Lavanderas de río, fuente de inspiración de poetas y fuente de trabajo
Años atrás, el lavado de la ropa de los de hogares cuencanos estaba en manos de las lavanderas, esto como factor importante para garantizar, incluso, el funcionamiento del matrimonio.
Esta actividad era considerada exclusiva de mujeres. Las lavanderas provenían generalmente de zonas rurales o de familias de bajo nivel socioeconómico.
En la actualidad, el lavado de ropa a orillas de los ríos es una labor que realizan con menos frecuencia e intensidad; sin embargo, su extinción aún parece lejana, porque diversos sectores de la población se ven forzados a mantenerla o no quieren abandonar la tradición.
El lavado de prendas no se realiza exclusivamente en el Tomebamba, pero fue en este río donde se popularizó. Hoy en día, esta actividad también se practica en el Machángara, en el Tarqui, en el Yanuncay y en algunos de sus afluentes.
La práctica consiste en colocar una prenda sobre una piedra grande, jabonarla, cepillarla y —si es necesario— golpearla. “A veces la mugre es necia y no abandona la tela ante los primeros frotes con jabón y detergente”, indican las personas consultadas.
María (guarda su apellido), que desde hace 2 años se acerca una vez por semana al río Tomebamba, asegura que prefiere lavar en la orilla, porque puede observar y vigilar los juegos de sus hijos, también se anima a entregar una recomendación, y es su preferencia por secar las prendas sobre el llano ya que es menos probable que el viento lleve la ropa, a diferencia de cuando está colocada sobre las rocas.
Otro que acude al río es Roberto, proveniente de Alausí, provincia de Chimborazo. Comenta que vive con su familia en un cuarto de arriendo y la incapacidad para acceder a un lavadero en su lugar de residencia le obliga a acudir cada 8 días a orillas del río Tomebamba a lavar las cobijas y vestimenta de su familia; añade que el propietario del cuarto limita el uso de agua debido al incremento en sus costos. “Algunas familias lavan aquí porque en la casa no hay como”, asegura.
Roberto cuenta que también acude a las orillas del río por necesidad económica, pues aparte de la propia lava ropa ajena. El costo del servicio que presta es de $ 1,50 la docena de prendas y $ 1 la cobija; comenta que no ha sufrido o ha visto accidentes relacionados con las lluvias o al aumento del caudal.
Edwin Chicaiza, miembro del Cuerpo de Bomberos con 12 años de experiencia, manifiesta que la institución realiza constantes campañas de prevención de accidentes para que la población evite acercarse a las orillas ante precipitaciones y crecidas de los ríos, su trabajo es coordinado con miembros de la Policía Nacional, Guardia Ciudadana y la Cruz Roja.
El sargento recuerda el rescate de una adulta mayor en el sector de Barabón, el año anterior, como una de las experiencias ocasionadas por la crecida del río y la imprudencia.
El agua del río y sus consecuencias
Diego Salas, médico de la ciudad, asegura que el lavado de prendas en las orillas trae consigo una serie de afecciones derivadas del contacto con agua en bajas temperaturas, el viento y la exposición prolongada al sol. Problemas artríticos, reumáticos, dermatológicos y respiratorios son los más comunes dentro de la población dedicada a esta actividad. Por esta razón se recomienda utilizar guantes de caucho y, en lo posible, ropa impermeable por parte de quienes cumplen con el oficio.
Salas recuerda que hace varias décadas se acostumbraba extraer una sustancia del penco para convertirla, mediante la frotación, en una espuma parecida al jabón, y que esta técnica traía como consecuencia graves afecciones dermatológicas. Esta práctica se ha abandonado en la actualidad y ahora todos los implementos utilizados en la labor de la lavandería vienen de un proceso industrializado.
Es cierto también, señala el médico, que cuando esta práctica era más común en Cuenca, el desfogue de aguas servidas no perjudicaba la calidad del líquido que corría por el río; en la actualidad, en cambio, existe mayor riesgo y probabilidad de contagio de enfermedades ocasionadas por virus o bacterias.
Con el paso del tiempo, la aparición de las lavadoras dio un golpe a la lavandería manual, en especial a quienes tenían esta labor como fuente de empleo.
Este oficio ha sido fuente de inspiración para los poetas y artistas que han grabado canciones o han escrito versos dedicados a las “lavanderas del Tomebamba”. (I)