La esencia de su gente se puede notar en la comida, los mitos y relatos campesinos, versos populares y en la hospitalidad
El manabita siente una provincia sin divisiones
La historia ecuatoriana que se enseña a niños y jóvenes no refleja el “aquí y ahora” de la realidad ecuatoriana. Se ha enseñado solo la historia de Los Andes. Se ha ocultado o se desconoce la historia de la Costa ecuatoriana, cuya primera cultura, Valdivia, es, a no dudarlo, la primera de las culturas humanas indígenas en la América Latina.
La identidad es una manera de ser, de sentir e interpretar al mundo. Es un legado que recibimos. Es una construcción social, algo vivo y por tanto, cambiante.
La identidad manabita es una construcción horizontal en la que participan todos los actores sociales, por tanto es mucho más sólida, porque no es impuesta desde arriba y se ha fortalecido por la ausencia de diferencias sociales.
Es fluida, creativa y cambiante, manifestándose de muy diversas maneras como en la comida, los mitos y relatos campesinos, versos populares o amor fino, en la hospitalidad e incluso en la casa campesina que es muy estética, rodeada de jardines, donde destacan el color y el perfume de las flores.
Manabita
El manabita, lo manabita, el manabitismo es una identidad colectiva, resultado de un proceso subjetivo a lo largo de la vida regional y provincial, es un hecho objetivo que deviene del propio modo de ser del manabita, hecho sociocultural que surge en la prehistoria latinoamericana, al identificarse a esta región como Cance-bí o Mana-Pi, derivándose el vocablo “Pí” en “Bi”, para identificarla como Manabí.
Es la identidad regional socio-geopolítica, reconocida por el Gobierno grancolombiano para designar a la naciente provincia con el nombre de Manabí.
La identidad
Dos grandes enfoques deben considerarse en el análisis de la identidad de grupos humanos. Uno referente a la antropología cultural que lo aborda como un proceso subjetivo. Otro, referente a la filosofía latinoamericana que la concibe como un hecho objetivo.
A estos 2 enfoques sustentados por el sociólogo Manuel Espinoza Apolo, en su tan comentada obra Los mestizos ecuatorianos, deben agregarse los antecedentes históricos de la región y la confrontación analítica de la realidad actual para responder al objetivo propuesto y demostrar que “el manabita”, “lo manabita” y “el manabitismo” constituyen una identidad regional, cultural, étnica y política.
La identidad como proceso subjetivo
La identidad del manabita es una realidad que se transporta del “yo personal” al “yo colectivo”. Este desplazamiento se ha ido elaborando a lo largo del tiempo y es hoy una identidad social muy fuerte y arraigada que lo distingue de cualquier otro habitante de las restantes provincias del Ecuador.
Recogemos las palabras del historiador Wilfrido Loor Moreira: “La provincia entra tan hondamente en Manabí, que el nativo de ella cuando sale de su tierra indica su procedencia con el simple calificativo de manabita, sin indicar si es de Portoviejo, Manta, Chone, etc., como suele ocurrir en la Sierra u otros lugares de la Costa, y por esto en ciertos pueblos del Guayas o de Los Ríos dan al manabita el mote de provinciano, como si en Ecuador solo Manabí fuese provincia”.
El peyorativo de “manabita”, “provinciano”, “montubio” o “cholo”, con el que se pretendía denigrar al habitante de esta región fue, paulatinamente, transformándose de debilidad en fortaleza y es hoy una identidad plena al llamarse “manabita”.
Es decir, de un estado de ánimo, de un sentimiento del “yo”, se fue transformando en un símbolo de identidad personal, en una conciencia sociocultural, en una experiencia comunicativa, encontrándose donde se encontrara.
Es un autorreconocimiento del “ser” y del “deber ser” habitante de Manabí. El “Yo personal” es hoy un “Yo grupal”. Es una identidad colectiva de cuantos viven en la provincia de Manabí, región geopolítica plenamente diferenciada del resto de las provincias de Ecuador.
Esta identidad regional podemos definirla como conciencia compartida de los habitantes de Manabí, una conciencia de pertenencia a una comunidad regional específica, resultado de un largo proceso que se inicia en la prehistoria latinoamericana, se condiciona durante la conquista, se refuerza durante la colonia, se vigoriza durante las luchas de la independencia, crece durante la República del siglo XIX como revolución alfarista, para convertirse hoy, parafraseando a Marx, en una “ideología manabita” desarrollada sobre la territorialidad y la etnicidad propia.
La identidad como proceso objetivo
Esta identidad cultural constituida en identidad social, implica una “toma de conciencia” del ser y deber ser manabita. Estamos ante un “hecho objetivo” y demostrable.
La filosofía latinoamericana considera como “hecho objetivo” lo relacionado con el modo propio del ser. En el caso de la identidad étnico-cultural del manabita este “hecho objetivo”, este modo propio de ser es tan maravillosamente real y objetivo que toda actividad humana del manabita tiene este rasgo que lo individualiza como persona y lo distingue como colectividad.
Diversidad - identidad
La diversidad del manabita es otro poderoso argumento de su identidad regional, porque en ella encuentra la razón de su propio modo de ser.
Vinculados poderosamente con su hábitat, recinto, parroquia o cantón por ser la tierra de la “querencia”, de la familia, del nacimiento, del amor y de la muerte, el manabita crea su primera identidad: Familia-tierra. La familia tiene pasado, recursos, apellidos, tierra; la tierra tiene historia.
Familia y tierra van generando esa “querencia”, única y especial que se trasluce en mitos, leyendas, historias e identificaciones. La identidad por lo local es un factor primordial de la diversidad que se estructura en la identidad cantonal.
Ese mismo mecanismo de lo local a lo cantonal va a configurar esa identificación profunda y telúrica por su tierra regional, por su provincia, como conciencia compartida, una conciencia de pertenencia a la región provincial, resultado de un largo proceso que se inicia en la prehistoria de América.
La unidad en la diversidad es fácilmente entendible por los manabitas, pero difícilmente comprensible para los no manabitas que argumentan “división o localismos”.
Referente a la identidad local, Manuel Espinoza A. sostiene: “La noción de identidad social solo tiene sentido e importancia en contextos de diversidad y en situaciones de contraste o confrontación entre grupos diversos. Consecuentemente, la noción de identidad presupone diferencias socioculturales objetivas, remitiendo en primer lugar a estas, las mismas que existen antes e independientemente que haya o no conciencia sobre ellas. Las especificidades socioculturales objetivas definen la diferencia y conforman el bagaje cultural genuino de un grupo.”
Personalidad propia
Manabí es una región con personalidad propia, diferente a cualquier otraprovincia del país y en ella habita un grupo humanoque se distinguedel resto de ecuatorianos.
El manabita es “romántico, soñador y enamorado de su tierra; manabita culto, artista, escritor, maestro o poeta; todo ello, producto de esta simbiosis maravillosa: la fusión hombre-naturaleza, que constituye sin lugar a dudas la identidad indiscutible del hombre manabita”, como categóricamente afirma Darío Moreira Velásquez, un intelectual portovejense a quien le fuera otorgada la Medalla de la Unesco, lo mismo que al chonero Gonzalo Abad Grijalva, por sus decididas intervenciones para el reconocimiento de Quito como Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Asumir la identidad
Rescato y me uno al llamado de la ilustre y connotada historiadora Carmen Dueñas de Anhalzer: “Los manabitas debemos vivir nuestra identidad, no mistificarla, sino asumirla con una actitud crítica para sentirnos fortalecidos en este proceso de globalización. Tener conciencia de lo que somos y hacia dónde vamos. La identidad manabita significa mirar el futuro. Modernizarnos, significa vigorizar nuestra identidad, recuperar la estética de nuestra vida y de nuestras viviendas a las que hemos permitido que se rodeen de basura”.
“La identidad es valorizar lo nuestro, estar conscientes de quienes somos y asumir los nuevos compromisos como la de convertirnos en una sociedad civil fuerte que defienda los derechos humanos, que asimile los aportes de la interculturalidad porque la identidad es algo vivo. En Manabí, la identidad manabita es horizontal, un producto de todos los sectores sociales, porque es tan vigorosa y tan eterna”. (O)