Bloque y metal reemplazan a ladrillo y cemento tras 16A
El manabita Kléver Delgado acomoda los ladrillos en un amplio patio, para exponerlos y venderlos desde su localidad, Colinas del Porvenir, en Montecristi. Confiesa que después del terremoto de 7,8 grados de magnitud -ocurrido el 16 de abril de 2016, que afectó a las provincias de Manabí y Esmeraldas- sus ventas disminuyeron.
El artesano está convencido de que la baja demanda es porque “la gente ahora compra más los bloques para sus edificaciones”.
En la provincia, a raíz del siniestro, los constructores cambiaron la tradición del uso de ladrillo artesanal por el bloque. También para la estructura mudaron del hormigón hacia el metal.
El profesional en ingeniería Sebastián Araque resalta que desde enero de 2017 las normativas del Código de la Construcción Civil en Ecuador cambiaron, en el cual entra el bloque como parte de la resistencia de un edificio, de una estructura.
“Entonces el bloque también resiste parte del peso de la casa en sí”, dijo Araque, quien es propietario de Míster Bloque en Manta. Ahí a diario elaboran cerca de 2.000 bloques.
Elías Robles, arquitecto de profesión, confirma que el ladrillo lo están dejando de lado por el bloque aligerado.
Pedro Cedeño, con su local Metal Hierro (26 años en el mercado), expresa que el metal ganó apogeo “porque hay más seguridad, especialmente en las construcciones de viviendas y edificios”.
Vende en su negocio las placas colaborantes (lámina de acero galvanizada) que están usándose mucho. “Hemos vendido a proyectos grandes de hasta 12 pisos”.
El mantense Edilfonso Mendoza afirma que, aunque ha visto nuevas estructuras, él no desconfía del ladrillo, por lo menos en construcciones de hasta dos pisos, como su casa, que resistió al terremoto. “Pienso que edificaciones con más pisos sí deberían ser con bloques, cuyo peso es menor a un ladrillo”.
Uno de los edificios que se construyen con acero y bloques en la ciudad es el de Ludepa (negocio de venta de herramientas y productos importados para la pesca).
El local anterior formó parte de la lista de edificaciones caídas y afectadas y estaba en pleno casco comercial de Tarqui, sector convertido en zona cero a raíz del 16-A.
Tenía paredes de bloque y estructura de hormigón armado, según Diego López, uno de los propietarios.
La demolición fue dos semanas después del terremoto. Luego adquirieron un terreno (en la vía a San Juan y tramo dos de la vía Circunvalación) para hacer el nuevo.
En esa obra de cuatro pisos, que estará lista en seis meses, los profesionales utilizan 10.000 bloques y 280.000 kilos de acero.
Mala práctica
El ingeniero estructural Fernando Zambrano resume que después del 16-A las edificaciones de hormigón armado dieron una gran enseñanza a los profesionales: hay que tener un poco más de cuidado con estas construcciones.
Indica que, a manera personal, después del terremoto se dio cuenta de que en edificaciones casi nuevas (de 8 a 10 años) había una mala práctica constructiva en el sistema de hormigón armado, el cual “se deshacía”.
Zambrano dice que el hierro estructural estaba en un grado de porcentaje bastante elevado en cuanto a su corrosión y todo eso es producto de una mala práctica en obra; no se bate bien el hormigón.
“A veces se usa la arena de mar, que posee un alto grado de salinidad; todo eso conlleva a que el hormigón armado haya decaído. No quiero decir con esto que no es un buen material; es un sistema que tiene bastante ventaja, pero la mala práctica ha sido la causa de que muchas edificaciones hayan fallado”.
En el asunto del acero, opina que es un material que brinda muchas ventajas; posee gran dureza, tiene mucha flexibilidad y resistencia.
Fabián Moreira, profesional especializado en estructura, explica que en la gente que reconstruye y repotencia las viviendas colapsadas hay un poco de temor debido al peso de materiales.
Indica que si se habla de construcciones o estructura metálica, se trata de alivianar el peso, se eliminan las losas y en su lugar se utiliza la llamada nueva losa (placas colaborantes) que pesa menos.
A esto se suma que a la gente no le gusta invertir en mampostería pesada. “Seguramente los hoteleros mismos utilizan mampostería que se llama ferrocemento.
Son con dos placas (exterior e interior) que van construidas con estructuras que son galvanizadas y superligeras. “Esto baja cargas, pero asimismo se encarece un poco más la construcción”.
Moreira sostiene que este nuevo sistema de construcción debe ir a la par con la mano de obra. Refiere que los inversionistas que tienen locales de almacenes sí contratan profesionales, como por ejemplo en edificios de tres plantas hacia arriba.
“Hay construcciones pequeñas que lamentablemente el público común no ha hecho un poquito de conciencia con lo que ha pasado”. Asegura que las edificaciones se han caído por las malas prácticas constructivas, no es porque el suelo ha sido malo.
Moreira, quien trabaja en proyectos en Portoviejo, asegura que el GAD de ese cantón, a través del departamento de Aprobación de Planos para Permiso de Construcción, trabaja bajo las normas establecidas.
“Ellos, cuando avanza la estructura, piden informes que certifiquen mediante notaría que lo que está en el plano es lo que avanza en obra. Eso da más trabajo a profesionales y no dejan las obras en manos empíricas. Es algo acertado”. (I)