Se ubican principalmente en la zona de los mercados Amazonas y Mayorista
Las carretas Marañón se resisten a desaparecer
Bienvenido Domingo Mercado Mina, mejor conocido como ‘Mercadito’ o el ‘rey de la carga’, es uno de los 3 últimos arrieros que se encuentran en la ciudad de Ibarra, tradición que según él mismo afirma, está próxima a desaparecer.
‘Mercadito’ nació en Esmeraldas, pero vive en Ibarra por más de 40 años. Vino de San Lorenzo a probar suerte, y después de trabajar un tiempo como jornalero decidió comprar su primera carreta de madera, que en ese tiempo, le costó 40 mil sucres. A partir de entonces se ha dedicado a transportar granos, escombros o cualquier otro objeto que alcance y pueda ser llevado en su transporte.
De 1970 a 1990, las carretas fueron parte activa de la vida comercial de Ibarra. Al no existir transporte masivo ni tampoco una gran cantidad de taxis o camionetas, los arrieros eran una de las mejores opciones para trasladar productos hasta las viviendas de los usuarios, principalmente por su bajo costo.
Sandro Osejos, por ejemplo, recuerda que su madre construyó su casa transportando el cemento, el hierro, el ripio, entre otros materiales de construcción, en la carreta de Mercado y otros arrieros.
Choches, taxis y camionetas reemplazan a los arrieros
En años anteriores, los trabajadores iniciaban su jornada a las 05:00 y finalizaban a las 19:00, de lunes a domingo. Hoy, Mercado afirma que el trabajo está escaso, principalmente porque los coches y las camionetas les han quitado su trabajo.
Pedro Toaquiza es propietario de un coche que presta sus servicios de transporte en el mercado Amazonas. Él asegura que la intención cuando inició con esta actividad, nunca fue la de quitar el trabajo a sus compañeros más antiguos. “La gente prefiere utilizar un coche porque nos encontramos dentro del mercado y les ayudamos a cargar desde ahí las cosas; las carretas en cambio están afuera y no hay quien cargue hasta allá” explica Toaquiza.
Esto no ha desanimado a Mercado, quien, a sus 63 años, confiesa que nunca dejará su oficio, aunque parezca que ya no corresponde a la actualidad. “Antes de que yo empiece con esta labor había 65 arrieros que conformaban la asociación; ya cuando yo inicié habían 50 carretas, hoy solamente quedamos 3, que cubrimos la zona de los mercados Amazonas y Mayorista”. Los arrieros aún forman parte del Sindicato de Carretas Marañón, agrupación que nació en 1953.
Desde que empezó a trabajar con su carreta, Domingo Mercado ha tenido 5 caballos. Bayo ha sido su favorito, pero se lo robaron cuando lo dejó para que se alimentara en un potrero. Actualmente trabaja con Colorado, un caballo que tiene ya 15 años. El animal ya está acostumbrado a caminar por la ciudad, y su fuerza le permite transportar hasta 25 quintales. Sin embargo, le preocupa su alimentación. “Colorado come casi $ 7 de alfalfa al día, y muchas veces yo no gano ni eso”, cuenta el arriero, quien además reconoce que su rango diario de ingresos va de $ 3 a $ 15.
Mercado asegura que la falta de trabajo ha despertado su creatividad. Actualmente ya no se desempeña solamente como arriero, sino también como cargador en la denominada zona de los granos, ubicada en la calle Pedro Moncayo. La distribuidora Don Milton es su nueva fuente de empleo. Su propietario, Romel Escobar, comenta que se han solidarizado con la situación de estos trabajadores y dan preferencia al uso de sus servicios; “si hay carreras no llamamos camionetas o taxis, sino a las carretas tradicionales”, comenta.
Así mismo ‘Mercadito’ se desempeña en otros trabajos. Cuenta que hace poco lo contrataron a él y a Colorado para transportar a una pareja que celebraba sus bodas de oro. Para esta ocasión, la carreta que fue decorada especialmente; “la gente nos veía contenta mientras paseábamos por la ciudad”.
Adicionalmente, cada año participa en el desfile de Cayambe, en la cacería del zorro de Otavalo y en cualquier otro evento que requiera de sus servicios. Sin embargo, cuenta que su deseo, y el de sus otros 2 compañeros, es que la gente vuelva a usar este tradicional servicio. Para ello, han sido varios los intentos de acercamiento que ha realizado el sindicato Marañón. Una de las principales peticiones es la entrega de espacios adecuados en los que puedan descansar los caballos.
Cristina Rivera, habitante de la ciudad, asegura que una buena idea sería impulsar este servicio como un plus turístico: “A los visitantes les llama mucho la atención ver caballos transitando por la ciudad, pienso que se podría aprovechar eso y convertirlos en un servicio de transporte turístico”.
Tanto moradores de Ibarra como arrieros esperan que las autoridades se pronuncien y los beneficien de alguna forma, evitando así que un oficio tradicional de la ciudad desaparezca. (I)