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Las furgonetas son consideradas ‘piratas’ por un sector de transportistas

Cuenca-Guayaquil, ruta disputada por choferes

Por la avenida Remigio Crespo funcionan varias furgonetas que dan servicio a distintas partes del país. Foto: Fernando Machado / El Telégrafo
Por la avenida Remigio Crespo funcionan varias furgonetas que dan servicio a distintas partes del país. Foto: Fernando Machado / El Telégrafo
12 de julio de 2015 - 00:00 - Ana Carrasco. Universidad del Azuay

El calor de Guayaquil ‘evaporó’ la paciencia que quedaba en los usuarios de las furgonetas que dan servicio desde y hacia Cuenca.

“Señoras y señores: hay un cambio de planes... Vamos a tener que viajar a Cuenca por el Cañar (en lugar de ir por la vía a El Cajas)”, anunció el chofer al subirse a la buseta.

Su sonrisa tímida no cambió la reacción de molestia de los pasajeros. “¿En cuántas horas llegaremos?”, preguntó una pasajera mientras se sacaba los audífonos, asimilando la situación.

“Llegaríamos una hora más tarde de lo planificado ya que viajaríamos desde Guayaquil por La Troncal. La Policía está en la vía y nos han de parar”, explicó el chofer.

El servicio de busetas entre Cuenca y Guayaquil nació como iniciativa de 11 choferes de buses interprovinciales de Cuenca.

El negocio empezó con el mismo número de carros y ahora se ha extendido; a lo largo de la avenida Remigio Crespo se encuentran varias empresas que no solo dan servicio a Guayaquil, sino también a Machala, Loja, Macas, Quito y otras ciudades.

Estas legalizaron su servicio bajo la modalidad de transporte turístico, pero en realidad no se contrata una unidad sino pasajes personales.

Después de pasar Durán, el chofer sacó unas hojas y me las entregó. Me pidió que en caso de que la Policía nos parara, dijera que había contratado la buseta con fines privados. Revisé la hoja que decía que nuestro punto de partida era la ciudadela La Garzota y que llegaríamos a Las Pencas, en Cuenca.

Los Agentes de Tránsito tienen la orden de confiscar la buseta y multar con 2 salarios básicos unificados a la compañía que preste servicios de transporte de manera irregular. “Diga que usted ha contratado la buseta por la universidad”, dijo.

Dos jubilados sobre los 60 años y 2 personas de 35, se dieron cuenta de que su historia no sería muy creíble. Pasamos el peaje sin ningún problema y el chofer se mostró tan aliviado que decidió parar a comprar mangos a un vendedor ambulante.

Al subirse nuevamente a la buseta, con una bolsa de mangos maduros, el conductor anunció: “Ahora sí comenzamos el viaje”.

Intentó llamar a alguien por teléfono, quien no le contestó y reconfirmó que viajaríamos por Cañar. El chofer luego explicó que la compañía dispone de personas que avisan dónde está la Policía controlando el pase de las busetas.

El problema, dijo el conductor, es que muchas veces los policías están escondidos en la vía como ‘jaguares’, esperando atrapar a su presa.

Tampoco se sabe cuándo regularán el acceso de busetas. Muchos de los choferes se ayudan en la vía y se advierten “cuándo hay paso y cuándo no”.

A la altura de El Triunfo, en la provincia del Guayas, se divisan conos en la mitad de la calle, pregunté al chofer con ansiedad: “¿Nos hará preguntas? ¿Cree que nos pare?”.

El oficial nos hizo una seña y paramos. El chofer me miró y me tranquilizó diciéndome, entre dientes, que no me preguntarían nada.

Los Agentes de Tránsito están presentes en la vía Guayaquil– Cuenca por presión de las cooperativas de buses interprovinciales.

Según el chofer, desde que existe este servicio ‘expreso’, los conductores de buses se quejan diciendo que no es un servicio legítimo y que se han robado a sus clientes.

“Antes los choferes de buses se peleaban entre ellos por cada cliente, rebajando sus precios hasta $ 4 por un viaje de 3 horas. Ahora se han unido en contra de las busetas”, dice el chofer.

Los integrantes de las cooperativas de furgonetas, por otro lado, argumentan que no hay competencia ya que ellos cobran 50% más por el mismo servicio.

La duración del viaje también es menor en buseta (3 horas), mientras que en bus, con paradas para recoger y dejar a pasajeros, se hacen 4 horas y media.

De la misma manera entra en cuestión la seguridad de los pasajeros cuando recogen a otras personas en el camino.

El conductor de la furgoneta señala que su lema es “si salimos con uno, llegamos con uno. Nadie se sube a la buseta y nadie se queda en el trayecto”.

Según el chofer, su empresa realiza entre 25 a 30 viajes todos los días con busetas que salen cada hora desde las 4:00, el último viaje es a las 21:00. De esta manera se aseguran de que el servicio sea óptimo.

Después de un momento de silencio, el hombre se dirige y con sinceridad señala: “Mire, niña, este es mi trabajo. Todos necesitamos comer. El Gobierno nos corta las alas a los que intentamos salir adelante. Si no tuviera en qué trabajar, tocaría robar para dar de comer a mi familia y no me daría ninguna vergüenza”. (O)

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