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Una granja pillareña enseña a cocinar de ‘la mata a la olla’

Una granja pillareña enseña a cocinar de ‘la mata a la olla’
24 de agosto de 2014 - 00:00

¿Es posible hacer turismo en una granja? La idea no parece muy atractiva, pero en el cantón Píllaro, provincia de Tungurahua, esta posibilidad es real. El concepto se denomina agroecoturismo y se ha vuelto una tendencia en esta provincia desde 2009, gracias a la Granja Agroecológica de Píllaro del Gobierno Provincial de Tungurahua (GPT).

Esta propiedad, de 11 hectáreas de extensión, se levanta en el ingreso a Píllaro en el barrio Santa Marianita. Está situada a 25 minutos de Ambato y se llega por una carretera asfaltada.

Los turistas pueden pasear por esta enorme propiedad, conocer cómo se siembra y se produce sin  agroquímicos, y pueden escoger los productos que deseen comprar y cosecharlos con sus propias manos.

“Sentir la sensación de la tierra sana en las manos es impresionante y agradable para un citadino que nunca ha cogido un azadón (pala curva de labranza). Me gustó todo lo que vi y me gustaría replicarlo en mi jardín en Ambato”, explicó Elizabeth Jácome, turista y compradora.

Ella y sus hijos llegaron a esta propiedad para conocer las cuyeras y comprar zanahorias, remolachas, habas, frutillas, moras y coles moradas. “Pienso hacerles a mis hijos una novenaria con jugos de remolacha y frutilla para aportarles hierro. Ahora que ya vi cómo las cultivan tengo toda la confianza para consumirlas”, añadió Jácome. La granja está abierta a turistas, estudiantes y agricultores de lunes a viernes, de 07:30 a 15:30. Los precios de los productos son accesibles. Una col morada cuesta $ 0,25 y una libra de frutilla $ 1.

“Abandonamos para siempre el uso de tóxicos en el suelo. Nuestra producción limpia sirve de inspiración para agricultores de esta provincia, de la región central y del país. Contamos con cabañas y alimentación para quienes soliciten quedarse y aprender nuestra técnicas”, aseguró Luis Chungata, administrador. Los senderos que dividen a los cultivos facilitan el recorrido.

La biodiversidad de productos resulta atractiva a los ojos. Allí hay 11 personas o jornaleros, uno por cada hectárea, dispuestos a satisfacer las dudas de los visitantes y ayudarles con la experiencia de cosechar para hacer realidad la frase popular ‘de la mata a la olla’.

Esta granja estuvo a cargo del Instituto Nacional Autónomo de Investigaciones Agropecuarias (Iniap) y luego pasó al Ministerio de Agricultura, Acuacultura y Pesca (Magap) que lo dio en comodato al GPT.

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