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Ecuador, 24 de Febrero de 2025
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El Telégrafo

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La suspensión de la fiesta de la mama negra también preocupa

“Yo me quedo en Lata”, una campaña contra la migración

Esta escena se está volviendo habitual en las zonas de riesgo de la capital cotopaxense. Foto: Silvia Osorio / para El Telégrafo
Esta escena se está volviendo habitual en las zonas de riesgo de la capital cotopaxense. Foto: Silvia Osorio / para El Telégrafo
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Acostumbrados a vivir con su belleza colosal, los latacungueños olvidaron que aquella montaña de 5.897 metros despertaría de su letargo para recordarles los conceptos de mortalidad y de banalidad.

Hasta antes de agosto de 2015, las nieves del cerro eran contempladas con deleite, pero ahora infunden temor por el riesgo de lahares que se producirían con su deshielo.

Los signos de actividad anómala detectados por el Instituto Geofísico (IG)  se incrementaron desde mediados de agosto. El día 14, esta situación obligó a la Secretaría de Gestión de Riesgos (SGR) a decretar la alerta amarilla y con eso la vida de los ‘mashcas’ cambió.

“La primera vez que lo vi lanzando ceniza, no lo podía creer. Era como una pesadilla colectiva hecha realidad. De a poco nos fuimos calmando, pero tenemos claro que es preciso prepararse”, dijo Luis Corrales, quien posee su casa en el barrio El Carmen a orillas del río Cutuchi, que proviene del coloso.

A este taxista de profesión, el cambio de alerta le modificó su cotidianidad. Con su esposa acordaron que por seguridad de la familia debían mudarse a una de las zonas consideradas como seguras, así que arrendaron unos cuartos pequeños en el barrio Las Bethlemitas, al suroriente de la ciudad.

La última semana de agosto se cambiaron a su nueva residencia y llevaron consigo lo necesario y lo que podían acomodar en el sitio que arrendaron.

“No sabemos cuándo ocurrirá (la erupción), o si será fuerte o débil, pero ya no podemos vivir a orillas del río”, reconoció Amparo, su esposa. La mujer de 35 años dejó su empleo en una empresa de lácteos ubicada en Lasso, para no permanecer en una zona que también es considerada peligrosa.

Pero los cambios no son solo internos, hay quienes decidieron abandonar la ciudad.

Es el caso de Jaqueline Albán, que renunció a su trabajo como maestra de primaria y se fue a La Maná, donde busca un empleo. A sus 25 años, y sin responsabilidades familiares como hijos o esposo, no vio la necesidad de quedarse.

No hay datos precisos de cuántos latacungueños abandonaron la urbe, pero esta acentuada migración voluntaria dio pie a la campaña denominada ‘Yo me quedó en Lata’. Una acción que es impulsada por grupos sociales y que cuenta con el apoyo de  medios de comunicación, empresas y organizaciones con el objetivo de frenar el éxodo y luchar por la ciudad pese a la adversidad que causa el coloso.

Iván Delgado, presidente de la Cámara de Comercio de Cotopaxi, se unió también a esta cruzada. “El abandono causó el cierre de algunos negocios, lo que más adelante podría acarrear un bajón en la economía de la ciudad”, advirtió.

Pero el cambio de vida no es solo para los adultos, impactó también a los niños y adolescentes que por decisión de sus padres debieron cambiar de establecimientos educativos.

Emilio Sailema, de 7 años, dejó la escuela Simón Bolívar (centro de Latacunga) para retomar sus estudios en la Unidad Educativa Juan Abel Echeverría (barrio San Felipe).

Su madre, Estela Herrera, así lo decidió porque su nuevo establecimiento educativo está cerca de su hogar y de este modo podría acudir por su hijo de ser necesario.

El primer día de clases, madre e hijo estuvieron juntos y el pequeño rompió en llanto porque extrañaba a sus amigos. Afuera de las aulas otras amas de casa conversaban sobre este y otros sucesos.

“Desde hace 3 meses los latacungueños no hablamos de otra cosa. Estamos pasando por una época difícil, la naturaleza nos está poniendo a prueba”, comentó Judith Rosas,  de 65 años.

Esta mujer habita en una zona de riesgo, pero no quiere evacuar, según ella no quiere perder “lo poco  logrado en la vida”.

Otro hecho comentado son las fiestas canceladas de la Mama Negra, de septiembre y noviembre,  tampoco se efectuará la celebración del Príncipe San Miguel en Salcedo. (I)

Datos

Latacunga está situada en la hoya del Patate y al suroeste del volcán que da nombre a la provincia. Es un punto de enlace entre la Costa, los Andes y la Amazonía.

Esta urbe fue fundada en 1534 y en el pasado ha sido destruida 3 veces por las erupciones del volcán Cotopaxi: 1742, 1768 y 1877. Los deslaves que provienen del deshielo constituyen el principal riesgo.

La Mama Negra es una de las festividades más reconocidas en Ecuador. Es conocida como Santísima Tragedia, fiesta tradicional de Latacunga y una simbiosis de las culturas indígena, española y africana.

Las parroquias rurales de Latacunga son Toacaso, San Juan de Pastocalle, Mulaló, Tanicuchí, Guaytacama, Alaquez, Poaló, Once de Noviembre, Belisario Quevedo, Joséguango Bajo.

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