Desde temprano, Antonio Vélez se prepara para el trabajo. Con las primeras lluvias aumentan las ocupaciones. Su meta es aprovechar al máximo sus sembríos de plátano.
Antonio es un agricultor oriundo de El Horcón, una comunidad del cantón Rocafuerte, en donde el plátano ha sido sustento para varias familias a lo largo de los años.

Durante el invierno, sus labores empiezan desde temprano y requiere de ayuda, por lo que contrata personas para trabajar sus tierras. El proceso incluye cortar y cargar los racimos de verde. Afirma que muchas veces se le complica conseguir ayudantes. “Ahora es más difícil encontrar personas que quieran trabajar la tierra”, comenta —con pesar— el hombre de 55 años, mientras limpia el sudor de su frente.

Trabaja desde su adolescencia. Son 40 años en los que le ha tocado experimentar un sinnúmero de acontecimientos como inviernos fuertes, sequías, pestes que han afectado sus sembríos, e incluso enfermarse cuando el trabajo estaba más duro. “A todos nos toca enfermarnos en algún momento”, comenta entre sonrisas y añade: “Todo este esfuerzo es válido para sacar adelante a mi familia”.

Otro de los inconvenientes con los que ha tenido que lidiar el productor es la sigatoka negra, una de las plagas más comunes para los agricultores del sector rural. Esta peste degenera desde el interior a los cultivos de plátanos, a causa de un hongo llamado Mycosphaerella fijiensis.

Al momento trasladar el producto de toda una mañana de trabajo, Antonio se contacta con Rubén Muñoz, quien le hace el flete para transportar el plátano desde su pequeña finca, ubicada en el Horcón, hasta el redondel de la vía Crucita–Rocafuerte, en donde expone su cosecha con el fin de venderla.

Este productor cuenta que su clientela es variada. Indica que no todos quieren pagar el precio que él pone a las racimas, entre $ 5 y $ 6. “Los que más dinero tienen, son los que más rebaja piden. El rico busca mejores precios y se olvida del esfuerzo”, lanza este agricultor, para luego indicar que hay personas que le dan poco valor al producto y a su esfuerzo.

La zona de Rocafuerte en la que vive este hacendado no tiene canales de riego adecuados, por lo que varios productores del lugar sufren, ya que la falta del líquido complica el proceso de sus sembríos.

Tras la jornada de trabajo, Antonio recoge las racimas que le quedaron y se dirige a su hogar. Se siente satisfecho, pese a que no vendió lo que esperaba, debido a que por un día más, su familia tiene el sustento diario. Eso sí, cada jornada, este hombre se levanta a trabajar cuando aún está oscuro, como lo hace normalmente la gente del campo.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos de 2012, la producción anual de plátano en Manabí representa el 46,8% respecto a la totalidad de este cultivo en el país. En la zona, según el estudio, había 47.869 hectáreas plantadas con el producto, de las cuales se cosecharon 37.972 ha.

En 2012, la producción fue de 261.770 toneladas métricas. Los cantones de la provincia donde más se produce el plátano son El Carmen, Chone, Pichincha, Portoviejo, Santa Ana, Rocafuerte, Flavio Alfaro y Junín. (I)