A 73 años de la guerra con Perú, aún hay dolor en los recuerdos
“Ha pasado tanto tiempo que ya casi no recuerdo todo. Soy una de las sobrevivientes de la guerra del 41, cuando los peruanos nos invadieron, me vi obligada a buscar refugio en una huerta”, relata Juanita María Prieto Arcalles, quien a sus 93 años se llena de nostalgia y le vuelve el dolor al compartir lo que ahora es un recuerdo de lo que le tocó vivir.
Un sábado 5 de julio de 1941, para muchos comenzó ‘el infierno’. Las bombas caían por doquier y se dieron los enfrentamientos contra el Ejército peruano que estaba en cada rincón de la provincia de El Oro y en especial, en Puerto Bolívar.
Juanita tenía a su primer hijo de pocos meses, a quien llamó Rosendo, y con él en brazos, movida por la preocupación, hizo todo para que su pequeño esté a salvo y bien protegido. “Estaba muy preocupada con mi bebé porque se escuchaban las bombas; era una situación muy difícil para todos y estábamos alarmados”, comentó desde su casa ubicada en las calles Bolívar y Napoleón Mera, a pocas cuadras del centro de la ciudad.
Cuenta que en aquel tiempo vivía detrás del cementerio General de Machala, en el sitio Pajonal, en lo que hoy es la vía Luis Ángel León Román, allí dejaron todo, pues no había tiempo de llevarse nada, solo rescataron un gallo fino y una pava que se echaron a cantar, lo que implicaba el riesgo de ser descubiertos por los militares del vecino país.
A pesar de su avanzada edad, ella recuerda muy bien que en compañía de su suegra San Francisca Emperatriz León y sus tíos Manuel y Julia Prieto atravesaron un río llamado La Iberia a lomo de mula. Tuvieron que recorrer un largo camino hasta encontrar un sitio seguro, donde no se aproximen las bombas del enemigo.
Mientras suspira, el cristal de sus ojos se derrite. Juanita confiesa que don Rafael, un viejo amigo de esa época les llevó hacia un pueblo llamado La Angélica en Guayaquil, donde encontraron protección mientras en el corazón de Machala continuaban los crudos enfrentamientos.
“Mi esposo (Pedro Ramón) consiguió trabajo y después de los ataques regresamos a la ciudad”, recordó la sobreviviente al referir que esos tiempos fueron de horror, espanto y angustia, en los que ni siquiera se podía dormir en calma.
Esos episodio se suscitó durante la administración del presidente ecuatoriano Carlos Alberto Arroyo del Río, quien ostentó el poder desde el 1 de septiembre de 1940 al 28 de mayo de 1944; por parte del Perú, se hallaba en el Gobierno Manuel Prado Ugarteche, quien había autorizado en diciembre de 1940 la creación del Agrupamiento del Norte. Unidad que en julio de 1941 estaba lista para iniciar su golpe. Según los antecedentes históricos, lo tenían todo preparado.
La ‘abuelita’, como le llaman, se mantiene como una mujer fuerte, alegre y con mucha vitalidad. Narra que en su juventud se alimentó de carne de venado, tortuga, borrego y guatusa que le hicieron una mujer resistente —y como dice ella—: “bien parada”.
Su voz se quiebra al recordar tantas cosas que han ocurrido a lo largo de su vida; debe beber un poco de agua al pensar que su amado Pedro (esposo) murió hace 4 años.
Termina el caos
La guerra terminó el 29 de enero de 1942, fueron 7 meses de revuelta en que murió mucha gente entre civiles y soldados. Hubo saqueos y vandalismo. Con la firma del Protocolo de Río de Janeiro se disolvió el caos.
Durante este enfrentamiento, Perú invadió la provincia de El Oro y parte de Loja, avanzando a la zona amazónica ocupada por el Ecuador según el acuerdo de statu quo firmado en 1936, como reseña la historia.
Ahora Juanita Prieto tiene clara la situación y entiende muchas cosas. Ella saca sus propias conclusiones y recuerda que en 1949 en compañía de Pedro David Ramón, su esposo, cercaron un terreno y construyeron un hogar, tramitaron el permiso de posesión frente al Consejo Cantonal.
Hoy recuerda a sus amigos y amigas: Elena Valaezo, Lucho Macas, Gonzalo Orozco, don Encalada y María Sanjinés (esposa de don Tucho) que junto con ella fueron los primeros pobladores del barrio Bolívar, que por obra de la Municipalidad fue totalmente regenerado hace 3 años.
En aquella época la gente se transportaba en el ferrocarril. Había 2 líneas: una para ir al cantón Pasaje y otra que conducía a Santa Rosa por donde se encuentra actualmente el Parque Tanque Rojo. Sin embargo, este medio de transporte desapareció en el año de 1970 debido a las constantes muertes de personas en estado de embriaguez que se quedaban dormidas sobre las rieles.
Juanita Prieto tuvo 12 hijos, 4 de ellos han fallecido. La familia es muy numerosa, tanto que no sabe cuántos nientos y bisnietos tiene. Con la crisis bancaria de 1999, 3 familiares viajaron a Italia a buscar oportunidades laborales.