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Entrevista / Segundillo Quintero / músico
"Tenía 15 años cuando aprendí a tocar el melodio"
Hace 30 años, Segundillo Quintero, esmeraldeño, fundó la orquesta Los Chigualeros. En esta ceremonia, los bombos y otros instrumentos musicales juegan un papel protagónico.
Segundillo se considera un ‘guajiro’, porque creció en el campo. Hace 72 años nació en la zona norte de la provincia de Esmeraldas.
¿Por qué Los Chigualeros?
Uy. Bueno, esta palabra proviene de una ceremonia que se realiza cuando un niño de 1 o 2 años muere. El chigualo es como el adiós. En mi pueblo no se reza ni se está con lágrimas. Más vale, se le hace una fiesta para que el niño ascienda al cielo con felicidad. De ahí, de chigualo viene el nombre Chigualero de esta orquesta ancestral que siempre está alegre.
¿Y a usted la música lo alegra?
Si no fuera así, no haría música. La música también nos desestresa. El que no escucha música, creo que está acabado.
¿Qué edad tenía cuando la música llegó a su vida?
Es difícil dar un número, porque me parece que fue desde siempre. Lo que más escuchaba era música ancestral, la que nuestros padres entonaban en las reuniones familiares. A medida que van pasando los años, uno va reformando los trabajos. La música va evolucionando. Primero lo ancestral, después la fusión. Ahora estamos fusionando.
Cuando usted utiliza el término ancestral ¿a qué ritmos musicales se refiere?
Es una música como el currulao, el agualarga o andarele. Son músicas ancestrales. La palabra currulao hace referencia a los tambores de origen africano. Nosotros fusionamos esta música con la salsa negra, porque la mayoría de quienes la ejecutamos somos negros. En el mundo es así, porque si observamos bien, quienes producimos música alegre, como la salsa, somos nosotros los negros.
¿Usted dejó que la marimba se incorporara a su música?
Claro, hay marimba, bombo, congas y cununo. Tengo que decirle que la base de todo es la música ancestral. En realidad, son músicas ancestrales. La palabra currulao hace referencia a los tambores de origen africano. Son instrumentos únicos y que imprimen mucho ritmo.
Dicen que el gusto por la música se hereda ¿En su familia había músicos? ¿Quién lo introdujo en este mundo?
Mi padre era músico al igual que mi abuelo y un tío; ellos eran los duros de la música ancestral. Tocaban con marimba, bombo y guasá. Yo bailaba al ritmo de estos instrumentos.
¿Era un niño bailarín?
No tanto, no me gustaba mucho el baile, solamente cuando eran fiestas movía el cuerpo.
¿Cuándo tomó por primera vez un instrumento musical?
Tenía 15 años y empecé a tocar el melodio, una especie de rondadorcito. Con ese empecé a hacer música. Luego vino la guitarra. Más tarde comencé a hacer voces y, bueno, cuando a uno le gusta la música, va buscando el comodín musical.
¿Y cuál fue su comodín?
Me quedé con el tres, un instrumento de 3 cuerdas. Así que terminé siendo el tresista de la orquesta; mire cómo es la vida.
¿Le costó aprender a tocarlo?
Es un poco difícil, porque aquí en Ecuador casi no se toca ese instrumento que se encuentra más en Cuba, pero también en Venezuela y Colombia. Aquí, en Ecuador soy el único que octavé este instrumento. Eso quiere decir que los sonidos que tenía los puse a octavos.
¿En estos 30 años qué le ha regalado la vida?
Bueno, de todo. Nos ha dado alegrías y tristezas. (ARB) (I)