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Ecuador, 03 de Febrero de 2025
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El Telégrafo
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El tuning, una obsesión que no tiene límites de inversión

En los últimos años han aumentado los concursos de este tipo de carros a nivel local y nacional. En estos certamenes no hay incentivos económicos sino simbólicos como trofeos y placas. FOTO: CORTESÍA.
En los últimos años han aumentado los concursos de este tipo de carros a nivel local y nacional. En estos certamenes no hay incentivos económicos sino simbólicos como trofeos y placas. FOTO: CORTESÍA.
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Para los amantes del mundo tuning, la actividad de modificar los autos con distintos componentes estéticos, de audio y luces, la fuerte inversión de dinero que realizan no representa mayor sacrificio.

Los valores que gastan en la compra de accesorios son similares a los que un empresario requiere para emprender con un proyecto.

Ellos anhelan seguir en lo que se ha convertido en una pasión así el mundo se ponga en contra de que continúen.
Francisco Quezada, por ejemplo, tiene 26 años, 4 de ellos los ha dedicado a transformar su vehículo marca Chevrolet Swift, modelo 1995.

Adquirió el auto hace 6 años, en $ 6 mil, cuando su estilo era estándar, es decir, con las características propias de fábrica. Dos años después, al observar cómo sus amigos adornaban sus bólidos —como denominan ellos a sus autos—, sintió que esa actividad iba acorde a sus intereses.

La primera modificación que efectuó fue el cambio de aros de los neumáticos, del número 13 al 15. Para esto, debió antes previamente arreglos en el compacto y en la carrocería.

Después alteró los faldones, el volante, el tablero, las luces, el ‘pomo’ de la palanca de cambios y otras decenas de artículos que hasta la fecha bordean una inversión aproximada de $ 7 mil.

Varias son las estrategias que este cuencano, estudiante de hotelería de la Universidad de Cuenca, ha utilizado para conseguir el dinero e invertirlo en su Chevrolet Swift.

Una parte de la financiación proviene del aporte de sus padres, otra de la ayuda de su enamorada, Silvana Remache, también de las ganancias obtenidas por la venta minoritaria de ropa, y hasta de los ahorros de los ‘fiambres’ que le regalan sus ascendientes cuando va a educarse.

“A veces hay que hacer sacrificios para tener el dinero y comprar algo, por ejemplo, no comer un sánduche, una salchipapa, dejar de salir con los amigos, no comprarse ropa (...) mis padres al principio me decían que estoy loco, pero ahora que ven que he ganado reconocimientos a nivel de la ciudad y el país, me felicitan y están más tranquilos”, acota.

Francisco menciona que continuará modificando su vehículo, motivado por los 19 trofeos que ha ganado en los eventos desarrollados en la ciudad y a nivel nacional.

Otro de los casos de pasión por el mundo tuning es el de Pedro Padilla, de 33 años.

Él, en cambio, financia totalmente la inversión para los cuidados y arreglos que ha tenido su carro, un Suzuki I, modelo 1991, que compró, hace 2 años, en $ 4 mil.

Hasta el momento ha gastado aproximadamente $ 3 mil, repartidos en variaciones de pistones del motor, bajado del cabezote, nuevas válvulas de admisión, la colocación de una barra estabilizadora, modificación de los asientos, cambio de volante, implementación de un radio moderno, planta de audio, implementación de neblineros y más.

Sus padres no lo apoyan para que continúe en esta actividad, pues creen que representa un derroche de dinero.

“Gracias a Dios he tenido el sustento para dedicarme al tuning. Para eso trabajo en una empresa privada y a parte tengo un negocio de videojuegos, de donde se saco (el monto) para mantener el carro”, analiza.

El esfuerzo ha tenido su recompensa, pues en la actualidad en su hogar están exhibidas las 14 copas locales y nacionales que ha conseguido en diversos certámenes.

“Creo que es un pasatiempo sano. Yo no tomo, no fumo, no tengo vicios y me entretengo con esto. ¿Qué más puedo pedir?”, finaliza.

Los eventos tuning han ganado adeptos en la ciudad y el país, pues regularmente se efectúan competencias en las que participan decenas de vehículos.

Estos se disputan en 2 categorías: estética, en la que se valoran los accesorios con que cuentan los carros, y su presentación; y, audio, que sirve para medir la intensidad y calidad de los sonidos, en decibeles (unidad de medida del audio).

Los triunfadores no reciben incentivos económicos, sino se conforman con premios simbólicos, como trofeos y placas que exhiben con orgullo.

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