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Su construcción se efectuó en 1939
El balneario de Rumichaca, en el olvido
Escondido y olvidado bajo la gruta erosionada del puente de Rumichaca, en la frontera norte, yace lo que antaño fue un balneario popular que atraía a la ciudadanía que se divertía bañándose en aguas termales, únicamente custodiados por la afluencia del Río Carchi, que separa a Ecuador de Colombia.
Para llegar al sitio que actualmente la mayoría quizá desconoce, se debe tomar una buseta o un taxirruta con destino al puente de Rumichaca, los vehículos de servicio público se encuentran apostados en el sector del Parque Ayora, cuyo costo es de $ 075 y $ 0,85.
Una vez que se llega a Rumichaca, hay que caminar en dirección a la Casa de Aduanas de Ecuador, una antigua edificación que fue restaurada hace varios años por la administración municipal y que a principios de siglo fue la entrada y salida de personas y mercancías al vecino país. A un lado de la edificación, que hasta hace poco era usada para muestras culturales y otras actividades, por unas escalinatas deterioradas, se desciende aproximadamente 50 metros.
En el fondo del puente de piedra, significado real de la palabra kichwa ‘rumichaca’, se observa lo que fue un balneario.
Ahora el sitio recibe pocos visitantes. Según algunos moradores que habitan cerca del lugar, hace varios años, una crecida del río destruyó gran parte de la estructura del balneario y solamente quedaron 2 cuartos a modo de duchas en los que aún sale agua caliente.
Otros sostienen que el agua caliente proviene de la parte inferior la gruta. Sobre la historia de este lugar, pocos conocen.
Al parecer, hace un siglo, un hombre proveniente del poblado de Córdova, en Colombia, llegó al lugar a bañarse y después difundió el rumor de que en el fondo de la gruta habitaba el diablo. También se dice que un día la propietaria de una vieja vivienda observó en la madrugada que por las gradas que conducen al fondo de la gruta del puente, salió un cerdo seguido de 2 o 3 lechones emanando fuego y con rumbo al norte.
Raúl Arellano, de 57 años, cuidador del balneario, explicó que los baños fueron construidos en 1939 para dar un servicio a los visitantes que desafiaban el peligro.
Solían descender atados con cuerdas casi al fondo de la gruta con el único propósito de bañarse en el agua termal. (I)