Richard Palacios contempla de lejos su casa, que fue afectada por el terremoto del pasado 16 de abril. Su vivienda se levanta a 30 metros de las mallas que impiden el ingreso a la ‘zona cero’ de Tarqui, donde habita hace cuatro años y medio.

“Nosotros queremos regresar a nuestras viviendas, pero no se puede vivir porque no hay servicios básicos”. Cuenta que para realizar arreglos en su vivienda ha trasladado un cable de energía desde varias cuadras de distancia.

“Yo le pido al Comité de Operaciones de Emergencia cantonal (COE) que se sensibilice, porque igual hay casas que están para vivir”. Él, por el momento, está en la morada de su madre en Montecristi.

Cerca a Palacios, están sus vecinos Julio Santos y Hernán Baque, quienes sostienen diálogos con respecto al lugar.

Baque está decepcionado porque hace dos meses solicitó un transformador “y ni siquiera lo ubican. Tenemos derecho al buen vivir. Ya la calle 113 está abierta, queremos contar con los servicios básicos”. A diario camina por los alrededores y destaca que “parece un desierto”.

Santos tampoco ha regresado a su vivienda, pese a que puede acceder a ella, ya que vive en la calle 105, zona que ya está habilitada. Mira el cerco que restringe el paso y destaca que “mejor es venir a vivir cuando ya todo esté habilitado. Queremos respuesta de la fecha en que se abrirá la zona”.

Actualmente, en la ‘zona cero’ son 13 cuadras las que están cerradas, desde el sector comprendido entre la 101 y 105, y parte de la avenida 103, hasta donde quedaba Velboni. Las primeras semanas tras el terremoto eran 69 cuadras las que estaban cercadas.

El alcalde de Manta y presidente del COE, Jorge Zambrano, destaca que hay una “pequeña diferencia de criterios” con la mesa número 5 (que enmarca los organismos de seguridad).

“El COE en pleno aprobó la apertura total de la ‘zona cero’, pero la seguridad todavía no quita las vallas, porque, aducen, principalmente que los militares necesitan  la autorización de su autoridad superior”.

Explica que la determinación de los militares no le da sentido a la entidad que preside, “más bien parecería que habría una suerte de desacato a la disposición del COE cantonal”.

Menciona que ya le dio a conocer a la ciudadanía que la entidad cumplió la parte que prometió, de abrir la zona para que puedan entrar a habitar, así como para que las personas que perdieron sus casas las puedan reparar.

Indica que la construcción de casas nuevas deberá esperar hasta que el Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda (Miduvi) entregue el informe definitivo del estudio del suelo y sismográfico.

Sara Delgado, directora de Obras Públicas del gobierno local, dice que “la reconstrucción hidrosanitaria no tiene que ver en el tema de apertura; en los trabajos se protegen los lugares donde se intervienen”.

Hoy se conocerá la fecha en que culminarán las demoliciones en Tarqui. Según un informe del Ministerio de Obras Públicas, al momento se realizan trabajos en cuatro estructuras para derribarlas. Hasta la fecha, 600 edificaciones fueron derrumbadas en el lugar.

En Manta se emitieron 2.665 órdenes de demoliciones. (I)

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La más fuerte fue a las 23:45

Réplicas del 16-A alertaron a los manabitas

Omar Cedeño estaba listo para dormir el pasado miércoles, cuando sintió que su cama se movía. Inmediatamente se paró y salió de la vivienda. Los recuerdos de lo sucedido el 16 de abril, por el terremoto, de inmediato lo pusieron alerta ante cualquier sismo.

“Antes me quedaba en la cama esperando  que pasara el temblor, pero después del terremoto, de inmediato busco un lugar seguro”, expresó este tarquense, en Manta.
La noche del pasado miércoles se registró un movimiento de 4.5 grados en la escala de Richter, con epicentro en Jaramijó, a 5,1 kilómetros de profundidad.

El Instituto Geofísico informó que desde las 18:00 del miércoles hasta las 06:00 de ayer se registraron 8 réplicas dentro y fuera de la costa manabita.

Junior Alvia, morador de Santa Martha, también de Manta, mencionó que no pudo dormir por los movimientos. Él habita una vivienda de dos pisos y tras el movimiento cerca de la medianoche, bajó por unos minutos y se sentó en la vereda  de su domicilio para calmarse.

La montecristense Yadira Romero indicó que por los movimientos prefirió no enviar a sus hijos a la escuela. “Ya estábamos tranquilos y estas réplicas nos vuelven a inquietar”.

El último sismo fue ayer a las 06:12, con una magnitud de 3.5 en la escala de Richter, en Jaramijó. No se registraron daños por los movimientos.

Desde el terremoto del 16 de abril se  registraron 2.709 réplicas hasta la fecha. (I)