El personaje
Don 'Viche' ofrece tertulia y golosinas, comerciante
Vicente Canchón vende chicles, caramelos y refrescos en la puerta de las canchas de béisbol de La Liga Miraflores, al norte de Guayaquil.
Desde 2004 expende sus golosinas a los estudiantes que transitan por la calle Linderos, desde las 6:00 hasta las 18:00. Al término de su jornada su confitería, que almacena en un carrito de madera, se guarda en el taller de Ángel Cueva, vecino del sector. “Hace años lo conocí cuando arrastraba ese carrito al que debía cambiar las llantas cada semana. Le ofrecí aliviar esta carga guardándolo en mi taller y por la confianza, me cuida el local los fines de semana cuando se le pido”, relata el mecánico.
Don ‘Viche’, como lo llaman sus allegados, a sus 66 años aún atesora recuerdos de Santa Lucía, cantón que lo vio nacer y crecer en el cultivo de arroz, trabajo que compartía con sus padres y 12 hermanos. Cuenta que fue a los 18 años que dejó su pueblo y, junto con su compañera, Carmen Pineda, se mudó a la urbe para trabajar en la fuente de soda Juanito, donde preparaba ensalada de frutas y sánduches, sobre la avenida Machala, en un inmueble vetusto. En el año 2000 una disposición Municipal ordenó desalojar los comercios que corrían riesgo de derrumbe en esta edificación, por lo que su jefe cerró el negocio y lo liquidó con $ 200.
Su conviviente recuerda que los amigos le aconsejaron poner su propio negocio y que invirtiera en la compra de golosinas, así que elaboró su primer charol de madera, lo colgó en el cuello y se puso a vender afuera del dispensario de San Judas Tadeo, en la ciudadela Miraflores.
Más adelante, uno de sus hermanos lo ayudó a construir el carrito que prefirió estacionar al pie de las canchas.
William Pincay, de 60 años, dice que es un buen conversador porque comparten historias de la actividad agrícola: “Hablamos de cómo se vive en el campo, qué se hace y cómo se sufre ahí”, opina este guardián oriundo de Paján. (I)