Lo que para unos representó una jornada de religiosidad, para otros significó la posibilidad de acrecentar sus ingresos mediante el comercio informal, el jueves en la noche, mientras se efectuó la visita a las Siete Iglesias.

En los alrededores de los templos, en las plazas y en los parques por donde había procesiones, decenas de personas se asentaron con sus carpas y mesas, para exhibir distintos productos tradicionales.

“Hay que aprovechar que en Cuenca la gente es fiel a Dios y como llegan bastantes se puede vender algo”, manifestó Maribel Paredes, quien estuvo en los exteriores de la iglesia de San Alfonso.

Ella, junto a 3 familiares, levantó  2 puestos para ofrecer comidas típicas como humitas, tamales, quimbolitos, café, morocho  y agua de horchata.

Dice que estas fechas son ideales para el comercio, pues se duplica en comparación con días regulares.

“Yo vendo entre semana en la Feria Libre. Aquí, en la visita a las Siete Iglesias, el año anterior me gané unos $ 100, en cambio en días normales se gana la mitad”, acotó.

Margarita Paucar, en cambio, trabaja en las afueras de la iglesia de la Inmaculada o Catedral Nueva.
Con motivo de la visita de los devotos a este templo elaboró 3 bandejas de espumilla, para toda la noche, triplicando su jornada normal. “Yo vendo aquí ya 12 años, tanto los sábados y domingos, pero para estas fechas especiales siempre he trabajado un poco más”, dijo la vendedora.

Para que la jornada sea productiva, ella junto a su hija, debe terminar todo el producto, lo cual le representa una ganancia de $ 20 por bandeja.

“Se invierte $ 10 por cada una y al final queda un dinerito que sirve para seguir adelante”, sostuvo.
Sandro Imaicela llegó desde Santa Rosa, provincia de El Oro, para comercializar pelotas de plástico que él mismo fabrica y otros artículos importados como muñecos del Hombre Araña y aviones.

Para él las fiestas religiosas representan buenos ingresos en Cuenca, por la masiva presencia de la gente,  a tal punto que el año pasado en una noche vendió $ 300.

“Aquí, (la Guardia Ciudadana) nos  deja que trabajemos, pero que no nos quedemos parados sino que rotemos. En otras ciudades ya no dan facilidades”, finalizó.

2  turistas extranjeros aprovecharon la noche para vender cachorros de raza french poodle. Hasta las 21:00 habían negociado 3 de los 5 canes con los que llegaron hasta el parque Calderón. El precio por cada uno fue de $ 50.