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El Telégrafo
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En La ‘ciudad puerto’ hay desde hace 20 años personas que vigilan los balnearios

En el feriado, 30 salvavidas protegieron a los bañistas en Manta

El salvavidas Pablo Banguera indica a las personas hasta dónde pueden ingresar al mar. Además los asesora sobre la importancia de respetar las señaléticas. Foto: Rodolfo Párraga / El Telégrafo
El salvavidas Pablo Banguera indica a las personas hasta dónde pueden ingresar al mar. Además los asesora sobre la importancia de respetar las señaléticas. Foto: Rodolfo Párraga / El Telégrafo
22 de febrero de 2015 - 00:00 - Redacción Regional Manabí

Son las 08:30 de un día feriado. Los salvavidas Pablo Banguera (41 años) y Ricardo Pin (38) dialogan en una de las torres de seguridad que hay en El Murciélago, sin quitar la mirada de los kilómetros de playa que hay en el balneario. Tratan de avistar si algo anormal ocurre con los bañistas.

Si ven que alguien corre riesgo por estar muy metido en el mar, de inmediato bajan corriendo y proceden a pitar para indicarles que el límite adecuado para bañarse sin peligro es hasta cuando el agua les llega la cintura.

Si las personas hacen caso omiso a las recomendaciones, los salvavidas pitan 2 veces, lo que significa un llamado de atención al bañista. Cuando las pitadas son 3, los rescatistas dan aviso a la Policía para que proceda a sacar a la persona. Una pitada larga significa un rescate en proceso.

La turista santodomingueña Diana Oviedo se admira de la paciencia que tienen las personas que colaboran con la seguridad en las playas de Manta. “Me da bastante confianza que ellos estén aquí. Antes he ido a otras playas y no he visto tantos salvavidas como aquí”, dijo.

A la riobambeña Ruth Medina lo que le agrada es que ellos den indicaciones a los visitantes. Tanto Pablo como Ricardo son parte de los 30 rescatistas con los que cuenta Manta.

Se llevan muy bien y tienen historias que contar respecto a la actividad que les apasiona: precautelar la vida de los turistas.

La historia de los 2 coincide en el gusto por la natación. Ricardo aprovechó sus cualidades físicas conseguidas a través de brazadas. Llegó a ser seleccionado de la provincia y esa capacidad le dio el impulso, para hace 16 años, ser parte de los rescatistas mantenses. “Toda mi vida quise ser salvavidas, es algo que siempre me ha apasionado”, resaltó Pin.

Era sostén de familia y cumplía la tarea de pescador en un barco japonés con el que recorrió otros países. “Estuve en Hawái y Panamá donde había muchos salvavidas con buenos equipamientos, bien uniformados, tenían cuadrones, motos acuáticas y eso me llamó la atención”, acotó Pin.

Recuerda que en uno de sus viajes constató cómo una resaca puso en riesgo la vida de un padre y su hijo, hasta que llegaron los salvavidas y los rescataron. “Desde allí quise venir a mi país y comenzar esta actividad”, señaló.

De su parte, Banguera pasó la prueba para ser salvavidas hace 16 años. Esta actividad la cumple en días feriados y libres. Este trabajador de Caravana Televisión de Guayaquil recuerda a las personas que ha salvado de las aguas, en especial a la primera. “Mi primera intervención fue para salvar a una chica. Ella se me agarró del cuello y no me soltó ni cuando ya estábamos en la arena. Sus padres tuvieron que aflojarla, ya que estaba en shock”, dijo.

Entre Pin y Banguera han rescatado a más de 1.500 personas.

Una lucha con los bañistas

Ambos comentan que uno de los factores por los que la vida de los bañistas puede correr riesgo es que hacen  caso omiso al llamado de los salvavidas. “Uno les comunica acerca del peligro y lo primero que suelen decir es: ‘La playa es libre y yo puedo bañarme como quiero’. Ese es su primer error”, expresó Pin.

Las playas de Manta cuentan con la presencia de los salvavidas hasta las 18:00.

Según las estadísticas que manejan las autoridades, el 75% de los rescates es de personas que han ingresado al mar en estado etílico.

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