Punto de vista
Los perros rottweiler del Alcalde de Ibarra
Desde tiempos de Alcibíades, el griego que cortó el rabo de su perro en público, para que la gente hable de este rabo y no de su mal gobierno, ha habido émulos de este proceso de distracción.
El último, el actual Alcalde de Ibarra, capital de Imbabura, subió a la plataforma del Servicio de Compras Públicas (Sercop) una oferta para gastar $ 151 mil en la compra de 17 perros de la raza rottweiler, para que se conviertan en Policías Municipales caninos, y así mejorar la seguridad ciudadana en Ibarra.
—Y de paso promocionar el pedigrí perruno de la Ciudad Blanca, ya que según Margarita Mancero, de Protección Animal Ecuador (PAE), hay cientos de perros callejeros, de los que la municipalidad no se preocupa y que, según el criterio municipal, no servirían para perros de tropa—.
El Alcalde ha justificado el despropósito diciendo que esa ‘animalada’ de dinero, no es solo para la compra de los perros. Es que se va les va a educar, entrenar, cuidar, mimar, y después de su jornada municipal, se van a solazar y reproducir.
Algunos ciudadanos ya muestran envidia por los perros del Alcalde. Están buscando pedigrí por algún lado, para ver si el Burgomaestre les atiende.
La ciudadanía quizá no percibe el vértigo que debe sufrir el primer personero municipal, al revisar lo que ofreció en campaña.
Y como no se está haciendo mucho por cumplir, acude al mejor amigo del hombre-candidato. Le podrán ladrar, pero no le exigirán que cumpla con el plan de trabajo de campaña.
Este desatino no es único ni exclusivo de Ibarra. Revela la diferencia entre la gestión estatal y la local, y deja en evidencia a dirigentes locales que no están a la altura de las transformaciones del país.
Y no es por falta de recursos, aunque nunca sobran, sino por la falta de sentido común. Y porque prometen más de lo que son capaces de hacer. Mueren por su boca de pez o por el rabo de un perro.
La organización para detectar las prioridades, la gestión eficiente de recursos, no se ve. El aumento de acólitos y el clientelismo son lo más constatable.
Los ibarreños, que tendrán que esperar la construcción del nuevo Mercado Amazonas, el bacheo de las calles, un eficiente servicio de reciclaje de basura que sigue acumulándose en un botadero a cielo abierto, han protestado por este gasto, y porque la competencia de la seguridad de Ibarra es de la Policía Nacional y no de la municipalidad.
El regidor, ante la protesta, ha dicho que lo suspende temporalmente, pero que no renuncia al proyecto.
Los que deben estar angustiados con esta espera son los policías municipales de Ibarra, a los que el alcalde ha calificado de jóvenes e indefensos, ya que en caso de concretarse la adquisición de los perros rottweiler, tendrán que vérselas no solo con la delincuencia, sino con un escuadrón de perros callejeros, que en época de celo, estarán al acecho del pedigrí de las policías caninas. (O)