La Cueva de los Tayos se formó por el ímpetu de la 'sangre' de la Pacha Mama
Una ancestral y a la vez cautivadora leyenda amazónica explica el origen de las cavernas o grutas rocosas donde habitan aves, reptiles, insectos y anfibios noctámbulos. El magma volcánico, más conocido por los indígenas como ‘sangre’ de la Pacha Mama, hace mil años recorrió las capas inferiores del suelo para abrir camino a los ríos.
La lava, al encontrase con enormes peñascos de raíces profundas, en lugar de rodearlos para avanzar se demoró siglos en atravesarlos, dando forma a los caprichosos surcos, ranuras y hendiduras de las grutas.
Al no tener luz solar, la vida se hacía casi imposible. Por ello el magma permite a los afluentes inundar 3 veces al año las cuevas para facilitar la vida. Es el caso de la Cueva de los Tayos (nombre de un ave) de Pastaza, donde además viven arañas, ranas, grillos y murciélagos. (I)