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Los pintores imbabureños poseen una riqueza única en paisajes naturales

El Instituto Daniel Reyes es cuna de artistas

A nivel artesanal sobresalen los tallados en madera, esculturas religiosas, entre otras obras. foto: Rut Melo
A nivel artesanal sobresalen los tallados en madera, esculturas religiosas, entre otras obras. foto: Rut Melo
11 de octubre de 2015 - 00:00

Bajo el techo azul del cielo imbabureño y sobre una alfombra de trazos y colores que muestra su vegetación, se asienta la parroquia San Antonio de Ibarra.

Sus calles empinadas, llenas de rincones y vericuetos, dejan ver en cada esquina, zaguán o patio, formas y colores de un paisaje pintoresco. Declarada Patrimonio cultural y artístico del Ecuador por la Asamblea Nacional, en 2011, se convierte en un atractivo para el turismo cultural y en un centro de producción artesanal.

Un punto de partida del desenvolvimiento artístico-artesanal de San Antonio fue y es el Instituto Daniel Reyes.

Una obra visionaria y de beneficio incalculable que tuvo su origen en 1880, cuando los hermanos Daniel, Luis Felipe y Fidel Reyes, pioneros del arte en su parroquia, formaron la Escuela de Artes y Oficios, un taller-escuela que impartía conocimientos y práctica en pintura, escultura, tallado y carpintería.

Posteriormente, tomaría el nombre de Instituto Superior Tecnológico de Artes Plásticas Daniel Reyes, asignado en honor a su mentalizador. Según su actual rector, Arturo Almeida, gran número de artistas se educaron en el instituto logrando un alto nivel de producción que hizo de San Antonio un pueblo de creadores y dueño de famosos talleres de escultura, pintura y tallado.

De las primeras promociones de estudiantes se destacan pintores como Gilberto Almeida, Gerardo López, Enma Montesdeoca y escultores como Fausto Cervantes, Oswaldo Garrido, José Antonio Chuquín, entre otros. “El prestigio de los egresados del Daniel Reyes se concentra en sus obras pictóricas y escultóricas. Sin embargo, a nivel artesanal sobresalen los tallados en madera, las esculturas religiosas y otros adornos”, indicó Almeida.

Uno de los grandes artistas que salió de estas aulas es el otavaleño José Bastidas, quien con 35 años de trayectoria, muestra en su trabajo la nostalgia, la vivacidad y la alegría de su gente. Apegado a su tierra y a sus costumbres, menciona que los pintores imbabureños poseen una riqueza única en paisajes naturales; rodeados de montañas, lagos y lagunas, lo que brinda características especiales a cada obra.

“Esta es la tierra de creadores, artistas y artesanos, que salen en ocasiones de su llacta para buscar nuevas oportunidades pero siempre regresan adonde su madre, su esposa, su hija; siempre regresan a su tierra”.

Con más de 1.500 obras elaboradas, este artista va descubriendo, desde su particular sensibilidad, una obra llena de humor y sarcasmo, pero también de vida milenaria. Hombres y mujeres que se superponen en el interior de otros, como haciéndonos recordar que estamos amalgamados, que somos uno solo. Bastidas explica que el artista ecuatoriano tiene que trabajar en su país pero también fuera de él, mostrando su creación artística y dejando un legado.

“Debemos contribuir, ya sea en nuestra obra, enseñando o dando donaciones, siempre tenemos que aportar, es un deber de los que nos comprometemos con el arte”.

El trabajo de este artista otavaleño ha conquistado espacios importantes a escala nacional (Quito, Cuenca, Esmeraldas, Ambato y Otavalo) e internacional (El Cairo, México, Venezuela, Colombia y Argentina). Muestra en su obra la majestuosidad de Imbabura y su gente, además de ser un gran exponente del arte tiene otra faceta especial en su mundo artístico como es el apoyo a niños y jóvenes junto al Ministerio de Cultura, la Alianza Francesa, el Municipio de Otavalo y la Casa de la Cultura Ecuatoriana.

“Recuerdo que un día le dije a mi madre: voy hacer algo en la vida y voy a ayudar a los que necesitan. Ella me encaminó”. (I)

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