La temporada de recolección de paja toquilla en el sitio El Aromo, sureste de Manta, inició desde mediados de septiembre. Esta es una de las actividades que genera recursos económicos para los agricultores que viven en ese poblado manabita.

Los vecinos de El Aromo trabajan en grupos de 3 y 4 personas.

Andrés Delgado sale de lunes a viernes, a las 05:30, desde su vivienda hacia lo profundo del bosque húmedo de Pacoche, donde están los cultivos de toquilla.

Con la ayuda de 2 burros, Delgado se interna en el bosque hasta llegar a los toquillales. Es un trayecto que dura entre 60 y 120 minutos, dentro del follaje es donde crece de forma silvestre este material vegetal. “Hay que saber seleccionar para proceder a la cosecha, pues cuando esas hojas alargadas están de color verde oscuro es el momento de arrancarlas”, cuenta Delgado.

Una vez que acumula 200 hojas las agrupa en 2 bultos, los ubica a los lados del burro y emprende regreso hacia El Aromo.

Andrés, acompañado de sus borricos, camina presuroso; en casa lo esperan su esposa y 2 hijos, quienes lo ayudan con el deshilachado, cocinado y secado de la toquilla.

En 3 días -cuando hay buen sol- está listo el producto que lo llegan a comprar los tejedores de Picoazá de Portoviejo y que, además, se vende a los comerciantes que llevan la toquilla a Cuenca y sus alrededores.

Un atado con 15 cogollos puede costar hasta $ 20. En la de recolección de toquilla 150 agricultores. Toda esta materia prima es utilizada para la elaboración de sombreros de paja toquilla.

Se trata de una actividad ancestral que se desarrolla en los poblados de Montecristi, Manta y Portoviejo, en Manabí. (I)