El cantón Mira, en Carchi, es el escenario de un encuentro hípico, similar a la Cacería del zorro
Bryan Navarrete, el artífice de la competencia hípica Carbunco
El pasado 31 de enero, Bryan Navarrete, jinete carchense, organizó la primera edición del Carbunco, un encuentro hípico similar a la Cacería del zorro.
Este evento, que se realiza en Mira, provincia de Carchi, lleva el nombre de una leyenda que se origina en la zona andina del país y que trata sobre el perro del diablo.
Esta actividad de gran escala surge de la idea de mostrar a la gente la cultura y tradición del cantón Mira. Pero, más allá de eso, fue la pasión por la equitación y el amor a los caballos lo que llevó a Bryan Navarrete a organizar este evento.
En la leyenda de Carbunco, como relatan los pobladores, se narra la historia de un perro que sale todas las noches, colgando o llevando en su cabeza un diamante.
Solo quienes tengan buen corazón podrán ser dueños de este brillante. A partir de ello, surge la primera edición de esta carrera hípica.
A esta convocatoria respondieron 50 participantes. Hay 2 categorías: juvenil y élite. La mayoría son jinetes de Mira y de San Isidro.
El amor a los caballos
Bryan Navarrete practica la hípica desde que cumplió 16 años. Es una afición familiar. Su tío, Daniel Ruiz, inspiró a Bryan a montar a caballo.
Su padre también practicaba rodeo y lazo en los diferentes concursos del lugar. El año anterior Bryan participó en 6 competencias a escala nacional, en categorías de Galope Campero, en las que quedó vicecampeón con el equipo Mustang, conformado también por Emilio García y Ronald Reina.
Bryan también obtuvo el 9° lugar en la Cacería del zorro en Ibarra. En septiembre del año pasado ganó una medalla de bronce en Urcuquí y una de oro en Guayllabamba. El apoyo moral que le brinda su familia en los estudios y en los deportes ha sido fundamental.
En las últimas competencias realizadas en San Gabriel y Urcuquí sus padres lo acompañaron durante la premiación, porque no pudieron llegar a tiempo a la competencia. Carlos Navarrete, padre de Bryan, lo ha apoyado desde sus inicios.
Bryan dedica los fines de semana a practicar esta actividad. No tiene horarios establecidos. Sale de su casa por la mañana y regresa por la noche. No tiene ningún entrenador. Aprendió después de ejercitar saltos, trotes y cabalgar por varias horas.
Este jinete cumple varias rutinas con los caballos, todas son necesarias para que el animal llegue a un nivel más alto que exige mayor resistencia y fuerza.
Los trayectos son largos, 10 kilómetros que sirven para fortalecer. Durante todo el camino, cambia el ritmo y, por momentos, se detiene para que los caballos no se agoten.
Los alimenta con una mezcla de avena molida, cebada y un poco de afrecho. Es una alimentación rica en nutrientes, minerales y vitaminas que le permiten al caballo soportar las distancias requeridas durante los entrenamientos y competencias.
Además de la alimentación, costea las visitas a los veterinarios. Además, cada mes dedica tiempo al mantenimiento de los equipos como la montura, el atalaje y el cabezal.
Bryan considera que es importante establecer una conexión con el caballo. Cuando el jinete está nervioso, el caballo lo percibe. Desde hace 8 meses cabalga a Lativ, un caballo de origen árabe. Su nombre significa compañero.
Con Lativ ha ganado la mayoría de competencias, pero jamás olvidará a Castaño, con el que ganó su primera medalla en del Campeonato Nacional. Su voz se quiebra cuando habla sobre él.
Al montar a caballo, dice Bryan, las personas aprenden a tomar decisiones rápidas y, al mismo tiempo, superan el miedo. (F)