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El Telégrafo
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Hubo quienes escogieron la parte encementada para no perder ritmo

Aguajes y oleajes dificultaron rutina de los caminadores en El Murciélago

Quienes escogieron mantener su rutina en El Murciélago debieron pasar por rocas y pozos de agua formados por la subida del mar. La jornada de ejercicios en el lugar arranca antes de las 05:00.
Quienes escogieron mantener su rutina en El Murciélago debieron pasar por rocas y pozos de agua formados por la subida del mar. La jornada de ejercicios en el lugar arranca antes de las 05:00.
Mario Rodríguez / El Telégrafo
20 de febrero de 2016 - 00:00 - Redacción Regional Manabí

Mientras muchos duermen en Manta, Omar Cedeño está rumbo a El Murciélago para cumplir con su rutina diaria de caminar en la arena. Son las 04:10 cuando baja las escaleras de acceso al lugar.

Divisa su pista cotidiana. No está como de costumbre. Debido a los aguajes que afectaron la Costa ecuatoriana, el mar esta crecido. En la zona donde normalmente trotaba este hombre de 48 años hay agua. En otras zonas hay basura. Debido a la fuerza del mar, Cedeño debe cambiar su rutina. Se regresa al parqueadero y deja los zapatos en su vehículo.
Retorna a la arena y empieza a trotar descalzo. “No puedo hacer ejercicios en el cemento, porque tengo las rodillas dañadas, el doctor me lo tiene prohibido”, lanza Cedeño, quien tiene 6 años acudiendo de lunes a viernes a El Murciélago.

Comenta que en otros aguajes anteriores no había sido tanto el impacto en la playa, pero que en esta ocasión le quedó poco espacio para trotar. Antes de que el reloj marque las 04:30 ya se divisa a varias personas caminando por la playa. El clima es ideal, el reventar de las olas y la tranquilad de la madrugada son un escenario perfecto para hacer ejercicios. Mientras los minutos corren, los presentes caminan y cada vez son más, aunque no como en días cuando no hay aguaje.

Los reflectores de Autoridad Portuaria contrastan con la penumbra natural del momento. Son las 05:50 y hay vetas de claridad, que irrumpen en el azulado cielo. El amanecer está en proceso y nuevos visitantes ya están en la arena. Con la luz del día, la presencia de personas se multiplica.

Son pocos caminadores quienes persisten en avanzar por la arena, ya que lo deben hacer sin zapatos, porque no hay muchos espacios secos. Quienes escogieron seguir cerca del mar, debieron pasar continuamente por obstáculos como piedras, basura y charcos.

Carlos Bailón, quien llega diariamente a las 05:30 desde hace 3 años a caminar a El Murciélago, es una de las personas que debió cambiarse al pavimento. A la bajada de las escaleras para ingresar a la playa, está el malecón escénico, donde hay diversos restaurantes. Esa parte está encementada y es esa parte la que se tomaron los caminadores para realizar sus rutinas diarias de ejercicio. “Me tocó recurrir al cemento para no perder la costumbre, porque por la playa no se puede caminar”, manifiesta Bailón, quien está acompañado, como todos los días, de su esposa, Amparo Marín.

Algo que destaca este mantense es la seguridad del lugar. “Tenemos UPC (Unidades de Policía Comunitaria) y cámaras de vigilancia”, dice Amparo. Para su cónyuge, el caminar en la playa es su inicio ideal del día a día. “Aquí vienen personas de todas las edades, ya nos hicimos amigos de algunos”, resalta.

Carlos Barcia y Reina Prado es otra de las parejas que acude a El Murciélago a caminar. Ellos también debieron migrar al cemento para seguir con sus ejercicios. “No se puede caminar por la playa y eso nos afecta, ya que estamos acostumbrados a la arena, el cemento impacta mucho”, indica Barcia.

Su recorrido normal es de 6 kilómetros. Avanza desde Autoridad Portuaria hasta Barbasquillo (pasando el hotel Oro Verde). Este recorrido se hace imposible debido a que el mar cerró el camino porque llega hasta las rocas. El hijo de Carlos y Reina, Justin, los acompaña, debido a que ya salió de vacaciones del colegio. Él quería correr por la arena, pero se debió conformar con el cemento.

Para Sandro Macías, el caminar en la playa “me rejuvenece. Me quedo más de una hora trotando y así me mantengo bien de salud. Yo tengo 53 años y de seguro tengo mejor físico que uno de 20”, lanza entre risas este morador de la Calle 13.

“Aquí se respira aire puro, ideal para empezar bien el día y luego ir a trabajar”, acota Macías, quien tiene más de 10 años madrugando a trotar y caminar en El Murciélago. Pero el aguaje no solo afectó a quienes se despiertan temprano a hacer ejercicios, sino también a las personas que prestan servicios a los turistas en el sitio. Este es el caso de Jonathan Serrano, quien desde hace 3 años se dedica al alquiler de carpas, sillas y parasoles. Él guarda sus artículos de trabajo bajo una de las torres de salvavidas que están ubicadas en la arena, cerca del malecón escénico.

“La escalera de acceso a la torre se desprendió del piso y flotaba con el mar. En la tarde, el aguaje nos obliga a cerrar el negocio las 15:00, ya que el mar sube más temprano de lo normal”, manifiesta.

El horario normal de trabajo de Serrano se extiende hasta pasadas las 17:30. En su negocio alquila 12 parasoles, 8 carpas y 50 sillas, “pero en feriado se triplican los artículos para atender mejor a los turistas”.

En las torres de salvavidas (los rescatistas llegan a partir de las 07:00) está puesta la bandera roja, señal de que las personas tienen prohibido el ingreso al mar. Ya pasadas las 08:30 las personas van dejando poco a poco la zona. El mar ha bajado, hay mayor pista para trotar y caminar, pero los mantenses deben empezar a trabajar. El sol resplandece cada vez más y es tiempo de que los turistas empiecen a llegar a El Murciélago. (I)

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