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Es parte del complejo de machalilla

El verdor envuelve a los visitantes de Agua Blanca

En la localidad hay diversos senderos, por los cuales se puede conocer más de la historia manabita. Foto: Mario Rodríguez / El Telégrafo
En la localidad hay diversos senderos, por los cuales se puede conocer más de la historia manabita. Foto: Mario Rodríguez / El Telégrafo
19 de julio de 2015 - 00:00 - Redacción Regional Manabí

Al adentrarse 10 minutos por un camino empedrado desde la Ruta del Spondylus, en la zona sur de Manabí, se puede llegar a un bosque seco y tropical que contrasta con el ambiente playero que hay del otro lado de la vía.

Se trata de la comuna Agua Blanca, lugar que tiene como principal atractivo una laguna azufrada. Es un sitio lleno de historia, en el cual se puede conocer más sobre el estilo de vida de los ancestros de la zona, en especial sobre la cultura Manteña (800-1500 después de Cristo).

El guía Paúl Martínez supera su dificultad para caminar, debido a una caída que sufrió días atrás, y encabeza a un grupo de turistas que transita por uno de los senderos del lugar. La primera parada del tour es el museo.

Allí, Martínez, nacido en Agua Blanca hace 43 años —de los cuales 14 ha sido guía turístico—, habla sobre los más de 100 años de historia de esta comuna, pero principalmente sobre la cultura Manteña, su estilo de vida.

“Eran comerciantes por excelencia. Su principal producto de intercambio era la concha spondylus, que era un manjar de la época. Además llevaban a países como México, al norte del continente, o Chile, al sur, productos como palo santo o tagua”, explica Martínez.

La caminata se hace bajo la sombra de los multitudinarios árboles del sector. En el grupo de 6 personas hay 2 franceses, 1 peruana y 3 ecuatorianos, quienes se muestran atentos a las explicaciones del guía.

El invierno de 1998, cuando el fenómeno de El Niño azotó a la costa ecuatoriana, significó el derrumbe de muchas lomas del sector. Esta situación causó gran dificultad en la comuna en principio, pero luego, con el pasar de los meses, quedaron al descubierto nuevas evidencias del estilo de vida de los manteños.

“El fenómeno de El Niño fue muy difícil para nosotros, pero fue una catástrofe natural que nos permitió encontrar otros puntos para convertirse en atractivo dentro de la comunidad. Se encontró el cuarto pueblo del señorío de Salangome. En aquel entonces se le llamó la ciudad perdida de Agua Blanca. Se encontraron 600 edificaciones en el valle del río, de la última colonia precolombina”, dice.

Martínez acota que las personas de la zona, en la época precolombina “dejaron grandes enseñanzas”. “Aquí mantenemos las tradiciones ancestrales, en especial con la medicina. Un ejemplo es que para curar las picaduras de serpientes, se utilizan la cascarilla y otras hierbas que nuestros sabios mantienen en secreto. Del lomo de la serpiente se pueden utilizar partes para crear un antídoto. Esto es más efectivo que ir al médico”, explica.

Los estudios arqueológicos de la zona —comenta Martínez— empezaron en la década de los cincuenta, pero de manera intermitente.

“En 1985 se iniciaron las investigaciones arqueológicas de manera profesional en la zona, con la llegada del escocés Colin McEwan, quien compartió sus conocimientos con nosotros. En el tema de turismo, empezamos con una pequeña sala de exhibición”, recuerda.

El mayor atractivo turístico de Agua Blanca es su laguna azufrada. La cual para los visitantes es algo hasta cierto punto exótico, pero para los comuneros cotidiano. Ellos utilizan el líquido del estanque para  bañarse, lavar la ropa, regar los sembríos y hasta para cocinar.

“Los minerales que posee el agua (azufre, fósforo, potasio y calcio) ayudan a que la piel se rejuvenezca. El barro de la laguna es algo magnífico”, lanza.

Para la machaleña Olivia Coello, conocer Agua Blanca es una experiencia que compartirá con sus allegados. “La laguna de barro es una grata experiencia. Sería bueno que las personas pongan un alto a sus actividades y visiten este lugar”.

En la comunidad faltan servicios básicos, falencias que los residentes del sitio piden a las autoridades locales los ayuden a suplir”.

Si se trata de poner una pausa al ajetreo diario, Agua Blanca es el lugar idóneo, fuera del mundanal ruido, sin señal de celular y con un ambiente natural envolvente.

Sin lugar a dudas es un sitio al que vale la pena volver. Su gente, su historia, su baño de lodo y su entorno verde están a la espera de quienes se atreven a dar un paso más allá del típico paseo. La invitación está hecha. (I)

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