El personaje
Toda una vida entregada a la escultura
Desde los 13 años, Bolívar se inició en la escultura y en la pintura. Mientras otros jóvenes de su edad se entretenían jugando básquet y o vóley después de salir de clases, él prefería observar a los escultores para aprender su técnica.
A diferencia de otros artistas, él tuvo que aprender solo, porque ningún miembro de su familia estaba vinculado con este oficio. Sus hermanos —comenta— se dedican a otras actividades más rentables que la escultura. Según explica, es difícil vivir de este arte, porque las piezas de madera, que provienen de la región oriental del país son cada vez más costosas debido a la escasez del insumo.
Este artista, nacido en San Antonio de Ibarra, explica que las piezas no son baratas, porque la madera cuesta, y como el precio se eleva, hay menos compradores. Por eso, desde hace algunos años, Bolívar Yépez prefiere dedicar más tiempo a producir muebles para el hogar y siempre bajo pedido.
Comenta que fue la mejor decisión que tomó, porque así obtiene el dinero para solventar los gastos de su hogar. Aunque su trabajo demanda tiempo y energía, él ha conseguido mantener su trabajo como profesor del Colegio de Artes Plásticas Manuel Reyes, donde imparte clases de escultura.
Aunque considera que la enseñanza es una tarea gratificante, lamenta que cada vez haya menos alumnos, porque, según dice, los jóvenes buscan otras carreras más rentables y menos sacrificadas. Aunque no ha dejado de ejercer el oficio de escultor, cada vez le dedica menos tiempo a esta actividad. Dice que mientras él se tardaba una semana en crear una pieza, en otros talleres fabricaban 100, porque ahora tienen máquinas copiadoras y no necesitan trabajar figura por figura.
“Ahora las hacen en serie y eso afecta la labor manual de muchos artesanos de la madera. Me parece que, poco a poco, estas máquinas copiadoras desplazarán nuestro trabajo”. (I)