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El optimismo mueve la vida de los habitantes de Canoa

El optimismo mueve la vida de los habitantes de Canoa
11 de abril de 2019 - 00:00 - Redacción Ecuador Regional

María Elena Zambrano, artesana de 31 años, cuenta sus vivencias a raíz del terremoto de abril de 2016. 

“La noche del 16 de abril yo estaba en Bahía, visitando a mi mamá con mis hijas, preparando la merienda. Por esos días yo estaba embarazada, esperando ya dar a luz... Mi niño, Dilan, nació en mayo, casi un mes después de ese terremoto.

En el momento que ocurrió, la mayor de mis hijas se bañaba. Cuando todo comenzó a temblar lo primero que hice fue apagar todas las hornillas. Estaba en un segundo piso, me abracé con mis hijas, mi mamá estaba abajo... Solo esperamos a que pasara.

Mis hijos, los mayores, recuerdan cómo gritaba ese día por el más pequeño que en ese momento tenía dos años y estaba con mi mamá. Yo lo llamaba; mis hijas me decían que me calmara... “Hazlo por nuestro ñañito en tu barriga”, me dijeron.

Gracias a Dios, no perdí a ningún familiar. Sin embargo, toda la mercadería que tenía aquí en Canoa se perdió; en mi casa, en cambio, se cuartearon las paredes... Es algo que aún no podemos reparar y por el momento estamos reubicados en otra casa.

Pero ya no fue lo mismo para nosotros después del terremoto. Hasta antes de eso, entraba bastante gente a Canoa y después entran pocos turistas... Pero aquí estamos, tratando de sobrevivir.

Muchos nos dedicamos a la artesanía y dependemos de esto para vivir. Es bastante difícil para mí porque tengo que ver por mis cinco hijos; la mayor tiene ahora 15, mientras que el menor tiene 2.

Actualmente vivo con mi suegra. Mi esposo también es artesano y me ayuda en esa tarea.

Al inicio fue muy duro empezar de cero todo lo que construimos; pero ahí fuimos dándole para reconstruir.

En Bahía hubo muchos muertos; muchos conocidos perdieron a varios familiares esa noche. Yo quedé muy asustada después de eso; no sabía ni qué hacer.

Lo conversamos a veces entre los compañeros artesanos, sobre todo con cada temblor que ha ocurrido después. No se puede olvidar algo así, tan fácil. Entre los compañeros también han perdido muchos familiares... Esposas, hijos, nietos... Algunos cuerpos fueron sacados de entre los escombros a los tres días.

Las huellas están ahí, la gente ve que se acerca la fecha (16 de abril) y siente temor. Piensan que los terremotos se repiten cada año. Reconozco que al principio quise irme lejos; estuve mucho tiempo fuera de Canoa.

Pero pese a todo, mantenemos el optimismo. El manabita es trabajador y si toca empezar de nuevo, se empieza de nuevo”. (I) 

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