Afirma ser enemigo del celular. Para él, los teléfonos móviles en vez de conectar a las personas las desunen. Antonio Pico es de esos campesinos de cepa, montuvio por nacimiento y convicción.

Para encontrar a este gestor cultural hay que buscarlo en su casa (en Río Caña) o en el Municipio de Santa Ana, porque no hay manera de que este hombre utilice celular, “nunca tendré uno. Otra cosa que nunca tendré es un carro, jamás me verán al volante de un carro”.

El campo para él es su hábitat. El machete y el garabato son sus instrumentos favoritos de trabajo, aunque solo los utiliza en sus ratos libres. Entre semana labora en el departamento de Medioambiente del Municipio de Santa Ana. Cuenta que es burócrata por obligación, ya que no se identifica con el estilo de vida de estar detrás de un escritorio, “pero desde este lugar también puedo ayudar”, dice.

Antonio es barbado, muy barbado y de larga cabellera. Ya perdió la cuenta de cuántos años no se ha rasurado ni pasado tijeras por la cabeza.

“Si me corto el cabello después pierdo mi fuerza”, dice entre risas Antonio, quien gusta de chupar caña, preparar guarapo y comerse un buen viche manaba.

Con la finalidad de mantener las tradiciones montuvio-culturales, desde hace 21 años lidera la realización del Festival Río Caña: tradición oral, la semilla y la interculturalidad. Lo hace en la casa de heredó de sus abuelos (Antonio Pico y Mercedes Mendoza).

Su esposa, Sandra Moreira, cuenta que ella tampoco usa celular porque no lo ve necesario. “En mi casa no hay televisión”, dice.

Sobre su esposo dice “es un gran hombre, a veces explosivo, como buen manaba que es”.

Melina, de 15 años, y Nina, de 13, son las hijas de ambos. Ellas, que sí usan celular, siguen con las tradiciones y acompañan a sus padres a los eventos culturales. (I)