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Los habitantes del valle del chota cuentan con un escenario que recoge las distintas expresiones artísticas

El Juncal, un espacio dedicado al rescate de la cultura afrochoteña

En este centro, se realizan actividades variadas en las que participan niños y adolescentes. Foto: Carlos Jiménez / El Telégrafo
En este centro, se realizan actividades variadas en las que participan niños y adolescentes. Foto: Carlos Jiménez / El Telégrafo
23 de agosto de 2015 - 00:00 - Redacción Regional Norte

Imbabura.-

El Centro Cultural El Juncal, asentado en la población del mismo nombre, en el límite fronterizo entre las provincias de Carchi e Imbabura, en pleno Valle del Chota que abarca a 38 comunidades, es un sitio destinado al rescate de la cultura afroecuatoriana.  

La música, la danza y la fotográfica son parte de la temática del  lugar. La infraestructura cultural, que atiende de lunes a viernes de 14:00 a 19:00, nació hace 4 años, a través de un convenio entre el Ministerio de Cultura y Patrimonio con el Municipio de Ibarra y el Gobierno Parroquial de Ambuquí.

De acuerdo a Olga Palacios, voluntaria del centro, en el sitio se desarrollan actividades variadas en las que participan niños, adolescentes y jóvenes  de la localidad, además con un grupo de mujeres trabaja en temas organizativos con la idea de tener un turismo comunitario mejor establecido acotó.

En el centro, el visitante puede conocer los orígenes de cómo llegó la población negra originaria de África al continente americano, unos paneles didácticos donados por la Embajada de Estados Unidos distribuidos en el lugar, recopilan como fue ese proceso histórico de la esclavitud.

Palacios explicó que para ellos, la historia de Esmeraldas con la de los afrochoteños (Valle del Chota) es diferente, los primeros llegaron por un naufragio y se asentaron en la actual provincia verde, mientas que los segundos,  fueron llevados para trabajar en las plantaciones de caña de azúcar en el valle.

Añadió que se cree que la gente del chota es descendiente de la tribu africana Yoruba.

En el centro

“Como carecíamos de algo escrito sobre la historia, nos cayó bien esta donación, en síntesis nos habla como fue el trayecto de la ruta de los esclavos, zonas específicas de asentamiento, mapas, fotos y otros”, indicó.

Otros paneles muestran la historia de líderes negros, tanto norteamericanos como ecuatorianos. En la entrada del centro, en la pared, una muestra fotográfica plasma los rostros de la comunidad afrochoteña y sus personajes como Cristóbal Barahona (85 años) quien es el último precursor de la bomba (género musical afrodescendiente).

“Con las fotografías los niños y jóvenes pueden tener una identificación”, señaló. Pese a que la señalética para llegar al sitio se ha perdido, debido a los trabajos de ampliación de la Panamericana, poca gente conoce donde se ubica este espacio cultural y no se tienen muchas visitas en la mañana, sino que se atiende  en las tardes.

De los talleres, un aproximado de 50 menores participa continuamente de los ensayos de música y danza, también cerca de 40 jóvenes hacen música y se preparan en temas de liderazgo, al igual que 60 mujeres se reúnen de forma periódica en el tema organizativo, explicó Palacios. El centro construido a base de barro, tablas y tejas, es de un solo piso y esta dividió en cinco áreas: para la danza, música, encuentros culturales, sala para exposiciones y un espacio donde cerca de 20 fotografías de 60X90 cuelgan en la pared de ingreso.

Pese a que mediante convenio tripartito se dio paso a la iniciativa de este centro, luego de un tiempo, el Gobierno Parroquial de Ambuquí, abandonó el convenio por razones de fuerza mayor, sin embargo esto no detuvo la esperanza de la población afrochoteña de tener su centro cultural, el cual ya lleva 4 años funcionando.

De otro lado no solo se impulsan actividades de capacitación organizacional, talleres de danza y música, artesanías  y otros, también se promueve una caja de ahorro comunitario, añadió Palacios.

Según la página de Facebook del Centro Intercultural Comunitario El Juncal, su misión es “identificar las destrezas ancestrales perdidas, para recuperarles y fortalecer la que todavía existe de forma individual y colectiva haciendo que la identidad cultural se transmita de generación en generación dejando un legado de historia a nuestros sucesores”.

En este centro, muchas mujeres afrochoteñas también hallaron el lugar idóneo para que tanto ecuatorianos como extranjeros puedan conocer la riqueza de su cultura. (I)

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