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Uno de los principales atractivos turísticos de la provincia de Napo
El río Jatunyaku es ideal para practicar rafting
Situado en el Parque Nacional Los Llanganates, a 45 minutos de la ciudad de Tena, el río Jatunyaku se ha convertido en un referente para la práctica del rafting (deporte de aventura que consiste en descender en una embarcación sin motor por un río de aguas bravas).
Se trata de un deporte de aventura que atrae a cientos de turistas, de diferentes nacionalidades, a la ciudad del Tena, en la provincia de Napo. El río Jatunyaku, que significa ‘agua grande’ en kichwa, permite vivir una experiencia diferente en sus aguas torrentosas.
Para garantizar la seguridad de quienes practican rafting o canotaje (kayaking), hay más de 20 guías turísticos evaluados por la Federación Internacional de Rafting IRF (por sus siglas en inglés International Rafting Federation). A través de estas evaluaciones es posible conocer si cumplen con los parámetros internacionales exigidos, para poder obtener la certificación como guías de Aguas Rápidas. Según el Ministerio de Turismo, la provincia de Napo es conocida mundialmente por la práctica del turismo de aventura, principalmente por actividades como el rafting y el kayaking, debido a sus caudalosos ríos como el Jatun Yaku, Quijos, Jondachi, Hollín, Bajo Misahuallí y Anzu, entre los más reconocidos por su clasificación y accesibilidad.
En la actualidad, se busca incentivar la práctica segura de esta actividad dentro de la Reserva de Biósfera Sumaco.
En esta reserva, el turismo se presenta como una de las principales e importantes alternativas para el desarrollo sustentable.
Los turistas, buscan cada vez más destinos que garanticen su satisfacción personal, pero fundamentalmente, su seguridad integral; es decir que buscan destinos confiables. Estas acciones permitirán posicionar a la provincia de Napo y la Reserva de Biosfera Sumaco como un destino turístico seguro y de calidad en el mercado turístico.
Sobre el río Jatunyaku se han tejido varias leyendas, como aquella que relata que en uno de los recodos del ‘río grande’ en el inicio de los tiempos, existían 2 grandes piedras, la una tenía un espíritu macho y la otra un espíritu hembra; eran enormes, de procedencia volcánica y de un color rojo tostado.
Durante los días de sol, las garzas conversaban de sus sueños y deseos. El río les había hablado del mar y ellas desde ese día ansiaban conocerlo, el yacu (río) burlón y juguetón las salpicaba de espuma.
Un día del mes de julio, el cielo se cubrió de densos y negros nubarrones, todo se oscureció de pronto, como si fuese de noche; la gente de la comunidad vecina tuvo miedo. Gritaban con la voz llena de pánico y una fuerte tempestad acompañaba al torrencial aguacero, tal parecía que había llegado el fin del mundo. Era como un gran diluvio que inundó los senderos e hizo crecer al río y un ruido descomunal se podía oír en la cabecera del Jatunyaku. A la medianoche todos abandonaron sus casas para refugiarse en los terrenos más altos, pues la creciente, como un torrente, había desbordado las aguas de su cauce normal. Ante el tremendo empuje del caudal y la corriente de las aguas, la piedra macho empezó a rodar lentamente por el lecho del río; en cada vuelta que daba podían escucharse las imprecaciones y la alegría del supay (demonio) que en ella habitaba. Era este un espíritu varón, desagradable y maligno, pero amado por el espíritu hembra que habitaba en la otra piedra.
Cuando por fin cesó la lluvia y empezó a bajar el nivel del río, la piedra macho se encontraba ya en el Tereré, en Pañacocha, muchos kilómetros abajo del río Napo esperando el advenimiento de otro diluvio para llegar al mar. Cada año cuando llega julio, el Jatunyaku crece “enfurecidamente, hinchando su caudal como vientre de mujer preñada y en la oscuridad de la noche se oye el llanto de la enorme piedra hembra, que maldice su soledad y le pide al río que la lleve junto a su amado; varado allá... en Pañacocha”.
En este río enfurecido, como se cuenta en la leyenda, los amantes del rafting ponen a prueba su habilidad. Antes de subir a la balsa, los guías brindan una charla de seguridad en la que dan varios consejos. Son pocos pero claves: lo fundamental es que todos los tripulantes de la balsa sepan nadar. En caso de caída en un rápido hay que alejarse de la balsa y dejarse llevar por la corriente intentando permanecer siempre bocarriba. (I)
Datos
Hoy, hay varias compañías dedicadas especialmente al turismo en rafting. La mayoría son bastante seguras, pero hay que cerciorarse de que sean reconocidas.
El Jatunyaku es considerado uno de los mejores ríos para experimentar rafting. Tiene grandes olas y rápidos excitantes. Quienes realizan esta práctica disfrutan también del paisaje amazónico.
Los meses de marzo a octubre son ideales para la práctica, pues el nivel de agua se encuentra en estado medio a alto. La aventura consiste en 25 kilómetros de recorrido, a solo una hora de Tena.
Muchos aficionados al rafting la consideran la experiencia más desafiante de esta disciplina en todo Ecuador. Posee algunos rápidos de alto nivel, dentro de un profundo cañón con selvas vírgenes alrededor.