El cielo luce encapotado a inicios de noviembre por las madrugadas. Sobre la arena de la playa de Tarqui, en Manta, se extiende una bruma moderada que cubre el perfil de este enclave marino. Ahí, de lunes a sábado, la descarga de mariscos pone en marcha el motor que mueve la economía de Manta y Manabí.

En el lugar 1.500 personas aproximadamente trabajan en la descarga, eviscerado, venta, provisión de alimentos, hielo, entre otros. El comerciante Danny López llega de lunes a viernes a las 04:30. Hay que madrugarle al sol, a esa hora la actividad de compraventa es más dinámica, susurra.

Desde fines de septiembre la captura de dorado (coriphaena hippurus), pez de carne blanca, concentra la atención tanto de pescadores como de comerciantes. “Aunque 2017 fue un pésimo año en capturas, en lo que va de 2018 los desembarcos son alentadores, hay dorado todos los días y por eso aprovechamos. La temporada terminará a inicios de 2019”, replica López.

El precio llegó a bajar hasta los 0,45 centavos de dólar la libra, hace dos semanas, pero comprándolo de cuerpo entero.

El dirigente de los pescadores artesanales, Jimmy López, cuenta que hay tanto dorado, que hasta sigue embodegado en las cámaras de frío de algunos barcos. Por Manta se descargan sobre las 40.000 por semana, reseña.

Entre el 8 y 9 de octubre subió a 0,80 centavos la libra en cuerpo entero, mientras que solo en filete se ofrecía en $ 2.

La adulta mayor, Flor Arias, vive en el barrio Seis de Diciembre de Tarqui. Dos veces por semana visita el sector de Playita Mía en busca de pescado. Ella prefiere comprar dorado de cuerpo entero. Un pescado rinde seis libras, lo adquirió en $ 10. Hace limpiar las vísceras, luego extraer los lomos, le queda la cabeza y el hueso de la espina que lo utiliza para preparar un caldo.

El mecánico automotriz Byron Cedeño arribó desde la parroquia Eloy Alfaro, noreste de la ciudad. Se enteró de que el dorado está a bajo costo. Por eso llegó muy temprano el 8 de octubre a comprar este pescado de carne blanca. Le gusta el que tiene la piel verde fosforescente, es el de alta calidad, el que se exporta, es muy bueno para cebiche, apanado y hasta se lo puede preparar a la parrilla, refirió.

A más de los clientes caseros también arriban quienes adquieren el pescado para los restaurantes, cevicherías y hasta para llevar el producto a la Sierra del país.

El comerciante Freddy Soledispa es uno de ellos. Dorado hay una sola vez al año, por eso cuando está con precios razonables compra, y una buena parte después de sacar los filetes, se la lleva a congelar para luego vender a los clientes especialmente de Quito, asegura.

La actividad ha creado al menos mil plazas de trabajo en la limpieza y eviscerado de mariscos. Oswaldo González es presidente de la Asociación Asoporplata. Para nosotros que haya mucho dorado es muy bueno, nuestra gente se ocupa todos los días.

Jaime Anchundia limpia pescado hace 25 años. La gente nos deja su propina, entre 0,50 centavos hasta un dólar, cuando avanza el día vamos sumando y queda algo bueno, reseña.

Mientras los clientes, limpiadores, estibadores, dueños de restaurantes y comerciantes locales cuentan que el negocio en torno al dorado está bueno, la otra cara de la medalla se vive entre los exportadores del producto.

Fuentes de la Asociación de Exportadores de Pesca Blanca (Asoepebla) cuentan que la economía dolarizada de Ecuador juega en contra del negocio.

En el mercado se compite con los comerciantes de los países de Centroamérica y Perú, ellos ofrecen dorado a veces hasta por la mitad de nuestros precios, reseñó la fuente. Para la exportación se registra a $ 1 la libra, en 2017 se ubicó en $ 2. (I)