Vestimenta indígena se importa
Zapatos de tacón, medias de nylon, faldas de gamuza, blusas de seda, chalinas bordadas a mano y sombreros en colores que guardan armonía con el resto del atuendo, forman parte del ropero de una mujer indígena actual en Cotopaxi.
Ellas cuidan cada detalle y están pendientes de los colores y estilos de moda, sin perder sus características ancestrales. Es lo que se puede apreciar en el local de Elsa Umaginga, que exhibe en Latacunga prendas confeccionadas en Perú, Bolivia y EE.UU. Los costos varían entre $ 10 y 80. Ella es originaria de la parroquia Zumbahua, en el cantón Pujilí.
Su negocio empezó hace cinco años y fue motivado por la migración constante del campo a la ciudad. “Acá, en Latacunga, las chicas trabajan en cooperativas y almacenes. Necesitan de buena ropa para estar a la moda y verse lindas”, comentó.
Existen otros seis locales con estas características en la ciudad, cuyas propietarias son indígenas. Están situados en los barrios La Estación y San Felipe. Según Marco Moreno, presidente del barrio San Felipe, el 60% de migrantes se establece allí. Para Marcia Torres, vecina del barrio La Estación, los locales de ropa atienden una necesidad real y han prosperado.
En faldas, la tendencia es utilizar los modelos plisados en gabardina.
Rocío Chasiquisa, propietaria de un local que se inauguró hace cinco meses, conoce estas exigencias. “Pueden costar $ 20, 50 y 80 dependiendo si son de Otavalo, Perú o de EE.UU.”, dijo.