2 años de sequía afectaron cultivos en la zona sur de Manabí
Asomado en su casa, Óscar Baque (57 años) mira a su natal Membrillal, parroquia de Jipijapa. Piensa en lo que pudo dar su tierra, pero no lo hizo porque el clima no lo permitió. Este año, en el sitio La Poza, donde tiene una pequeña finca, sembró productos de ciclo corto como maíz, el cual llegó a estar espigado, pero debido a la ausencia de lluvia —asegura el hombre— fracasó la inversión realizada.
“Invertimos $ 400 solo en sembrío. Con eso compramos abonos y fumigamos. Al final la pérdida que tuvimos ascendió a $ 1.000”, indica el hombre. Ni siquiera pudo aprovechar el recurso hídrico (agua de pozo y entubada), porque este también escaseó.
Baque considera que si lloviera en la zona “todo sería diferente”. “No hemos visto precipitaciones como en 3 años por aquí y, por ende, no hay producción”, dice. El hombre no se ha rendido. Quiere volver a invertir para sembrar, pese a los años de pérdidas. Anhela que vuelvan esos tiempos de niño, cuando las lluvias se hacían presentes y todo lo que se sembraba en su tierra producía.
En la misma calle donde habita Baque, tiene la casa su hermano Eddy, quien también habla de la seguía que hay en esta parroquia. “Hemos tenido que buscar alternativas de supervivencia, como hacer carbón o recoger barbasco, que lo vendemos a personas de Rocafuerte que vienen a comprarlo. Un tacho lo ofertamos a $ 12,50 y eso nos ayuda”, destaca.
Doris Reyes, presidenta del gobierno parroquial, explica que la realidad de esa jurisdicción de Jipijapa es que en 3 años de sequía la gente no ha podido producir. Resume la situación como crítica, por la escasez de agua.
“En este último año hemos tenido problemas hasta con el agua del consumo humano, la cual está restringida”. Ha gestionado ante el Consejo Provincial la dotación de un tanquero para poder almacenar agua en reservorios, de los cuales 9 fueron aportación de la Secretaría de Gestión de Riesgos. Estos fueron ubicados en diversos puntos de la localidad y así aplacaron, en parte, la falta del líquido.
Doris asegura que la economía en la zona es bastante dura. Incluso la gente emigra por la sequía. En este sitio no hay agua potable, el líquido llega de manera entubada, no obstante, donde se la capta, que es en el sector La Florida (parte alta de Membrillal) se ha ido secando.
“Se esperan 3 o 4 días para poder llenar el reservorio, incluso hicimos las gestiones ante el Consejo Provincial para la dotación de una bomba y ponerla en un pozo, pero este se seca, no abastece y eso no dio el resultado que queríamos para satisfacer a la gente con el problema de sequía. Esperamos este año que Dios nos ayude con las lluvias”, indica la mujer, y añade que la zona se ha caracterizado por ser maicera.
La dirigente señala que se ha notado que el caudal de los pozos ha bajado en todos los sectores. Este líquido, según estudios, no es 100% apto para el consumo humano, por ello Reyes ha solicitado al Gobierno local de Jipijapa que dote de una planta potabilizadora para su tratamiento. También resalta que en la localidad existe más agua, pero hay que perforar para hacer más pozos. En la parroquia se desarrolló un proyecto de huertos para 45 familias. El año pasado la gente produjo 9 variedades como espinaca, nabo, acelga, tomate, pimiento, cilantro y lechuga, entre otras, pero en estos últimos meses se ha restringido un poco por el tema del agua.
Con respecto al ganado, asegura Reyes, han recibido del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca (Magap) vacunación, vitaminas y desparasitantes. Los animales son llevados a la montaña para proveerse de agua. “La gente halla la forma de abastecerse de agua y almacenarla en los bunkers donde están los corrales”, explica.
Yuri Chóez, presidente de la sala situacional del Comité de Operaciones de Emergencia de Jipijapa, explica que se ha visto sequía en la comuna Sancán y la parroquia Julcuy. “En estos sectores se notó la pérdida de cultivo de maíz, el ganado también fue afectado pero de alguna manera se han recibido ayudas como de la Secretaría de Riesgos; en Julcuy se han entregado estanques de reservas para almacenar agua, tras ser abastecido por tanqueros”, destaca.
Chóez dice que el año anterior, las mesas técnicas se reunieron para la declaratoria de emergencia, “no obstante, luego comenzaron las lluvias, aunque poco tardías, pero de alguna forma en Membrillal y Sancán se perdieron algunas hectáreas de maíz. La producción no fue como estaba planificada, además en Julcuy se vieron afectadas unas 50 cabezas de ganado por la falta de agua”. Los productos que se siembran en la zona, por ejemplo el café, son afectados por plagas y enfermedades por el calentamiento global.
Chóez detalla que en Jipijapa, el Gobierno local está incentivando a los agricultores a través de la Unidad de Fomento de la Economía Popular y Solidaria. “Últimamente se crearon 13 proyectos productivos para reactivar de alguna manera otras actividades como la crianza de gallina criolla o darle valor agregado a productos. Para ello se ha destinado $ 300 mil”, destaca.
Otro de los sitios en Manabí donde hubo pérdidas de cosecha fue en Picoazá, Portoviejo, como lo indica el agricultor Ángel García. “Nosotros sembramos maíz, yuca, habichuela, habas, sandía y otros en 10 cuadras y la pérdida ascendió a cerca de $ 5 mil”, detalla. Por la falta de precipitaciones, hubo plantas que murieron. “Si no hay lluvias, no producimos. Llevamos 2 años secos”, señala el agricultor, que ahora está dedicado a la venta de limones. Pero el calentamiento global no solo influye en la sequía en Manabí, sino que también tiene sus repercusiones en el océano. En la parroquia Puerto Cayo, también en Jipijapa, la situación es alarmante, en especial por el comportamiento del mar en los últimos años.
“En el malecón de la ciudadela Vallejo, el mar está recuperando el espacio que tenía antes, a tal punto que se debió hablar con la Asociación de Cabañas sobre la reubicación”, indica Chóez. Habló de que hay un hotel en peligro, porque la fuerza de las olas va socavando las bases.
El biólogo Jimmy Martínez comenta que el cambio climático se centra en el aumento de la temperatura, la acidificación del océano y el aumento del nivel del mar. Explica que la acidificación del océano se da por el descenso de pH de los océanos, producto de que el mar absorbe gran parte del CO2 (dióxido de carbono) producido por el hombre, lo que podría causar graves destrucciones de arrecifes de coral. La estructura trófica de los ecosistemas marinos podría verse afectada.
Martínez indica también que la temperatura de Manta hasta Esmeraldas es de entre 27 y 28 grados centígrados; y de Manta hasta el sur Golfo de Guayaquil de entre 27 y 25 grados centígrados. “Hay agua caliente en la superficie y en la subsuperficie de 0 hasta 200 metros de profundidad, persisten las anomalías positivas, es decir valores por encima de lo normal”, destaca el biólogo.
Pescadores como Stalin Delgado aseguran que el calentamiento global ha afectado la actividad que realizan. “El motivo es que las aguas calientes ahuyentan la pesca”, agrega.
José Alio, docente y biólogo, explica que el calentamiento de las aguas se debe a que no llegan corrientes frías del Polo Sur. “Lo grave de esto no es que solamente hay agua más caliente, sino menor cantidad de minerales”. (I)
Por: Vivian Zambrano