Punto de vista
Ecuador, el resurgir del ave fénix
Qué lejanos están aquellos días en que la incertidumbre dominaba la mente de miles de ecuatorianos.
Qué lejanos están aquellos días en que todo estaba en manos de unos cuantos acaudalados, que con el poder en mano devolvían limosnas a un pueblo hambriento de cambio, de mayor equidad, de mayor justicia social.
Qué lejanos están aquellos días en que miles de trabajadores eran usados como una mercancía más, todo para llenar los bolsillos de unos cuantos que descaradamente hasta declaraban que no tenían trabajadores. Atrás quedó la barbarie de la tercerización laboral.
Qué lejanos están aquellos días en que las compañías petroleras manejaban a su antojo nuestro principal recurso, el oro negro (petróleo), compañías que llenaban sus arcas llevándose el 85% de las ganancias y tan solo dejando un 15% al pueblo ecuatoriano, paradójicamente, cuando el dueño de ese recurso siempre fue el pueblo ecuatoriano. Compañías que explotaban dicho recurso con una paupérrima responsabilidad social, como en el caso de una lacra llamada Chevron. Esos días oscuros no volverán.
Ahora se erigen sobre la patria unidades educativas del Milenio, las que décadas atrás ni siquiera eran construidas.
Ahora se erigen nuevos hospitales, ahora se erigen nuevas universidades.
Andrés Aráuz, ministro Coordinador de Conocimiento y Talento Humano, dice: “la educación es presente, futuro, es justicia, es libertad”. Y en el pasado, unas cuantas élites no querían un pueblo educado y libre.
Ahora ya no reciben dinero los bancos como salvataje, ahora ya no son los hijos que, con profunda tristeza, despiden a sus madres detrás de las mallas de un aeropuerto, madres que en busca de días mejores, con el corazón en la mano y con la frente en alto, emigraban al exterior. Ahora son las madres que con profunda alegría y orgullo despiden a sus hijos que reciben becas para estudiar en las mejores universidades del mundo.
Ahora se erigen nuevas carreteras por medio de las cuales campesinos, comerciantes y pescadores transportan sus productos y por donde aquellos que satanizan tanto el ‘excesivo gasto público’, paradójicamente pasean en sus autos de lujo.
Dicen que ‘mirar atrás ni para coger impulso’, pero sí podemos mirar atrás para aprender del pasado y para no cometer los mismos errores, a los que algunos demagogos les llaman ‘errores técnicos’. Cuánto concuerdo con las sabias palabras de John Kenneth Galbraith, que decía: “aquel economista que no analice cuestiones de poder es un completo inútil”.
Tengamos claro que el desarrollo es, básicamente, un problema de poder, el éxito o fracaso de un país, inclusive hasta de una simple institución depende de quién manda, de quién administra, y ahora en nuestro país manda el pueblo ecuatoriano y no unas cuántas élites que intentan victimizarse.
Sobre todo, jóvenes, tengamos claro que el desarrollo es imposible sin un cambio cultural. Como diría Yokoi Kenji: “la disciplina, tarde o temprano, vencerá a la inteligencia”. Dejemos a un lado el conformismo, la irresponsabilidad, seamos los gestores del cambio, haciendo no cosas ordinarias sino extraordinarias.
Esos cuantos que flamean banderas negras, banderas que significan un pasado atroz, pasado lleno de miseria de millones de personas ante la más inaceptable e intolerable opulencia de unos cuantos, quieren arrastrar, quemar y sepultar la esperanza de este pueblo ecuatoriano revolucionario, pueblo que lleva por dentro el coraje y las agallas del general Eloy Alfaro Delgado, ¡pero no podrán, no lo lograrán!
Hay que sentir patriotismo, decir ¡cuán orgulloso me siento de ser ecuatoriano!
La esperanza del pueblo resurgió como el ave fénix, resurgió de las cenizas. (O)