La mirada de Daysi Díaz está fija en el frente, y su mano derecha lista en la palanca de cambios del vehículo para variar de marcha cada vez que haga falta. Tiene claro que al conducir un autobús no puede perder la concentración ni un solo momento. Su automotor, con registro 0254, cubre la ruta Challuabamba-Feria Libre-Challuabamba.

Tiene 39 años y es la única mujer en Cuenca que se dedica a conducir un vehículo de transporte urbano por las calles y avenidas de la ciudad. Desde que tenía 14 años estaba en un carro, en esa época era cobradora de pasajes.

En 1997 su padre Jaime compró una unidad de transporte y desde ahí solo deja el carro al cuidado de un chofer los domingos.

Generalmente se despierta a las 05:00 y trabaja hasta las 22:00. En cada jornada transporta unos 700 pasajeros, pero —dice— pocos se percatan de que al frente del automotor está una mujer. “La verdad no me di cuenta y me alegro de que sea una mujer”, indica el usuario Óscar Ojeda.

Al igual que los demás conductores usa uniforme. “No porque sea mujer, debo tener preferencias”, indica. Quizás lo que le diferencia del resto de choferes es su peinado (lleva el cabello recogido en una colita). “Todos mis compañeros me respetan”, manifiesta con orgullo, mientras pide a los pasajeros tener cuidado al bajar.

Pero también señala que algunos transeúntes y choferes la tratan de manera diferente. “Hay personas que me insultan o me dicen que me vaya a la cocina”.

Para Díaz, que conoce ‘al dedillo’ los recorridos y hasta los obstáculos de las vías, uno de los problemas de su trabajo, además de la congestión vehicular, es lidiar con los usuarios. “Son más de 700 criterios diferentes”, dice mientras sus pasajeros le esperan en la calle Sangurima a la altura del mercado 9 de Octubre.

“Son pocos los que suben con cortesía, incluso algunos me piden pagar menos —manifiesta— otros ponen solo $ 0,05 y hasta quieren  vuelto”.

La única vez que ha tenido que parar su trabajo  y que ha sido detenida —recuerda— fue cuando una persona recibió un golpe de su bus. “Fue el peor momento de mi vida, la persona cruzó imprudentemente la calle, yo no pude hacer nada; por ventaja solo fue un golpe”.

Nació en Naranjito, provincia del Guayas, pero desde pequeña vivió en Cuenca. Estuvo casada pero no le fue bien en el matrimonio por lo que se divorció. Es hincha del Barcelona, y aunque pocas veces va al estadio lleva en su autobús un reloj y varias escarapelas alusivas al  equipo guayaquileño.

“Esta es otra forma de dar respeto a los usuarios, porque una mujer tiene actitudes más delicadas”, indica Leonardo Albarracín, gerente de la empresa de transporte Concuenca. Para Patricio Ortiz, compañero de profesión, el trabajo en un bus no es exclusivo de hombres y esta es una buena alternativa que ahora tiene el transporte.

Luego de una hora con 27 minutos cumple con su recorrido. Indica que los horarios son difíciles de cumplir por las obras que se realizan en Cuenca y también porque el pasajero no quiere utilizar una tarjeta para el pago. (I)

DATOS

Mercedes Galán, usuaria del transporte público, cree que las mujeres deben tener más oportunidad en trabajos fuertes, como la conducción de un bus por la capital de los azuayos.

En Cuenca trabajan 475 unidades de transporte urbano. El horario va desde la 06:00 hasta las 22:00 y se calcula que trasladan alrededor de 200 mil personas diariamente.

Para Daysi Díaz, la ruta que más problemas le ocasiona debido al intenso tráfico es la 22, la cual va desde la Universidad de Azuay hasta el sector de los Salesianos.

La Cámara de Transporte de Cuenca analiza la posibilidad de adquirir nuevas unidades en los próximos meses y sus directivos no descartan que las mujeres sean tomadas en cuenta para conducirlas.