Lugares como la cueva de los Tayos es otro atractivo de la zona
En Chiviaza, las cascadas generan la identidad de la zona y de su gente
Por Darío Valverde
Los buses, como todos los días, actúan como despertador no programado en el centro de Cuenca. Esta vez no fue la excepción, la bocina de un transporte público en la calle Tarqui hace que nos apresuremos para emprender el viaje a la Amazonía, a la provincia de Morona Santiago.
A las 9:15 se inicia la hazaña en medio de una mañana nublada, que abrigaba las esperanzas de que se despeje y dé oportunidad para que el sol haga su aparición.
Para llegar a La Lave, ya en la provincia de Morona Santiago, hay que viajar 181 km por la vía Gualaceo-Limón, y descender hasta los 1.100 metros sobre el nivel del mar. Por la ventana se observa como la vegetación de la Sierra y Amazonía en un punto comienza a separarse, el llano y las praderas rocosas, bajo una densa neblina, van quedando atrás para dar paso a grandes árboles que crecen abundantemente y crean esa selva espesa y húmeda, considerada un pulmón del mundo.
Al mediodía, el bus se detiene en General Plaza, cabecera cantonal de Limón Indanza. Allí desembarcan algunos pasajeros que han llegado a su destino; otros siguen su recorrido.
En la tarde el viaje es a Chiviaza, parroquia rural de Limón Indanza, el objetivo es visitar las cascadas de la zona, a 15,5 km de General Plaza; la parroquia ocupa un territorio de 285,55 km y está dividida en 13 sectores; tiene 772 habitantes, según registros de 2012 del GAD Municipal.
Son las 16:00, ya en suelo ‘chiviasence’, la primera gran impresión la genera el cerro que lleva el mismo nombre del sector, se trata de una enorme elevación de 900 metros que tiene al pueblo en sus faldas; la mayoría de viviendas son de madera con techos de zinc, todas rodeadas de plantas y árboles frutales: limones, caña de azúcar, guabas, guineo orito, plátanos y otros productos. Su belleza no tiene comparación, el agua forma velos que impresionan a los visitantes.
La mejor carta de presentación
No es difícil llegar a la cascada Lanchi, situada a 5,5 km del poblado, tiene una caída de 35 metros, proviene del río Nachiquin que nace de la montaña Chiviaza. La caída de agua es adornada con naturaleza autóctona; helechos, bejucos, guarumbos, matapalos, y una infinidad de plantas de todo tamaño.
Al día siguiente se visita las cascadas del río Chiviaza, aquí se debe emprender algo más de 10 minutos de caminata antes de llegar al arroyo y apreciar su belleza. Para arribar al sitio es necesario atravesar un largo potrero, donde el turista abre el camino al andar. Algunos moradores de la zona creen que el patizal es un problema ecológico, pues la tala de la árboles abre espacio a la hierba y desplaza algunos animales.
Cerca del arroyo se aprecia la vegetación propia del sitio, empieza a sentirse la humedad de la selva, bajo la sombra de los árboles se observan las primeras chorreras, 2 vertientes separadas por 4 metros de remanso; ambas con una caída de 2,5 metros aproximadamente. La tercera cascada, un pequeño desplome de agua, separada de la cuarta por 3 metros, lo que permite una vista espectacular, la última cascada nace de un riachuelo que se une al Chiviaza. Lo mejor del espectáculo natural es un estrecho con agua colorada poco profunda que corre entre piedras oscuras cubiertas con un musgo verde que da la apariencia de una alfombra. De una piedra oscura de 10 metros de alto baja agua blanca que al caer al pozo cambia de color.
Más arriba, 3 cascadas pequeñas a la misma altura del afluente, separadas solo por piedras unas de otras, advierten que las sorpresas no terminan, pero lastimosamente para el viajero es hora de volver.
El camino de regreso es corto, los atajos ayudan en gran medida, el sol en medio del firmamente anunciaba que ya era medio día.
Sin duda, algo que sorprende es la falta de promoción del lugar. “Hay un proyecto turístico diseñado en 2002 que nunca se concretó” dice Germán Valverde, presidente de la Junta Parroquial.
“Buscamos en esta gestión terminar el plan que no solo abarca las cascadas de aquí cerca, también están las de la orquídea y El Carmen. Otro atractivo turístico es el cerro Chiviaza, allá hay una infinidad de animales, como guantas, guatusas, sajinos, armadillos y la vista es impresionante”, promociona Valverde mientras reproduce el vídeo del proyecto frustrado.
“La garganta del río Yunganza también es nuestra” es un callejón natural de un metro por donde pasa todo el caudal. También pertenece a esta parroquia la Cueva de los Tayos, “se va por La Esperanza, sector de Chiviaza, hay que caminar 2 días”, advierte el funcionario.
A parte de naturaleza “también tenemos petroglifos en diferentes sectores”, indica, agregando que hay un recurso turístico no explotado hasta ahora y que es necesario que las autoridades de la provincia y del país se preocupen por promocionar estos encantos del país.