

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