Los hacendados obsequiaban los ingredientes para su elaboración
El tardón, bebida típica de los mireños
En la provincia del Carchi, el cuy con papa es uno de los platos favoritos. También está la tortilla de papa, el hornado pastuso, la fritada con tostado, caldo de gallina, la cuajada con miel, el cumbalazo, el pan de cuajada, las papas asadas, las papas con cuero, entre otros.
Entre las bebidas en cambio, se encuentra el tardón (aguardiente con jugo de naranjilla y algún otro ingrediente secreto). Esta es una bebida típica del lugar, elaborada, procesada y embotellada en el cantón Mira.
La denominan tardón, porque quien ingiere unas 3 copas de esta bebida no tarda en estar ‘picado’ y luego de unas pocas copas más no tarda en estar embriagado.
Según la página web Mira Leyendas, el tardón mireño se brinda en la celebración de la fiesta de la Madre Santísima de la Caridad, la patrona de este cantón.
En los tiempos en que Mira era una parroquia, parte de los ingredientes eran obsequiados por los hacendados de ese entonces; así, el aguardiente lo regalaban la Hacienda El Cabuyal y la Hacienda Santa Ana. La naranja era obsequiaba la Hacienda Huaquer, sector que en la actualidad se conoce con el nombre de Tulquizán.
Según el Ministerio de Turismo, la bebida tiene 8º de alcohol y la presentación es en botellas de cristal de 750 cm³. El sabor es agradable, dulce y fuerte al mismo tiempo. Cada botella cuesta $ 4.
Entre los ingredientes están el jugo de naranja natural, aguardiente, azúcar y el secreto mireño.
El tardón es elaborado, además, de manera casera, en donde se encuentran los recipientes para el jugo de naranja, alcohol (puntas), botellas y los sellos.
Para prepararlo, primero se exprimen las naranjas para obtener el jugo de la fruta. Se mezclan en partes iguales el jugo con el aguardiente, aparte se disuelve el azúcar en agua destilada para formar un jarabe azucarado, el cual se mezcla con la composición anterior y se obtiene la típica bebida de Mira.
Cuentan los habitantes que una vez que estaba preparado, en cada esquina del parque se colocaban grandes canecas para que quien desee servirse se acerque a pedir, también había personas que, en baldes, salían a repartir al pueblo.
El tardón mireño se sirve en vasos grandes, luego de este, viene una copa de aguardiente puro conocido como ‘fijador’, de consumo obligado “para que no haga daño”.
Renato Bastidas, otro artesano del tardón, explica que el nombre proviene de una historia de la época de los jesuitas, “una persona vino a Mira a dejar un recado y debía regresar de urgencia, pero llegó en días de fiesta y se quedó chumado por 3 días, al regreso a Quito como excusa dijo que había sufrido un tardón”, y de ahí salió el nombre de la bebida.
Según Bastidas, la bebida alcohólica tendría cerca de 3 siglos de historia y se prepara para las festividades religiosas de febrero y de agosto (cantonización). Elaborar el tardón toma un día. De 600 naranjas se sacan 60 litros y cada botella se vende en $ 4. Los artesanos cuentan con registro sanitario y lo comercializan en Mira, Ibarra y Quito.
Mira es conocida como el ‘Balcón de los Andes’, considerada el mirador del valle del Chota. Mira ha progresado de manera notable en aspectos urbanísticos, poblacionales, agrícolas y comerciales.
Además, es una de las ciudades más antiguas de la provincia. Localizada a 92 kilómetros al sur de la ciudad de Tulcán, cabecera cantonal que lleva el mismo nombre, asentado en un mirador natural, esta tierra posee un clima agradable y benigno. Son 2 vías las que permiten acceder a este lugar: la vía Tulcán-Bolívar-El Ángel-Mira y otra por el puente de Mascarilla, límite con la provincia de Imbabura.
Algo que caracteriza a este cantón, en la parte gastronómica, son las tradicionales paspas, un pan pequeño elaborado con harina de maíz, leche, sal, manteca de cerdo y queso.
Isabel Bolaños, de 70 años de edad lleva 50 años dedicada a la preparación de esta delicia, y siempre que se avecinan las fiestas de la Virgen de la Caridad la demanda aumenta por el arribo de cientos de devotos de la imagen.
Cuenta con un pequeño local donde se comercializan las paspas con café de haba tostada y aunque tiene un sinnúmero de clientes no piensa ampliar el lugar de expendio.
En varias ocasiones ha pensado en dejar a un lado la elaboración de su producto, pero mientras continúe con este oficio tradicional, se puede continuar adquiriendo estos pequeños y deliciosos panes a $ 0,20 cada uno. (I)