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El Telégrafo
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El raspahielo tiene 100 años de historia en Manabí

La venta de granizados es común en las ciudades de Manabí, especialmente en Manta, donde los turistas llegan a disfrutar de su sabor refrescante.
La venta de granizados es común en las ciudades de Manabí, especialmente en Manta, donde los turistas llegan a disfrutar de su sabor refrescante.
Foto: Rodolfo Párraga / El Telégrafo
14 de octubre de 2018 - 00:00 - Vivian Zambrano

La imagen del manabita Calixto Gómez (60 años) vendiendo granizado se pasea por el mundo. Su oficio, vendedor ambulante, ha sido captado en gráficas hechas por turistas que llegan en cruceros y recorren el centro de Manta.

Para los extranjeros es novedosa la forma en que una máquina, hecha con hierros de manera rústica, tritura el hielo. Esa labor para manabitas y ecuatorianos es algo que ha trascendido y mutado con el tiempo.

Calixto, nacido  de Tosagua y quien habita en Manta, dice que la “modernidad” va de la mano con el negocio. Comenzó con un cepillo raspa hielo que le permitía sacar el hielo blanco, lo prensaba con los dedos en un vaso para luego ponerle el jarabe de dulce de algunos sabores. Esa herramienta era de aluminio y ya la regaló.

Hay hogares como el de la mantense Cita Delgado (70 años) que aún lo conservan. Es una pieza importante que se expone en museos como el Etnográfico Cancebí de Manta. Ahí, en una pared, están tres de estos ralladores que datan de 1950.

El historiador mantense Joselías Sánchez (74 años) siente muy familiar el uso del cepillo. A los ocho años, en sus vacaciones escolares, aprovechaba para vender raspados, un elemento parecido al prensado. “Era una actividad común”, señaló.

No sabe en qué año surgió esta herramienta para elaborar prensados y refrescos, pero desde que tiene uso de razón ya existía.

En el museo Cancebí, ubicado en el malecón de Manta, reposan las primeras herramientas que se utilizaron para raspar el hieloEn el museo Cancebí, ubicado en el malecón de Manta, reposan las primeras herramientas que se utilizaron para raspar el hielo. Foto: Rodolfo Párraga / El Telégrafo

El prensado era una bola que surgía tras rallar el hielo con el cepillo de metal, se abría, se ponía en el vaso y se hacía nuevamente este proceso hasta aplastar con los dedos la bola en blanco. Enseguida se agregaba el líquido o jarabe de menta, de rosa y de vainilla. Eran los tres sabores clásicos que se vendían a “dos reales”, explicó.

En cambio, en el refresco bastaba una sola cepillada y se ponía el hielo en el vaso, después se rodeaba de sabor. “Esos eran los dos elementos clásicos que se vendían en antaño”, dijo.

La Sirena, ubicada en el sector La Bahía, era la fábrica en la cual los comerciantes se abastecían de hielo. El denominativo de prensado, así como esta herramienta fue desapareciendo en los 80.

En esa época ya las familias comenzaron a adquirir las refrigeradoras, hacían helados. Luego apareció el llamado “chemis” y fue variando el refresco hasta llegar al granizado, como el que vende el tosagüense, Gómez en el parque central de Manta.

Guido Alonzo, conocido como don Calixto, vende granizado. Recorre los colegios y lugares públicos. El mejor de sus aliados es el sol y el peor enemigo del negocio es la lluvia. Ha incluido a los sabores tradicionales la menta y el chocolate. El valor del producto que va dentro de un vaso, al que se le agrega leche condensada, es de $ 0,50.

Eumeny Álava (71 años), estudioso de la cultura y tradiciones, cree que el cepillo de raspar el hielo tiene más de 100 años. Esto da pauta para elaborar los raspados y el prensado que es costumbre y tradición manabita. Luego aparecieron los “chemis” que se elaboraban también con hielo.   

Cruz Macías ha probado este tipo de productos, desde el raspado, prensado, “chemis”, hasta el granizado. Se endulza con los sabores y es un bocado que lo probó de muy pequeña, como lo han hecho casi todos los manabitas de su época.

“A lo mejor en otras ciudades del país se vendía el prensado, pero el sabor más rico de los jarabes estaba aquí en Manabí”, contó.

Nergio Anchundia (76)  recorre con su pensamiento el tiempo y recuerda que de niño pedía prensado a un señor, con barbas abultadas, quien era muy conocido en su natal Montecristi. Anchundia señaló que valía dos reales el vaso. Ahora este bocado sigue a la venta, pero a otros precios, manifestó. También hubo innovación del palillo de caña guadúa por el sorbete de plástico, dijo.

Édison Cedeño estima que este negocio va a continuar porque sed siempre existirá. Y es mejor refrescarse con un granizado bien rico, como el que hace Gómez, sobre su carreta acoplada a un triciclo.

Este comerciante conserva su primera galera, que la adquirió en 400.000 sucres. Alonzo prefirió adecuar su carreta con caña guadúa y así proyectar que los jarabes de su producto son auténticamente manabitas.

Mientras las altas temperaturas se mantengan, en Manabí seguirá la tradición de la venta del prensado, raspado o granizado de hielo. Esta es una actividad económica que preserva la costumbre de calmar la sed con el legendario raspahielo. (I)

Los jarabes preparados con colorantes, azúcar, miel o leche condensada son colocados sobre las bolas de hielo, es una bebida que combate la sed.Los jarabes preparados con colorantes, azúcar, miel o leche condensada son colocados sobre las bolas de hielo, es una bebida que combate la sed. Foto: Rodolfo Párraga / El Telégrafo

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