Dirige el coro de los cantores de Manta
Tito Macías, el músico que encontró sentido a su vocación al formar nuevos talentos
Escuchando a las hermanas Pico cantar ‘Tren del Cielo’, de Soledad Pastorutti, Tito Macías se siente como atrapado por la melodía. A sus 55 años, este artista vive esta sensación a diario, con variedad de canciones e intérpretes.
Sus pies se mueven como llevando el compás. Este docente de la música instruye a las jóvenes Pico para que todo marche bien.
Al terminar la canción, María Fernanda Rodríguez, madre de familia, aprovecha la pausa y da una noticia a Macías: “Profesor, me acaban de informar que va a recibir una mención de honor por parte de la Presidencia de la República en los próximos días”.
Esas palabras pasman por segundos su rostro, luego sale una sonrisa. “Es una sorpresa, que la recibo con inmensa alegría”, dice Macías.
En la misiva, escrita en la Asamblea Nacional, el 13 de noviembre, se resalta que Macías ha cumplido una significativa trayectoria en los ámbitos artísticos y educativos, pues desde temprana edad demostró su inclinación por el arte musical, evidenciando un singular talento y pasión que transmite como integrante de varios grupos musicales que lo llevan a recorrer el país y exponer los sentidos temas como ‘Espuma’, ‘Que te perdone Dios’, ‘10 años’, ‘Deja que te cante Morena’ , ‘Esperar’ y ‘Libro de Amor’, entre otros títulos.
Para el cantautor, que se afincó en Manta desde muy pequeño, ya que había nacido en Guayaquil, esta distinción es la de mayor renombre en relación a las que ha recibido durante su carrera. Pero no es el primer reconocimiento del año, ya que a inicios de mes el Municipio de Manta le otorgó el Mérito Cultural durante la sesión solemne efectuada por los 92 años de cantonización.
Tito es hijo del portovejense Filemón Macías, célebre musicólogo que compuso famosos pasillos, valses y románticos boleros. “El autor de la ‘Tejedora Manabita’ fue mi papá. Sus pasillos son inmortales, manejaba la parte artística en la casa de J. D. Feraud Guzmán”, rememora.
Su mamá, Rosa María Cevallos, era oriunda de Rocafuerte. Su familia, de raíces manabitas, dejó Guayaquil cuando Tito tenía 7 años. A pesar de que su padre era un reconocido intérprete, fue su madre quien le inculcó mayor amor por el canto. “Ella era una amante de la música, por eso su corazón latió de buenas a primeras cuando conoció a mi papá”, resalta el docente con una sonrisa pícara.
Guarda en su mente las veladas de antaño. Hizo su debut cuando tenía 8 años. Ya tenía afinación y habilidad para hacer voces.
Su primera canción le saca un profundo suspiro. “Era de Filemón, ‘Cuando te alejes’, pasillo famoso que grabaron las hermanas Mendoza Sangurima, Mendoza Suasti y los Miño Naranjo”.
Por naturaleza, el don lo llevó a entonar la guitarra de manera experimental. En el día se quedaba horas practicando. Era seguidor del cantante mexicano Armando Manzanero, cogía el tocadiscos y pasaba horas descubriendo sonidos y notas con varias de sus melodías y, poco a poco, comenzó a involucrarse.
Tito siempre fue pícaro. Recuerda que cuando tenía 10 años había 3 salones en el centro de Manta: La Tebaida, Caleta Bar y Bongo Bar. “Los domingos venían orquestas como Medardo y sus players, Los Auténticos, Los Rebeldes, Los Azules y Los Jokers. En este último tenía amistad con Ángel Romero y un día le pedí un espacio. Tocaba en el Bongo Bar del Ñato Julio Alvia. Un día compré un sombrero y ahí recogía dinero”, cuenta entre risas.
En aquella época, en Manta había 2 agrupaciones musicales fuertes, las Almas Negras y Las Pantera Blancas (ambas siguen en vigencia). Tito con 13 años se involucró en esta última que estaba integrada por adolescentes y jóvenes. A esa edad le tocó dirigir la orquesta, en la cual entonaba la guitarra y en la que estuvo hasta los 17. “Grabamos algunos temas como ‘Deja que te cante morena’, transformamos el pasillo ‘Espuma’. Había muchos contratos, pasábamos ocupado en el tema musical”, recuerda.
A los 18 años formó su familia y comenzó a estudiar Ciencias de la Educación, carrera de la que se graduó en la universidad. Macías asevera que de no haber sido músico, se hubiera inclinado por ser pescador. “La vida del mar siempre me atrajo”, manifiesta.
Con el título de docente, Macías se inclinó por impartir clases de música. Lograr que niños y adolescentes vocalicen y encuadren la voz es una de sus funciones. Recuerda que a su, hijo Tito Daniel, lo preparó para que participe en el programa concurso Juguemos a cantar, en el cual obtuvo el segundo lugar.
“He trabajado desde hace tiempo con muchos cantantes, entre ellos Maykel Cedeño. Son más de 15 quienes han ocupado sitios de preferencia entre la fanaticada. Maykel es quien ha transcendido con mayor fuerza”, destaca.
En la nómina de sus pupilos están Valeria Chimbo, Jeffry Álava, Kevin García, Ney Moreira, Aytana Ponxe, Juan Diego Urdiales, Italo Zambrano, Diego Capa, Alison Jaramillo, María de los Ángeles Cruz, Ariana Garcés, las hermanas Karoline y Maybelline Pico y Waleska Zambrano, entre otros.
“Mi metodología es sencilla y ellos aprenden”, dice. Le pide a Dios que le dé un poco más de vida porque “aquí hay algunas cosas más que tienen que venirse, porque Manabí es tierra promisoria. Hay muchos niños con talentos increíbles”.
María Fernanda, madre de Ariana Garcés, resalta la labor del profesor Macías. “Mi hija ha crecido gracias a la paciencia y la capacidad que tiene el profesor. Es el mejor maestro de canto. Como él es muy difícil encontrar”.
Liliana López, mamá de Waleska Zambrano, asegura que hablar de Tito Macías es hablar de arte. “Muchos padres confiamos en él porque es un ícono en la música”, señala López.