La tarde está fresca, algo que es común en El Arroyo. No importa la hora, ni la época del año, así lo aseguran sus habitantes mientras el viento sopla con fuerza. En esta zona rural de Montecristi, además del buen clima reina la tranquilidad. Sus calles son poco transitadas: en su mayoría los locales están en el trabajo o en casa, dialogando y compartiendo con los suyos.

En una esquina, a pocos pasos de la iglesia del sector, Eduardo Alonzo, de 68 años, sentado en una banca de madera contempla maquinarias municipales que hacen cambio de tuberías. El hombre saluda bien atento a quien se le acerque.

Es un gusto para él recordar años pasados. Era una de tantas personas que en la jurisdicción se dedicaba a la ganadería. “Tenía 12 vacas que las guardaba en el sector Ana Pastora de El Arroyo”. Por la falta de alimentos para los animales decidió no seguir más en el oficio. “Estábamos trabajando en contra”. Para Alonzo, el negocio decayó cuando llegó la dolarización (1999). “Ya no hubo renta, la leche se puso barata”. Incluso asegura que por la situación las personas comenzaron a migrar. Se fueron a países como Venezuela, Estados Unidos, España e Italia, quedando pocos habitantes en El Arroyo. Relata que en el lugar había más de mil personas dedicadas a las tareas de ganadería y agricultura.

Ángel Muentes es el secretario de la comunidad y también se refiere al boom ganadero de este lugar. “Aquí se vivía del ganado, ahora hay poca gente que se dedica a eso”. Muentes afirma que este sitio era visto como uno de los sectores que tenía el mejor ganado en la provincia. “El apogeo fue hace unos 30 años. Todo el mundo vivía de este negocio”.

De la localidad, a diario salían 5 mil litros de leche que se vendían en su mayoría en Manta. En la mencionada ciudad compraban el alimento para las vacas. Las industrias locales les vendían la cáscara del algodón, el polvillo, la cáscara del palmiste, mientras que la cáscara de cacao la traían de Guayaquil. Después los alimentos encarecieron.

El suegro de Muentes, Nicolás López (quien ahora vive en Estados Unidos), fue el que llegó a tener más vacunos. Asegura que eran cientos y que los tenía en distintos lugares de la jurisdicción. En el tiempo en que la ganadería comenzaba a quedar de lado surgió como alternativa para economía del lugar el trabajo en tagua. Varias personas de la localidad tenían máquinas, pero esta actividad también decayó. Actualmente las personas que habitan en la zona laboran en fábricas de pescado, en Manta.

Son unas 1.200 personas que hay en el sector. En su establo, Nancy Alonzo tiene 12 vacas. Junto con su esposo velan porque nada les falte. La leche que extraen es vendida y con los recursos se mantienen económicamente. Ellos no han querido dejar la tarea, que mantienen por aproximadamente 50 años. “Son como 200 litros de leche que las vacas dan al día. Las ordeñamos a las 04:00 y a las 11:00”.

En una bodega guardan el alimento como la soya, el palmiste, la pasta de maracuyá, el polvo del trigo y otros ingredientes para la alimentación de las reses. “Mi esposo compra en Rocafuerte y Picoazá las pancas de maíz, entonces se pican y se les da. Se compra la cáscara de verde en las chiflerías y con eso se mantienen bien comidas”. Entregan el lácteo en Manta y en Los Corrales de Montecristi. “Este es nuestro modo de subsistir”. Son contadas las familias que tienen ganado. Otras se han dedicado a la cría de porcinos.

Llevan años sin agua potable

Jorge Alonzo, montado en su burro, se dirige a la casa de Julio Bailón. Lleva pomos para sacar agua y trasladarlos hasta su casa. Es agua potable que su vecino compra y le cede al hombre sin cobro. Julio paga $ 20 para que tanqueros abastezcan la cisterna que hay en su casa. “Es nuestra aspiración tener agua potable”, señala Bailón, quien cuenta que antes sí tuvieron el servicio, pero hace cerca de 2 décadas ya no reciben. Solo quedaron las redes.

El dirigente Ángel Muentes expresa que el sitio recibía el servicio desde Caza Lagarto. El agua pasaba por Colorado. “Nosotros éramos privilegiados, porque teníamos más agua que Manta, ya que nos abastecíamos de la tubería madre; incluso desde Manta venían a ver el líquido hasta El Arroyo”.

Muentes trabajaba en la ciudad puerto y aprovechaba llevar en su carro 2 y hasta 3 tanques para poder abastecer a sus compañeros de labores de la época. El alcalde de Montecristi, Ricardo Quijije, está haciendo gestiones para dotar a la comunidad de este servicio. “Incluso está haciendo pruebas y la mayoría de tuberías ya cumplieron su ciclo de vida. Estas serán cambiadas”, acota Muentes.

Ante la necesidad del agua, varias familias tienen cisternas o tanques para almacenar el líquido vital. El lugar, al estar en el área de influencia de Refinería del Pacífico Eloy Alfaro, es una de las 9 comunidades de Montecristi que se dotó de alcantarillado. Aún no funciona. La obra está por entregarse. En movilización el pueblo no sufre porque hay carros que trasladan hasta la salida de la vía Manta a Montecristi por el valor de $ 0,35.

Como todo pueblo, tiene su fecha de celebración. Es desde el 3 al 8 de agosto. Festejan a San Pedro y San Pablo. Para esas fiestas, la comunidad se multiplica. Llegan los ‘foráneos’ (personas de la localidad que migraron a otros países) que son quienes arman la conmemoración. Ellos se dedican a reunir dinero cada año para pagar las fiestas de 5 días, donde hay la visita de los palacios. La celebración es en pleno centro de El Arroyo, lugar de fácil acceso. (I)