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Un artesano se destaca en la ‘diablada pillareña’

Un artesano se destaca en la ‘diablada pillareña’
03 de enero de 2014 - 00:00

Una de las fiestas más grandes y representativas del sincretismo cultural popular, empezó el miércoles en el cantón Píllaro, situado a 30 minutos de Ambato.

Los primeros 6 días de cada año, el centro de esta ciudad se llena con comparsas y grupos de danzantes ataviados con máscaras de diablos y enfundados en trajes con encendidos colores rojos y negros.

Cuanto más estrafalario es mejor y así desfilan por las calles principales, para disfrute de los espectadores locales y del país.

Los meses previos a esta fiesta, el ajetreo se intensifica en los talleres de los artesanos que confeccionan las famosas caretas de ‘diablos’. La hechura, creativa y buenos acabados, les representan ingresos económicos adicionales.

Uno de ellos es Julio Moya que ahora experimenta una particularidad que cambió su perspectiva de la vida. El 26 de diciembre pasado, cuando tenía 22 años, se accidentó en un bus intercantonal que viajaba entre Píllaro y Ambato, en el sector de La Joaquina. Como consecuencia de esto, quedó paralítico. Otras 14 personas perdieron la vida y 34 quedaron heridas.

Las caretas más horripilantes y con huesos de animales, pueden costar más de 300 dólares.A pesar de su situación, Moya no se dio por vencido. Decidió cambiar su oficio de excavador en compañías de construcción, por la manufactura de caretas. Y lo consiguió, ahora en su taller se desplaza en silla de ruedas y lo hace con soltura. “Por iniciativa propia, desde los ocho años integré a las partidas de danza del barrio Marcos Espinel. Desde entonces, aprendí el arte de elaborar las caretas típicas de la ‘diablada’, una tradición con más de 60 años”, aseguró.

Si bien la desgracia inicial le hizo perder su esperanza, luego volvió a recuperarla. Hoy se siente feliz porque ha conseguido volver a ser el sustento de su familia.

Trabaja en medio de envases con goma, pinturas (rojas, negras, verdes y amarillas), pinceles y papel mojado, cartón y engrudo. También utiliza huesos de animales, colmillos, pelaje de llamingo, orejas de toro o de oveja y cuernos de cabra macho. El molde para sus manualidades es único, lo que cambian son los implementos.

Su local está en el patio de su casa, en el barrio Marcos Espinel, a 10 minutos del centro de Píllaro. Según él, antes de empezar la faena, agradece a Dios con una oración por la vida y por su familia, y le pide una bendición especial para motivar su imaginación.

De hecho, en este oficio muy competitivo, los detalles novedosos pueden lograr una obra extraordinaria. “Tengo un hijo de 7 años, y él y mi esposa son la razón de mi vida. Ella viajaba conmigo en el bus, pero no resultó mayormente afectada. Ahora es  mi mejor asistente, amiga, compañera y ayudante”, contó.

La cónyuge se llama Ana Amores y le ayuda a confeccionar, desde junio del año pasado, un promedio de 15 máscaras por mes que se han vendido muy bien. Cada una cuesta entre 25 y 120 dólares.

Los esposos viajan 3 veces por semana en una camioneta al centro de Píllaro, para que Julio reciba terapias  de rehabilitación en sus piernas, porque tiene fe de que volverá a recuperar la movilidad.

Para el artesano, la solidaridad, compañerismo y apoyo de sus vecinos, es el puntal de la comercialización de las máscaras.

El Año Nuevo le trajo más retos. “Soy muy creyente. Vi en mí el milagro de volver del estado de coma y espero otro milagro de parte de Dios, para volver a caminar algún día. Sé de antemano que no volveré a ser el mismo, pero caminar aunque sea a paso lento, será la mayor bendición en este año”, aseguró Julio, el único de tres hijos que se dedicó a este oficio singular.

Las figuras con las que disfruta más en su elaboración son los dragones y gárgolas. Entre sus creaciones más preciadas, y que no están a la venta, consta un dragón rojo de 40 centímetros de alto y que fue hecho con el caparazón de un armadillo. Las partidas de la ‘diablada pillareña’ continuarán hoy por turnos hasta el  próximo lunes. Los turistas empezaron ya a llegar.

DATOS

Desde 2009, la Diablada Pillareña forma parte del Patrimonio Cultural Inmaterial del Ecuador.

Mañana y el domingo, se prevé que intervendrán de 2.500 a 3.000 ‘diablos’. Los barrios participantes son Tunguispamba, Guanguibana, Marcos Espinel, Guanguibana la Paz, Chacata El Carmen, Cochaló, Nuevo Rumihuaico, Robalinopamba, La Florida, San Vicente de Quilimbuto y La Elevación.

Florencio Vernaza, gestor cultural del Municipio de Píllaro, dijo que no han calculado el número de personas que visitarán el cantón por estas fiestas. Hoy participarán en los desfiles, los estudiantes de colegios y de las escuelas.  

La caminata por las principales calles de la ciudad es una invitación para que los turistas visiten a los 11 barrios organizadores de las “partidas” o desfiles.

La organización de esta actividad está a cargo del ayuntamiento local y cuenta con el apoyo del Ministerio de Cultura, con las pancartas publicitarias y el programa de fiestas.

Los trajes para los ‘diablos’ pueden costar desde 25 dólares para niños hasta 100 para los adultos. Este detalle es importante para complementarlo con  la máscara.

En cada partida intervienen entre 200 y 300 personas que se organizan previamente para la concentración a la salida de su barrio y el desfile por el centro cantonal.

Los personajes que conforman las comparsas son el ‘Diablo’, la ‘pareja de línea’, la ‘guaricha’, el ‘capariche’, los miembros de la banda de pueblo y el ‘cabecilla’.

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