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Ecuador, 26 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Para los mochileros, la aventura tiene una fecha de salida, pero no una de retorno

La chilena Beatriz Silva decidió a sus 42 años dejar su vida como profesora de arte y emprender hasta Alaska (Estados Unidos), punto al que espera llegar en 18 meses. Foto: Cortesía Ricardo Jara
La chilena Beatriz Silva decidió a sus 42 años dejar su vida como profesora de arte y emprender hasta Alaska (Estados Unidos), punto al que espera llegar en 18 meses. Foto: Cortesía Ricardo Jara

Beatriz Silva siempre les decía a sus 2 hijas que algún día dejaría todo de lado y emprendería un viaje aventurero. Para ese entonces, más de 10 años atrás, ella no tenía idea de su ruta, pero sí que la travesía sería sin ninguna comodidad.

Sus pequeñas no entendían mayormente lo que esta profesora de arte decía. Llegado el momento, cuando sus hijas ya fueron mayores de edad y eran independientes, Silva renunció a su trabajo, cogió su cámara fotográfica, se armó una bicicleta apta para todo terreno y partió. A sus 42 años, comenzó a pedalear desde el norte de Chile, cruzó la cordillera de Los Andes y llegó a Argentina. Luego pasó por Bolivia, Perú y llegó a Ecuador.

En Manta se dedicó a vender artesanías. “Ecuador me impactó desde el momento que entré por Zumba (Zamora Chinchipe). Cuenca es hermosa y Manta tiene una playa maravillosa. Estoy encantada con Ecuador, pero debo seguir mi viaje”, manifestó Silva, quien ya fijó un punto para llegar en su ruta: Alaska (Estados Unidos).

Salió de Chile en agosto del año pasado y espera llegar a la parte más norte del continente en 18 meses, “aunque los tiempos van variando de acuerdo al viaje”, dijo.

Salió de su tierra con $ 2. “Vivo de mi trabajo. Vendo fotografías, pinto murales, hago artesanías. La gente me ayuda mucho”, contó.

Ella, dueña de una piel tostada por el sol que recibe en su andar, carga su carpa para dormir y muchas veces pide un espacio en la estación de bomberos de la ciudad en la que esté de paso. “Los bomberos ayudan mucho a los viajeros, en especial a los ciclistas”, acotó.

A diferencia de Silva, quien viaja sola (aunque en el camino se encuentra a ‘patas’ -acompañantes-), las argentinas Belén Grau y Carolina Aumada emprendieron su travesía juntas. Partieron de su natal Buenos Aires en diciembre del año pasado y tras conocer varios puntos, decidieron hacer base en Canoa.

En su paso por Montañita tuvieron una mala experiencia. Les robaron su dinero y ahora trabajan para reunir para su pasaje de retorno.

“Estábamos dormidas y nos abrieron la maleta. Son cosas que pasan viajando así, pero estamos recontentas con todo lo que hemos vivido. Es la segunda vez que estamos en Canoa y de seguro que volveremos”, lanzó Grau, quien junto a Aumada vende empanadas para reunir dinero.

“Hemos hecho malabares, preparado batidos, hemos sido meseras y vendido empanadas. Nosotras somos de trabajo”, indicó Aumada.

En Canoa también vieron una oportunidad de sacar dinero en su viaje el venezolano Alejandro Moneta y la colombiana Diana Pinzón. Ambos vivían en Argentina y un día decidieron vender todo y emprender la aventura.

“Nosotros vimos que con nuestra profesión de cocteles podíamos hacer dinero. En todo lugar se consume alcohol y eso nos sirve”, destacó Pinzón, quien mientras hablaba preparaba un mojito de maracuyá. La ruta de esta pareja incluye un viaje a Estados Unidos... “Ese sí lo haremos en avión”, dijo entre risas Moneta.

Los viajeros de las historias aquí contadas no tienen claro el día exacto de regreso a casa, pero lo que sí saben es que tras su vuelta, de seguro volverán a mochilear.

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