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Ecuador, 19 de Enero de 2025
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Cuenca, lista para el concurso de monigotes

Muchos ciudadanos compran los monigotes con anticipación, pues ellos creen que el 31 aumentan los precios o se agotan los que ellos requieren. Foto: Fabricio Cruz / El Telégrafo
Muchos ciudadanos compran los monigotes con anticipación, pues ellos creen que el 31 aumentan los precios o se agotan los que ellos requieren. Foto: Fabricio Cruz / El Telégrafo

Este año, el turno para ser quemado es, sin duda, del ‘Chavito’. Cientos de muñecos que lo representan han sido elaborados por las manos de Antonio Solano Ramos. Este machaleño que vive en la calle Arízaga lleva 35 años fabricando monigotes.

Cuando Solano se enteró de que Roberto Gómez Bolaños falleció, no lo pensó 2 veces, supo que ya tenía listo el negocio que ayudaría a mejorar la Navidad y el fin de año.

El artesano de 65 años utiliza su humilde hogar como taller, el espacio está repleto de ‘años viejos’ y su problema al caminar no es un impedimento para que el hombre siga creando los muñecos.

Hacer monigotes en su familia es una tradición, desde el más pequeño hasta el más adulto ayudan a confeccionarlos, ya sea cortando el cartón o preparando el engrudo. Solano comentó que desde junio comienza a elaborar estos muñecos y precisó que prevé vender unos 200 hasta que se acabe el año.

Rosa Ramos, de 70 años, elabora sus propios muñecos rellenos de papel. “Los vendo a $ 10, este año solo hice 20” comentó la mujer, quien, a pesar de su avanzada edad, elabora sola los monigotes.

Otro de los artesanos es Arturo Solano, quien también elabora al personaje más querido por los chicos: el Chavo del 8. La mayor parte de estos muñecos son realizados con molde y, según Solano, son más fáciles de hacer, “en 3 o 4 días ya están listos para la venta, mientras que los manuales demoran de 15 a 20 días, así mismo son los más costosos”, dijo el también comerciante.

En una cuadra de la calle Arízaga todos pertenecen a la familia Solano–Ramos, ellos fueron quienes iniciaron con “la novedad de los ‘años viejos’ en Machala”, aseguró Antonio.

Además del Chavo del 8, los equipos guayaquileños Barcelona y Emelec, son los preferidos por los compradores. Los precios varían, el muñeco más económico está en $ 5 y el más caro puede llegar hasta los $ 150.

Para los clientes, escoger entre tanta variedad no es fácil. Mario Ángulo buscaba entre los puestos al famoso Gokú a petición de su hijo. Uno de 50 centímetros cuesta $ 10. Son alrededor de 45 las familias que, organizadas en una asociación, se dedica a la confección de los monigotes en el sector. Cada familia elabora un promedio de 200 muñecos. Los más expertos en el oficio elaboran hasta 7 monigotes al día.

Tradición en familia

Juntar ropa vieja, coserla y luego rellenarla de periódico y aserrín es la costumbre que ha mantenido la familia Pérez Calle, en el barrio Acapulco de Puerto Bolívar. El balcón de su casa es el lugar donde se expone al ‘viejito’ que quemarán el próximo 31. “Queríamos una careta que se parezca al exjefe de mi esposo, pero no encontramos”, cuenta riendo Mariuxi Calle, a quien encontramos pintándole la barba a la careta que consiguió con un marcador permanente negro.

Como esta familia existen cientos que elaboran los años viejos en la casa, rescatando la tradición que aún se mantiene en los diferentes rincones de Machala. 

En vísperas del 31 de diciembre, en cada casa las habilidades crecen en algunos de los miembros de las familias. Francisco Sánchez, por ejemplo, no es de la idea de comprar un monigote. “Me gusta darme tiempo para construirlo y ver cómo queda, es satisfactorio ver el trabajo terminado, junto a la familia”, dijo.

En Cuenca, el concurso de años viejos ya es una tradición
Despedir el año con la quema de monigotes es una tradición que se ha afianzado generación tras generación en esta ciudad.

Antes del 31 de diciembre, las familias cuencanas inician un ritual que termina con la quema del tradicional ‘año viejo’, monigote al que, mientras se va incendiando, se le golpea con una correa para que “la suerte llegue a los que fueron representados en él”, todo en medio de una fiesta, en la que se mezcla la comida de Navidad y unos cuantos canelazos (agua de canela con aguardiente). No se puede quemar al ‘viejo’ sin la ‘viuda’ que, vestida de negro, espera la lectura del testamento, mientras el baile se acentúa entre los invitados.

Muchos cuencanos arman sus propios muñecos, otros en cambio,  prefieren comprar uno en las avenidas de la ciudad, donde se instalan los vendedores monigotes que van desde los $ 4 hasta los $ 150, dependiendo del tipo de confección.
En Cuenca se han establecido 14 lugares donde los comerciantes pueden vender los muñecos que son, ahora, solo a base de cartón y papel, ya que está prohibida la venta de los de aserrín, un elemento altamente contaminante.

Según Carlos Álvarez, director de Control Urbano de Cuenca, este año se presentaron alrededor de 120 solicitudes para vender los muñecos. La mayoría de comerciantes son cuencanos, pero hay otros que llegan desde la Costa para presentar creaciones originales y bien elaboradas.

La Unión de Periodistas del Azuay (UPA) y el Amistad Club, por más de 40 años han organizado el tradicional concurso que se realiza en los barrios de la ciudad. Un promedio de 20 representaciones compiten por la dotación económica.

Para este 2014, los organizadores han destinado $ 10 mil para los ganadores, dinero que es producto de una ordenanza que existe en la Municipalidad de Cuenca para rescatar las tradiciones.

Según el presidente del Amistad Club, Patricio Astudillo, el 31 de diciembre la caravana en la que estará el jurado calificador comenzará su recorrido a las 19:00. Partirá desde el sector de la calle Presidente Córdova y Padre Aguirre.

La caravana estará acompañada de miembros de la Policía Nacional, del Cuerpo de Bomberos, Agentes de Tránsito y un grupo de payasos que forman parte de la institución organizadora.

Los barrios San Francisco, El Vado, Ciudadela Tomebamba, Gran Cove, Parque Víctor J. Cuesta y la zona de la cárcel, son los que más participación tienen cada año.

Para los ciudadanos, la noche del 31 es el momento de reír, pero también de despedir un año con sus cosas buenas y malas. “La noche del 31 de diciembre nos damos un buen abrazo entre amigos y familiares pensando que quizás sea el momento para olvidar muchas cosas”, dijo René Carrión.

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