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La gesta abrió el campo para la libertad del yugo español

10 de agosto de 1809, la plenitud frente al mito

10 de agosto de 1809, la plenitud frente al mito
02 de agosto de 2015 - 00:00

El presente es el punto de confluencia de varias generaciones, pensaba José Ortega y Gasset (filósofo y ensayista español) y afirmaba que la vida histórica de un momento no se articula en torno a una generación, sino a la coincidencia de varias. Esta coincidencia, 206 años después del primer grito de independencia americana, con lo que se vive la América del siglo XXI, es lo que nos lleva a escribir sobre el 10 de agosto de 1809 y la contemporaneidad o la coetaneidad de sus efectos, como diría Julio Aróstegui (historiador español).

Antecedentes

Para percibir la plenitud de la libertad más allá del mito colonial de la dependencia, en la revolución de Quito coinciden varios factores, desde las revoluciones de los encomenderos (1548), de la alcabalas (1592), de los estancos o de los barrios quiteños (1765), la independencia de los Estados Unidos (1776), la Revolución francesa (1789) y, de manera decisiva, las ideas libertarias proclamadas por Eugenio Espejo en sus Primicias de la Cultura de Quito.

Rebelión y gobierno

En esta América colonial donde la libertad era un mito, la servidumbre y la dependencia son una realidad. A pesar de ello, desde 1808, los criollos de Quito comenzaron a fraguar una rebelión contra el poder español. Al año siguiente, en la mañana del 10 de agosto de 1809, los complotados informan a Manuel Urriez, Conde Ruiz de Castilla, Presidente de la Real Audiencia de Quito, que ha sido destituido por una Junta Soberana de Gobierno que preside Juan Pío Montúfar, Marqués de Selva Alegre.

A este acto de notificación se conoce como Primer Grito de Independencia. Para configurar su levantamiento los patriotas quiteños redactan el acta de la revolución del 10 de agosto de 1809, declaración que se ratifica públicamente en la catedral de Quito (17 de agosto), cuando todos los presentes pronunciaron su juramento: “... y juramos, finalmente, hacer todo el bien posible a la Nación y a la Patria (...) y por la Constitución”. Es el Acta de la Independencia que constituye la primera Constitución de lo que es hoy el Estado del Ecuador. En este movimiento libertario sobresale la decisión y patriotismo de Manuela Cañizarez.

Orígenes de la Constitución

Carlos Landázuri Camacho (historiador) así lo sostiene. Esta acta constitucional del pueblo consta en oficio de Juan Larrea, ministro de Hacienda de la Junta Soberana de Gobierno y es el mismo documento que, como Acta de Independencia  publica la OEA en las Actas de la Independencia de América a mediados del siglo XX.

Afirma Landázuri Camacho que “no se trata de una proclama o una declaración sino de una embrionaria Constitución que establece un nuevo gobierno con separación de funciones, idea revolucionaria en aquel entonces: Junta Soberana (Ejecutivo), Senado de Justicia (Judicial) y los diputados del pueblo (Legislativo); establece el territorio de Quito y crea un ejército al que llama “falange” de Quito.

Represión

Lo acontecido en Quito no pasa desapercibido en las colonias españolas que consideran al levantamiento como una rebelión y envían fuerzas militares. El 24 de octubre de 1809, 74 días después del Primer Grito de Independencia”, Juan Pío Montufar, presidente de la Junta Soberana, negocia la rendición con el Conde Ruiz de Castilla, quien dispuso el apresamiento de todos los implicados en la revolución.

La matanza

Un año después, el 2 de agosto de 1810, los soldados españoles llegados desde Lima, Perú, irrumpen en la cárcel donde están los patriotas quiteños y asesinan a los 40 próceres detenidos y cerca de 300 quiteños, en lo que se conoce como “Matanza del 2 de agosto”.

Valen unas reflexiones porque con esta masacre, el poder colonial español pretendió desarticular el movimiento libertario originado en Quito un año antes; desaparecer a los líderes del Primer Grito de Independencia americana; demostrar el poderío español contra todo aquel que osare levantarse contra la Corona; dar un ejemplo a las colonias españolas en América para evitar nuevos levantamientos.

La ruptura

La declaración de Quito o el Acta de la Independencia, conocidos luego en todo el continente como Primer Grito de Independencia americana y a Quito como “Luz de América”, constituyen la ruptura del equilibrio colonial generalizando la plenitud de la libertad frente al mito del absolutismo. El mundo colonial español comienza a transformarse a inicios del siglo XIX y a Quito le corresponde la contemporaneidad de la historia latinoamericana.

El triunfo

De allí en adelante no habrá paz ni sosiego en la América colonial, dado que por doquier surgen movimientos independentistas. Miguel Hidalgo en México; el “Libertador”, Simón Bolívar desde Venezuela; el precursor Antonio Nariño y Policarpa Salavarrieta en Colombia; el padre y fundador de la libertad del sur, José de San Martín desde Argentina.

En la Costa de Ecuador, el 9 de octubre de 1820, 11 años después del levantamiento de Quito, los guayaquileños proclaman su independencia e inician el ascenso hacia la ciudad “Luz de América” para su liberación definitiva con la gloriosa Batalla de Pichincha del 24 de mayo de 1822.  Dos años después, el 9 de diciembre de 1824, con la batalla de Ayacucho quedará sellada la independencia del absolutismo español en nuestra América y en nuestra Abya Yala.

Quito ha triunfado. Trece años después del Primer Grito de Independencia. Doce años después de la matanza del 2 de agosto. Antonio José de Sucre corona con su triunfo la epopeya quiteña y la heroicidad de sus líderes.

Otra independencia

Al culminar la Batalla del Pichincha, en las calles de Quito se repite: “El último día del despotismo y el primero de lo mismo”. Frase lapidaria de la desconfianza popular. Tal vez percibía que las nacientes repúblicas se separaban del Estado secular de la monarquía española, pero seguían atadas al Estado secular de la Iglesia, cuyo pensamiento conservador alimentaba la ambición de los criollos revolucionarios, que muy pronto se convirtieron en oligarcas. Se comenzó a hablar de una segunda independencia.

86 años después del “primer grito de la independencia” pronunciado en Quito, otro movimiento libertario tiene lugar en Guayaquil, el 5 de junio de 1895, liderado por el general Eloy Alfaro Delgado, quien logra refundar el Estado ecuatoriano, liberándolo del clericalismo para implantar el laicismo como principio de acción y educación de la sociedad. La gesta alfarista se inicia el 5 de junio de 1864 en Colorado, Montecristi, con la participación directa de la heroína ecuatoriana Isabel Muentes de Alvia.

Cien años después de la matanza del 2 de agosto de 1810, el 28 de enero de 1912 tiene lugar también en Quito otra horrible matanza: la muerte, arrastre e incineración del general Eloy Alfaro y sus oficiales.

199 años después del “acta de la revolución quiteña o primera constitución del Estado ecuatoriano”, en Montecristi, Manabí, en 2008 se redacta la Constitución de la República del Ecuador, que declara al Ecuador como un Estado constitucional de derechos y justicia convirtiendo a la naturaleza en sujeto de derechos.

Conclusión

El mito de la libertad en el absolutismo español se transforma en plenitud libertaria con el movimiento de Quito convertido en luz de  América. La lección de Quito está vigente en la América de hoy que busca su independencia del absolutismo neoliberal para superar la sociedad del consumo y transformarla en una sociedad del conocimiento.

La recuperación de la memoria histórica para reafirmar la identidad nacional es un compromiso que los medios de comunicación asumen para la discusión crítica de la contemporaneidad histórica frente al presente como historia en América Latina.

Ecuador es una comunidad de pasados reafirmados, presentes construidos y futuros diseñados para lograr el buen vivir. (O)

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