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Un negocio familiar que no desaparece

Los sombreros de paño se elaboran a mano

Los registros históricos dan cuenta de que el sombrero se remonta a la época de la Colonia. Su uso se constituye como parte de la cultura indígena. Foto: Fernando Sandoval / El Telégrafo
Los registros históricos dan cuenta de que el sombrero se remonta a la época de la Colonia. Su uso se constituye como parte de la cultura indígena. Foto: Fernando Sandoval / El Telégrafo
01 de noviembre de 2015 - 00:00 - Andrea Rodríguez Burbano

Son sus propias manos las que dan forma a los sombreros elaborados en San Juan de Ilumán, una de las 9 parroquias del cantón Otavalo.

Con ellas, los artesanos elaboran cientos de sombreros de paño que cubren la cabeza de indígenas otavaleños. Luis Orbe se dedica a su confección desde hace más de 3 décadas. “Aquí hacemos los sombreros de forma manual y eso hace que el producto sea único”.

El paño proviene de Quito, específicamente, de algunas fábricas situadas en el sector de Chimbacalle, en el sur de la capital.

Con el material sobre la mesa, lo primero que hace Luis es engomarlo para que se endurezca. Solo después el sombrero ingresa al proceso de hormado y se le alisa. Se lo recorta y plancha.

Cada sombrero tiene un valor aproximado de $ 8 al por mayor y entre $ 12 y $ 15 por unidad. Al mes, se elaboran entre 500 y 600 sombreros y los pedidos provienen, en su mayoría, de la provincia de Imbabura.

En la colonia española

Los registros históricos dan cuenta de que el sombrero se remonta a la colonia española, época en que los indígenas adoptaron los modelos europeos, dándoles sus propias características. Su uso se constituye en parte de la cultura indígena, y forma parte de la indumentaria del diario tanto de hombres como de mujeres.

Ramiro Andrade, historiador, indica que el sombrero fue introducido por los españoles, quienes solían tener fábricas de textiles.

“Los españoles necesitaban un mercado para sus sombreros, así que los indígenas se convirtieron en sus principales compradores. De alguna manera, los españoles les indujeron a usarlos”.

El uso del sombrero también se convirtió en una cuestión social “Los indígenas que tenían un sombrero podían distinguirse de otros que no lo tenían. A diferencia del poncho que era utilizado para el frío, el sombrero era un símbolo de estatus”.

José Luis Artos, oriundo de Ilumán, comenzó a elaborar sombreros hace más de 20 años. Fueron sus tíos quienes lo introdujeron en este oficio cuando él era aún un niño. Según él, el paño de pelo de conejo es el mejor y por eso su precio es mayor. Un sombrero fabricado con este material puede costar $ 60.

En todos los talleres de Ilumán, los artesanos tienen una olla donde introducen el sombrero ya engomado para que se caliente. Se trata de un proceso básico que ayuda a que el sombrero reciba el vapor del agua. Precisamente, para evitar que se moje lo colocan sobre una tapa y el agua permanece en la parte inferior. Cuando ha salido de la olla, José Luis lo lleva a los moldes para otorgarle un determinado modelo y luego lo seca. Cumplido este proceso, trabaja con el ala del sombrero, con unas planchas tan antiguas que no encajan en esta época.

Por el momento, los principales compradores son ecuatorianos. “Antes exportábamos, pero en Colombia y Bolivia se abarató el costo de los sombreros y ya no podemos competir con ellos”.

Violeta Encalada también diseña sombreros. Se ha especializado en los acabados. “Pongo la reata y la cinta para que se vean bien”.

La mayoría de estas prendas se confeccionan y comercializan en los domicilios de los artesanos, que en su mayoría se constituyeron en negocios familiares. Todos los sombreros se elaboran en familia y cada miembro se responsabiliza de una tarea.

Violeta indica que muchos de estos sombreros también son adquiridos por aficionados al mundo taurino. “Aquí vienen de Quito para comprarse un sombrero, porque quieren ponérselo para las corridas de toros”.

Aunque los compradores provienen, por lo general, de la provincia de Imbabura, los sombreros de esta parroquia también son adquiridos por cuencanos, carchenses, quiteños, entre otros.

Violeta comenta que la mayoría de personas que visitan Ilumán buscan conocer a los shamanes y curanderos, pero cuando recorren la localidad se dan cuenta de que hay otras actividades, como la elaboración de sombreros, que caracteriza a esta parroquia. (I)

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