El sol de la media tarde en Portoviejo arde. Son cerca de las 16:00 y la capital manabita está agitada, típica jornada de viernes en un diciembre cualquiera. Es época navideña, temporada alta para los negocios de la calle Chile, sector que hace más de 50 años hicieron suyo los comerciantes informales.

La esencia del portovejense está a lo largo de esta avenida. Hay todo tipo de vendedores; está el “shabido”, el hablantín, el chistoso, el que te pregunta qué talla de pantalón eres, el que un poco más y te pone la camiseta que está ofertando, todos concentrados en su trabajo, ‘enamorar’ al cliente.

Alberto Mariscal es quien pone la salsa. Chiflea, grita y lanza frases jocosas para llamar a sus clientes. En sus 34 años como comerciante, siempre ha vendido ropa interior, negocio que heredó de su padre.

“Flaca, ven, ponte el rojo pasión (mientras sostiene un calzón)... pruébate el amarillo, que ya se acerca fin de año (en alusión a la tradición de usar ese color de interior para tener suerte)”, grita con carisma Alberto, mientras más de uno de sus colegas de puestos aledaños suelta una carcajada.

Cuenta que las ventas en este mes no han sido como en años anteriores, que la disposición municipal, de que se pongan carpas que estén cerradas del lado de la calle (que la mercadería solo se pueda ver por el interior de la vereda), ha reducido las ganancias.

Pero la situación cambió tras el cobro de la quincena (el lunes anterior) por parte de la ciudadanía, así como del decimotercer sueldo. “Ahí no hay disposición que frene a la gente a comprar”.

Alberto asegura que ha hecho una inversión que bordea los $ 8 mil y que sus ingresos en los primeros días del mes fueron de menos de $ 100 diarios. “En otros años me hacía hasta $ 500 y ahora la venta ha bajado, pero hay que avanzar ante toda adversidad”, lanza.

El hermano de Alberto, Juan, también está en el negocio de la venta de interiores. Él lleva 25 años en el sector. “Desde el 29 diciembre es la fiebre de lo amarillo, ya se ha hecho una tradición”, destaca.

El ‘Palomo’ (Antonio Luque) es otro de los vendedores experimentados en la zona. “Yo tengo 47 años y toda la vida he vendido sandalias”, expresa el comerciante, quien hace hincapié en el calor debido a las toldas colocadas por el Municipio.

Sandra García indica que llegó hasta la calle Chile con la intención de comprar un juego de luces para su árbol de Navidad, pero que encontró unas sandalias “muy lindas aquí (en el mostrador de ‘Palomo’) y me las tuve que comprar”.

Ella camina con su hijo, Michael, de 7 años, a quien no suelta. La cantidad de personas no deja que haya una normal circulación por el sitio. Ante esta situación, la mujer pide que en los últimos días del año se cierre la calle Chile al tránsito vehicular, para que quienes vengan a comprar, puedan caminar con tranquilidad aquí.

Eduardo Martínez, coordinador general de las 9 asociaciones de comerciantes informales del sector, forma parte de la tercera generación de vendedores de ropa. Desde hace 15 años tiene su negocio propio.

Indica que los cerca de 600 comerciantes hacen una inversión promedio de $ 3 mil a $ 5 mil para las fiestas de Navidad y Fin de Año. Para Martínez, una de las problemáticas en el negocio de la ropa es que los mayoristas de jeans han ingresado a la ciudad. “En principio, los vendedores de Pelileo llegaron acá con la supuesta consigna de traernos los pantalones para ayudarnos en la logística, pero ahora vienen y venden su producto a un precio menor y eso nos afecta”, resalta el dirigente.

En la calle Chile, los jeans cuestan desde $ 15, mientras que los mayoristas de Pelileo los venden a $ 10 a cualquier persona.

Buscan dejar la informalidad

Martínez asegura que los comerciantes no desean quedarse en la calle Chile, más bien piden un espacio para regular su situación. “Nosotros queremos comprar algo y saber que es nuestro. Hemos propuesto que se nos venda el terreno de Senagua, que queda entre las calles Rocafuerte, 10 de Agosto, Córdova y Sucre.

Es una manzana completa, ese es el sector idóneo para nosotros”.

Otra de las opciones que propone el dirigente de los negociantes es que la calle Chile se convierta en un pasaje comercial, parecido al peaje Villamil de Guayaquil.

MUNICIPIO ARMÓ UNA FERIA EN EL EXAEROPUERTO

Este año las ferias de juguetes, ropa, monigotes y caretas se realizarán en la pista del exaeropuerto, donde, además, se incorporarán actividades artísticas y culturales para atraer al público.

José Flores, director de Comisarías del GAD Portoviejo, indicó que en el mismo lugar se desarrollarán las ferias de alimentos y de diversión.

Precisó que se está planificando un cronograma para que las festividades de Navidad y Año Nuevo tengan el resultado deseado. De manera que habrá seguridad por parte de la Policía Nacional y Municipal, Cruz Roja, Cuerpo de Bomberos, cámaras de seguridad conectadas al ECU911, baños públicos, parqueo vehicular e iluminación del área.

La Dirección de Planificación Territorial se encuentra elaborando el croquis pertinente y la Secretaría de Riesgos prepara el respectivo plan de contingencia.

Además de realizar las compras en el sitio, las personas podrán disfrutar del circo de los Hermanos Fuentes Gasca y de la Carpa de la Alegría.

El GAD informa que unos 700 puestos ya han sido vendidos a los comerciantes locales y de otras provincias.