La localidad está ubicada a 10 minutos del centro de Manta
Solo los adultos mayores mantienen la tradición de hacer carbón en San Juan
La rutina de Pedro Delgado es la misma desde hace años cuando Manta no era ni la mitad de extensa de lo que es ahora. Casi a las 09:00, desciende de las cumbres de San Juan, localidad mantense, montado en su burro y cargando leña.
Son más de 50 años en los que de manera indeclinable ha subido a la parte más alta de esta zona, hasta llegar a su finca, donde le espera la tarea diaria de preparar las astillas, labor que, para él, es incansable pues es su sustento económico.
Son jornadas largas que empiezan en la oscuridad de la madrugada. Sale de su casa, ubicada en el sector San José, a las 04:00 cuando el resto del pueblo aún duerme.
Luego de que ha recogido la leña, retorna a la parte baja de San Juan para elaborar el carbón. Una vez que ha ubicado la materia prima de su oficio en el horno, descansa. Al mediodía comienza a fabricar el carbón. Hace 2 sacos a diario. La venta del producto la realiza en el mercado de Tarqui, a $ 4 el saco.
Pedro aprendió sin ayuda esta labor, únicamente vio el proceso y eso fue suficiente para instruirse solo. Desde los 10 años se convirtió en un carbonero de oficio.
Mientras detiene su andar, cuenta que en San Juan son contados los hombres que se dedican a esa actividad, la que años atrás era toda una tradición entre los locales. “Quedamos como 10 carboneros y todos somos mayores (de la tercera edad). No hay jóvenes”, expresa el hombre, quien ve que en el futuro ya nadie hará carbón en San Juan.
Se retira después del diálogo, pues le urge dejar la leña en la bodega para descansar. Al igual que Pedro, Jacinto Santana se dedicó desde niño a la labor de hacer brasa. Hoy tiene 72 años y desde hace más de 2 décadas dejó la actividad, por pedido de sus 3 hijas, quienes le ayudan con su sustento diario.
Se inspira al hablar de San Juan. Recuerda las narraciones que le hacían sus padres de que en el sitio antes de que él naciera eran pocas las casas que había y todas eran construidas con caña. “Me decían que era un sitio botado. No llegaban medios de transporte. Solo se veía a los burritos de carga”, cuenta.
De pequeño comenzó a observar el crecimiento poblacional de la localidad. “Cuando era niño, recuerdo que vivía cortando leña para hacer carbón que antes se vendía en Manta. Hace años dejé este oficio para dedicarme a otras ocupaciones. Este ha sido un pueblo de carboneros y la gente se mantenía de aquello”, explica Jacinto.
Luego, la gente fue dejando la leña y el carbón. “Ya hubo trabajo en Manta, los hombres iban a laborar en cualquier cosa, como albañilería, instalaciones de agua, haciendo zanjas y otros. Las mujeres aprovecharon para laborar en fábricas atuneras para ayudar con la economía de la casa”, manifiesta.
San Juan está dividido en algunos barrios. El principal lleva el mismo nombre de la jurisdicción. Allí se ubica la iglesia. Otro sector es San José, lugar que es conocido como Perú, según Jacinto. También constan los sectores San Ramón y Santa Marianita.
Todas las mañanas, desde las 04:00, Pedro Delgado se dirige a su finca para recoger la leña y luego transformarla en carbón. Vende el producto en Tarqui. Foto: Rodolfo Párraga / El Telégrafo
El negocio de la crianza de animales
Juana Mero vive en San José de San Juan. Ella no labora pero su esposo sí, vende jugo en una carreta en la terminal terrestre de Manta.
Juana más bien se dedica a la crianza de chivos (9 en total) para la venta. En la mañana los saca del corral y a las 13:00 los encierra. Cuando alcanzan un peso apropiado para el consumo de su carne, los comercializa. Alimenta a los animales con cáscaras de plátano verde.
Dice que vende cada chivo en $ 40 o $ 50. También comercializa pollos. “Con esto nos ayudamos en algo”, explica mientras lava ropa, antes de preparar el almuerzo. Mercedes Delgado, de 72 años, es otra habitante de la localidad que cría animales. Actualmente un cerdo, pero años atrás tuvo más, cuando ayudaba a su mamá. Recuerda que la familia vendía también chivos y gallinas. Es así como aprendió sobre la crianza de animales para la comercialización.
Ella rememora que antes en la localidad algunas personas sacaban de los chiqueros a los porcinos y los llevaban a alimentarse al muladar. En la actualidad recogen lavazas para el sustento del animal.
En esta localidad mantense también se observan huertos familiares. Doña Mercedes ha hecho uno en su casa, en el que tiene albahaca, yerbabuena y hierba luisa.
Esta mujer, de amplia sonrisa, asegura que en San Juan es posible vivir tranquilamente. “Aquí nos llevamos muy bien con los vecinos”, indica la septuagenaria, y agrega que también viene de una familia que elaboraba carbón, un oficio que sus descendientes ya no desempeñan. (I)
San Juan es una localidad de Manta a la que se puede acceder por la vía Circunvalación. Foto: Rodolfo Párraga / El Telégrafo